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Entrevista central, jueves 24 de diciembre: Gerardo Barrios

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Entrevista con Gerardo Barrios, presidente de la Unidad Nacional de Seguridad Vial.

Video de la entrevista

EN PERSPECTIVA
Jueves 24.12.2015, hora 8.17

EMILIANO COTELO (EC) —Si en estas fechas de festejos y despedidas de año pensaban beber, tengan en cuenta que en breve entra en vigor la ley que reduce de 0,3 a 0 gramos por litro de sangre la cantidad de alcohol permitida para los conductores de vehículos.

La nueva norma completó su aprobación parlamentaria este lunes en la Cámara de Diputados, en medio de una polémica en la que algunos legisladores colorados y nacionalistas reclamaron medidas más profundas para combatir el alcohol en el tránsito.

La ley también motivó el reparo de los expertos. Por ejemplo, el jueves pasado entrevistábamos aquí en En Perspectiva al perito accidentólogo Arturo Borges, que se mostraba preocupado por las garantías que existen con respecto a los “falsos positivos” que pueden arrojar los dispositivos con los que se realizan las espirometrías.

Vamos a tener hoy el punto de vista del Gobierno, en diálogo con Gerardo Barrios, médico intensivista, presidente de la Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev).

¿Cómo es para un médico intensivista este día?

GERARDO BARRIOS (GB) —Como cualquier otro, nada más que se intensifica a veces. Por suerte, por el interés que hay en difundir todas estas cosas, porque también es una herramienta de información, de formación y de educación de nuestra población.

EC —Pero al mismo tiempo que desarrolla su actividad como presidente de la Unasev, ¿también está en lo profesional hoy ocupado?

GB —Sí, yo hago guardias en el CTI del Hospital Italiano.

EC —¿Hoy le toca?

GB —No, hoy puse suplente. Yo hago guardias miércoles de noche y jueves de día. Es la tarea.

EC —La ley que completó su aprobación el lunes modifica el artículo 45 de la ley 18.191, del año 2007, que determinaba un límite 0,3 gramos por litro de alcohol en sangre permitido para quienes conducen cualquier vehículo. Cuando se votó originalmente, en 2007, el límite era de 0,8 gramos y se preveía ir bajándolo gradualmente hasta 0,3. Ahora directamente, en este proyecto, el límite se llevó a 0. ¿Por qué se vio la necesidad de bajar aún más el límite?

GB —En el 2008, cuando se aprueban la leyes 18.113 y 18.191, una que crea la Unasev y la otra la Ley de Tránsito, se baja el 0,8 de 1994 a 0,5 y después se baja a 0,3, pero ya era en el año 94 era 0 para el transporte colectivo de pasajeros. En 2008 el 0 se hace extensivo a todos los conductores profesionales y se establece el 0,3 para los llamados amateurs.

Esta ley pone [hace el 0 de aplicación uniforme]. Si se parte de la base de que los efectos del alcohol ya están presentes con mínimas dosis y por eso se puso 0 a los profesionales, los mismos efectos rigen para cualquier ciudadano. Por lo tanto el 0 es un lenguaje bien comprensible. Uno no puede decir, por ejemplo, “tome un poquito, porque hasta 0,3 está permitido”.

EC —De hecho la cosa se había manejado así hasta ahora.

GB —Los legisladores lo entendieron así; nosotros venimos con este tema desde hace muchísimos años.

EC —¿Para ustedes hace años que debió haber sido directamente 0?

GB —Sí, la elaboración del proyecto de ley de alcohol 0 empezó en el primer Gobierno del presidente Tabaré Vázquez, allí se introdujo la necesidad de bajar a 0. Después pasó el período pasado, y nuevamente el presidente, no bien asume, crea una comisión de política de alcohol cuyo primer “hijo” es la ley de alcohol 0.

EC —¿Los impactos de la anterior reducción, la que llevó de 0,8 a 0,3 el límite, no fueron suficientes?

GB —Sí, fueron muy buenos, por eso vamos a 0. Por ejemplo, pasar de 0,8 a 0,3 implicó bajar 300 % la cantidad de siniestros de tránsito vinculados al alcohol. Bajó también 300 % la cantidad de espirometrías positivas en controles aleatorios. Antes del 2008 veníamos con 18 % de espirometrías positivas en siniestros de tránsito; hoy estamos en 6 %. Y cuando hay fallecidos en siniestros de tránsito veníamos con 37 % de casos en los que había alcohol presente y hoy estamos en 13 %. Esa línea de trabajo es la que más resultado da y es la recomendación mundial.

Venimos de Naciones Unidas, en Brasilia, en noviembre, donde estuvimos directamente, mano a mano con los países de ingresos altos, con los Gobiernos, con los organismos expertos en la materia, con Suecia, que es el país que tiene el mejor nivel, y todos los países van al 0. En los informes 2015 tanto de la NHTCA [National Highway Traffic Safety Administration] de EEUU como del Comité Europeo de Drogas y Alcohol es la recomendación que hacen a los Gobiernos. Nadie duda del efecto del alcohol, por mínimo que sea, en la conducción vehicular. No hay ningún trabajo que diga que a bajas dosis el alcohol no afecta la conducción; al contrario.

ROMINA ANDRIOLI (RA) —Respecto a ese punto de la experiencia internacional, [Arturo] Borges [director del Instituto de Seguridad y Educación Vial, ISEV, y perito accidentólogo], a quien entrevistamos la semana pasada, ponía énfasis en que en este tipo de encuentros todos coinciden en que el alcohol es perjudicial a la hora de conducir y en que se tiende a un régimen de alcohol 0, sin embargo son pocos los países que lo han instrumentado. Brasil es un caso que se menciona en el proyecto de ley –hoy en día ya ley–, pero se planteaba que en Brasil se venía de una situación bien distinta culturalmente de lo que es acá. Allí se destaca la reducción y el impacto positivo que tuvo esta medida. ¿Qué otros países hoy la están instrumentando y qué resultados ha dado?

GB —Tú decís algo que es muy cierto. Como decíamos recién, no hay ningún organismo de investigación experto en la materia que no afirme que si se toma alcohol, por poco que sea, tiene efectos en la conducción vehicular. Las recomendaciones de esos organismos son la tasa 0. Pero los Gobiernos de los países no han establecido todavía ese descenso; en Europa el promedio es 0,5, en EEUU es 0,8. Si estamos todos de acuerdo desde el punto de vista científico en que el alcohol es perjudicial a bajas dosis para conducir, seguramente existen otros factores que hacen que los Gobiernos no tomen la iniciativa, como la toma Uruguay, de bajar a 0 la tasa de alcohol.

EC —¿Qué factores?

GB —¿Cuáles son los factores que están jugando para que países europeos tengan ese promedio? Hay dos factores fundamentales. El primer factor es la percepción del riesgo que tiene la población; encuestas hechas en Europa, en EEUU, en varios países demuestran que no se llega a un 40 % que dice que el alcohol es perjudicial para conducir vehículos. En Uruguay el 90 % de la población encuestada en estos últimos tres años en que venimos haciendo encuestas de opinión en todo el país está de acuerdo en que la única tasa segura es 0. Ese es un elemento muy importante, porque habla de la percepción del riesgo.

El segundo factor es el que vivimos en Uruguay, diversos intereses que hacen su presión a los legisladores que tienen que aprobar las leyes.

EC —¿Quiénes?

GB —Por ejemplo la industria y la comercialización del alcohol. Que se diga que se van a vender 6 millones de litros de vino menos como consecuencia de esta ley es no darse cuenta de que esto no afecta lo que tiene que ver con la industria y comercialización del alcohol. Lo mismo pasó cuando impulsamos el airbag y el ABS [anti-lock braking system] en la ley que terminó aprobándose. La industria automotriz decía que iba a ser un cataclismo, que los precios de los autos iban a incrementarse enormemente, que eso iba a alterar el mercado, y de hecho lo que pasó fue que no se incrementaron sino que incluso bajaron, se mantuvo el nivel de ventas. O sea que también hay una especie de interés institucional que no siempre va de la mano con el interés de la población, de proteger a la población.

EC —En la entrevista de la semana pasada, Borges estaba de acuerdo en que no se puede ingerir alcohol para manejar, pero no compartía que se recurriera ya a esta herramienta de la tolerancia 0. Comparando la experiencia uruguaya con la internacional, decía que las políticas que han dado resultado son aquellas en las que el consumo de alcohol por encima de determinado límite es delito penal. Sin embargo acá todavía se castiga con una falta que es “casi administrativa”. ¿Usted qué opinión tiene? ¿Por qué no se ha ido por ese camino de las sanciones, de aumentar las sanciones?

GB —Insisto, venimos de Brasil, del encuentro de Naciones Unidas, más de 140 países –Gobiernos, ministerios, institutos que investigan y analizan cada uno de los pasos que dan los países–. Esa posición de judicializar y tener penas fuertes desde el punto de vista judicial, incluso con cárcel, es un proceso que han desarrollado algunos países y que todavía está en investigación en cuanto a los resultados. Incluso, por las discusiones que tuvimos –fuimos distinguidos para hacer uso de la palabra en Naciones Unidas por estas cosas–, está claro que la experiencia uruguaya es una experiencia exitosa.

EC —¿Exitosa?

GB —Sí, sí.

EC —No sé si los oyentes lo han ido evaluando de esa manera, si ha habido tiempo, si ha habido distancia como para hacer ese tipo de análisis. En el exterior se considera la experiencia uruguaya como buena.

GB —Por algo nos dieron la palabra en Naciones Unidas. Yo casi me desmayo cuando me enteré de que tenía que hablar, porque es una distinción que se hace a aquellos países que han demostrado con evidencia científica que las acciones emprendidas son las correctas. Nosotros emprendimos una acción por la cual hoy hay alcohol presente en el 6 % de los siniestros de tránsito. Ese porcentaje es incluso más bajo que el de países europeos, que tienen la tasa más baja de mortalidad. Uno puede decir: si en Europa hay 0,5 y tienen tasas tan bajas, ¿por qué bajar acá a 0? Porque cuando uno estudia, analiza y pone en práctica políticas, tiene que actuar en forma simultánea sobre todos los factores de riesgo, uno solo no explica los resultados, los explican todos. En Europa uno no va a encontrar familias enteras arriba de una moto sin casco saliendo de la escuela.

EC —Eso sí se da en Uruguay.

GB —Exacto. No hay un parque automotor de motos sin ninguna regulación de los Gobiernos, y eso pasa acá en Uruguay. Las realidades son bien diferentes. Y pese a esas diferencias y a que somos el país del Cono Sur de las Américas que tiene el mayor parque automotor, [tenemos buenos resultados]. Por eso se jerarquizó la experiencia uruguaya como una experiencia a tomar en cuenta.

Uruguay inicia la política de alcohol 0 y tolerancia 0, que ya está en Brasil, en Argentina tiene media sanción parlamentaria y otros países se van sumando, España, Europa, están con la tolerancia 0. Todos los países con los que tuvimos la posibilidad de reunirnos mano a mano, viéndonos las caras y viendo los documentos, van a la tolerancia 0, no solo en el alcohol, sino en otras drogas.

EC —Borges entendía que convenía ir por el lado de la sanción penal, pero sobre todo que había que insistir mucho en la educación, seguir trabajando en educación. Para él hace falta todavía crear conciencia en la gente en Uruguay a propósito del efecto pernicioso del alcohol en la conducción de vehículos.

GB —Sí, ese es un elemento que ha sido destacado y que nosotros incluso reafirmamos basados en la evidencia tanto internacional que dice lo que hay que hacer que está bien –porque no todo lo que hace en tránsito y en prevención está bien– como en la experiencia nuestra. La experiencia nuestra demuestra que si no hay control, fiscalización y observación del cumplimiento de las normas no hay cambios en la educación. Si no hay agentes de tránsito y si no hay campañas de difusión como la que estamos haciendo, que son el principal instrumento educador hacia la población, no hay solución posible. El paradigma de educamos para después fiscalizar fue lo que pasó en el país 30 años y no dio resultados porque no tiene sustento científico. ¿Cuál es el sustento? Se educa, sí, porque hay que incorporar, como lo estamos haciendo, en todos los niveles educativos, pero se educa en las vías públicas con control, con presencia de agentes de tránsito, que es lo que pasa en la Noche de la Nostalgia. En la Noche de la Nostalgia tenemos el resultado más impresionante desde el punto de vista de la baja siniestralidad, la baja presencia de alcohol en los conductores y la baja trasgresión de las normas. Eso se produce porque hay difusión, hay educación a través de ustedes los periodistas, los medios de comunicación, y fundamentalmente, debido al mejor instrumento educativo, que es la presencia de los agentes de tránsito en la vía pública.

EC —Borges insistía en recalcar, fortalecer el aspecto educativo, y por otro lado decía que con la tolerancia 0 aparecen algunos riesgos debido a los dispositivos que se utilizan.

RA —Concretamente, una de las objeciones era el tema de los falsos positivos. Ese tema inquieta mucho a la población en general al instrumentarse esta ley. ¿Qué chances hay de que una espirometría dé positivo por un medicamento, por usar un enjuague bucal, por haber comido un bombón con licor?

GB —Cuando uno habla en los medios y genera opinión tiene que hacerlo con fundamento. Con fundamento quiere decir basándose en las normas internacionales y en la experiencia de los países que han puesto en práctica una tecnología que da garantías al ciudadano, en Europa, en América, acá en Uruguay. No hay falsos positivos con los espirómetros que nosotros tenemos. Por lo tanto el falso positivo no existe, que la población esté tranquila.

EC —¿Tan terminante es el diagnóstico: no hay falsos positivos?

GB —Sí, tan terminante es. Tengo los documentos. No hay falsos positivos con los espirómetros que utilizamos, que solo detectan alcohol etílico –esto lo debería conocer todo el mundo y más aquellos que hablan en los medios de comunicación–, que es un alcohol que no se produce en el organismo, por lo tanto se ingiere. Hay que distinguir bien y aclarar bien a la población: una cosa es el alcohol en boca, otra cosa es el alcohol en el organismo. El alcohol en el organismo es el alcohol que tragamos, que se absorbe y está en el organismo. El alcohol en boca se disipa muy rápidamente, en promedio de tres a cuatro minutos.

Incluso tuvimos una experiencia con catadores de alcohol que vamos a publicar. Vinieron con la inquietud, y fue muy importante, porque no lo habíamos pensado adecuadamente para esa población de personas que trabajan en eso. Fuimos a un lugar donde estaban unos 20, 25 catadores haciendo cata de vinos y les hicimos una espirometría en forma inmediata cuando hacían esa prueba, y la primera dio positivo, pero a los tres minutos a más de la mitad ya le daba 0. Obviamente ellos no degluten, no ingieren el alcohol, era alcohol en boca.

EC —Porque el catador no traga el vino.

GB —No. Y si accidentalmente traga algo, es tan mínimo que no lo detecta el espirómetro. Por eso, y en resumen, para que nadie se confunda ni haga confundir: el espirómetro no se equivoca.

EC —Ahí vienen preguntas de los oyentes. Mariano quiere saber qué graduación alcohólica tiene el vinagre de alcohol, si por ese lado puede terminar habiendo una espirometría positiva.

GB —No tengo idea, no tenemos el conocimiento de todas las bebidas que algo pueden tener. No sé si el vinagre de alcohol se toma como se toma el vino.

EC —No, se toma como parte de una comida, en una ensalada.

GB —Esas son cantidades tan mínimas que no son detectadas. Aparte hay un tiempo de metabolización. Si uno come algo con alcohol, un licor, qué sé yo, en boca se disipa rápidamente, pero el licor se lo manda para adentro con el chocolate. Esas cantidades son tan mínimas que el hígado es capaz de metabolizarlas rápidamente.

No ocurre lo mismo cuando tomamos bebidas alcohólicas. Las bebidas alcohólicas se van acumulando, se sobrepasa la capacidad de metabolización rápida del hígado y se requieren algunas horas para metabolizarlo. Todos conocemos lo que es la resaca; la resaca, cuando uno se levanta al otro día después de haber tenido una copiosa ingesta de alcohol, es alcohol que todavía sigue circulando. Hay que esperar de 10 a 12 horas para que todo el alcohol se disipe.

RA —¿Y qué pasa con los medicamentos? ¿No hay chance de que algún medicamento haga que la espirometría dé positivo?

GB —Ninguno.

EC —¿El enjuague bucal tampoco?

GB —Algunos enjuagues bucales, no todos, tienen alcohol. Los enjuagues bucales no se tragan, por lo menos es recomendable no tragarlos. Aparte es lo mismo que los catadores, es alcohol en boca a los tres, cuatro minutos ya se disipó. Lo mismo pasa con algunos medicamentos –que son muy pocos, algunos inhaladores–, también tienen el fenómeno de alcohol en boca, por lo tanto en tres, cuatro minuto desaparece. Es más, nosotros venimos trabajando en la formación y capacitación de los cuerpos inspectivos, tanto departamentales como nacionales, desde hace muchos años y los agentes de tránsito cuando da positivo preguntan si hubo alguna ingesta de alcohol, algún enjuague bucal o alguna comida, y se repite la prueba a los 10 minutos.

RA —Eso le iba a preguntar, ¿cómo es el protocolo de actuación?

GB —Frente a una espirometría positiva se hace una segunda a los 10 minutos si la persona dice “me acabo de hacer un enjuague bucal”, cosa bastante infrecuente.

RA —¿Y qué garantía tiene la persona después de eso, si dice que no consumió alcohol, se hace la segunda espirometría y también le da positivo?

GB —En estos últimos años hemos multiplicado enormemente la cantidad de espirometrías que se hacen en controles y en siniestros de tránsito. Se hacen unas 140.000 espirometrías anualmente en el país. El número es aproximado porque todavía no tenemos el retorno de cuántas espirometrías hace efectivamente por ejemplo el cuerpo de inspectores de tránsito, es un aspecto en el que tenemos que ir avanzado. De todas esas espirometrías en siniestros de tránsito el 6 % es positivo y tenemos inhabilitados en nuestra base de datos –vean cómo es el problema, porque también se dijo por ahí que 0,3 es igual a 0, lo cual es un error conceptual garrafal– 7.500 conductores detectados conduciendo bajo los efectos del alcohol. Si bien tenemos muy buenos resultados en general, comparables con los de países europeos, no quiere decir que el problema no esté.

Eso nos lleva a la cuestión de qué garantías tenemos. Primero, la formación y capacitación del personal. Todos los agentes de tránsito, sean municipales o nacionales –Policía Caminera, Policía de Tránsito–, están habilitados a partir de un curso que hacemos de alcohol y drogas, porque incluye también marihuana y cocaína. Segundo, los equipos y la tecnología son de primer nivel, por lo tanto dan 100 % de garantía de que el resultado que dan es lo real. A su vez, si existe esa situación, que algunos casos puntuales hay, la persona tiene la posibilidad de reclamar hacerse una alcoholemia.

RA —Implica extracción de sangre.

GB —Exacto. Pero el término es equivalente, hoy en el mundo los resultados de las espirometrías con estos equipos que utilizamos en Uruguay son exactamente equivalentes al de la alcoholemia.

EC —Tomo el mensaje que acaba de llegar de un oyente: “¿Beber una copa de vino en una cena lleva a que dé positivo después un control?”.

GB —Si se hace la espirometría enseguida, sí. Si se espera una hora, no. Una copa de vino. Una copa de las copas habituales, no un copón de vino.

***

RA —¿Qué le pareció la discusión parlamentaria? Se lo pregunto porque en buena medida refleja la opinión de la sociedad sobre este tema. Por ejemplo, el legislador nacionalista Pablo Abdala sostuvo que el proyecto busca corregir la situación de siniestros viales con una “decisión meramente accesoria que no va al fondo del asunto”. Abdala reclamó políticas integrales que ataquen el consumo de alcohol. ¿Qué dice sobre este punto?

GB —En primer lugar, si el Parlamento refleja la opinión de la población, más del 90 % de la población uruguaya –están las encuestas en la página web– opina que la tasa de alcohol tiene que ser 0. Por lo tanto, con eso de que yo represento la opinión de los uruguayos a veces nos sarpamos y no es así.

En segundo lugar, si alguna vez en la historia de este país hubo políticas integrales en materia de seguridad –por eso estamos acá– es porque se creó la Unidad Nacional de Seguridad Vial trabajando en todo el país y en todos los factores. Nos basamos en la Declaración para la Seguridad Vial de Naciones Unidas, es decir, en los organismos expertos, no en el “a mí me parece”.

Trabajamos en cinco […] en forma simultánea y todos esos factores de riesgo se abordan en forma simultánea. No hay que confundirse y pensar que esta es una estrategia exclusiva para abatir las cifras de alcohol conducción. Eso se planteaba en otras épocas, nosotros tenemos una estrategia totalmente diferente, que pone al ciudadano en el primer lugar. El interés de la preservación de la vida, de la convivencia ciudadana y de la salud de los ciudadanos está primero, antes que cualquier otro interés, sea del origen que sea. Porque todos tenemos el discurso de preservar la vida y la salud, nadie va a salir a decir “que se maten en la calle”, pero cuando empezamos a avanzar en las leyes –en este período van aprobadas ocho leyes vinculadas al tránsito– empiezan a surgir los inconvenientes. Muchos de esos inconvenientes se reflejan en posiciones de personas públicas que generan opinión sin ningún sustento científico ni evidencia científica en el mundo. Son posiciones personales.

Nosotros no nos basamos en posiciones personales, no es Gerardo Barrios, el loco antialcohol; son los organismos mundiales que nos están diciendo lo que hay que hacer. Así como vacunamos a nuestros hijos para que no se enfermen, estamos imponiendo una vacunación general a la población para que no se lesione en el tránsito. Este es el principal problema de salud que tenemos, el ministerio lo acaba de incorporar como prioridad absoluta, primera vez en la historia uruguaya que el Ministerio de Salud Pública toma este tema, porque es un problema de salud definido, no por nosotros, sino por la Organización Mundial de la Salud.

RA —Hubo legisladores, por ejemplo Martín Lema, que durante la discusión parlamentaria opinaron que el mensaje del Gobierno es contradictorio, porque por un lado procura el consumo cero de alcohol a la hora de conducir, y por otro lado se aprobó la ley que regula el mercado y el consumo de cannabis. ¿Cuál es su opinión?

GB —Eso también forma parte del desconocimiento. Nosotros estuvimos en todas las comisiones del Parlamento, tanto de Diputados como del Senado, llevamos toda esta documentación que les traje a ustedes, porque nos gusta avalar lo que decimos con la documentación que hay disponible en el mundo.

EC —Vamos a publicar esa documentación en nuestro sitio en Internet junto con la transcripción de esta entrevista.

GB —A veces no se escucha o no se quiere escuchar. Nosotros tenemos una estrategia integral, que no apunta a un solo factor de riesgo sino a los múltiples factores. Eso es lo que explica los resultados. En Uruguay estamos cumpliendo la meta de descender la cantidad de fallecidos en el tránsito, somos –lo decía Naciones Unidas ahora en Brasilia y por eso nos dieron el uso de la palabra– el único país de la región de las Américas que está cumpliendo las metas de descender la mortalidad a un paso que nosotros pensamos que es muy lento, que no nos conforma para nada, pero hay que reconocerlo.

Es digno de cualquiera reconocer cuando las cosas dan sus resultados. Tenemos indicadores, como la base de datos, cualquier ciudadano del mundo puede entrar a nuestra base de datos, único país que la tiene así, ni siquiera los países europeos la tienen. Los propios españoles vinieron a decirnos que están interesados en nuestro sistema de información de tránsito, preguntaban cómo era posible que cualquier ciudadano entrara a los datos. Porque los datos, en definitiva, si están cerrados, pueden manejarse, como en otros países, de un modo inadecuado. Nosotros ponemos todo a disposición de la población.

RA —Pero ¿por qué no se ha establecido o no se fue por el mismo camino en el tema de la marihuana, por ejemplo de establecer el registro 0 a la hora de conducir?

GB —Lo planteamos incluso a quienes impulsaban eso. Lo que se está haciendo en el mundo y lo que estamos haciendo en Uruguay desde el año pasado es utilizar los tests que detectan marihuana con un aparatito a través de la saliva. Es como el test de embarazo, en el test de embarazo aparece una rayita y vos quedás loca de la vida, “estoy embarazada”, pero no dice cuánto tenés de hormonas, el valor absoluto. Con la marihuana pasa exactamente igual, te da positivo o negativo. Si hubiésemos impulsado poner el 0 para marihuana habríamos anulado la posibilidad de hacer más tests porque el resultado 0 es un valor numérico y el resultado solo puede ser positivo o negativo. La ley nos habilita a hacer controles de marihuana, lo estamos haciendo desde el año pasado, utilizando un test que da positivo o negativo a la marihuana, con las sanciones correspondientes, que son iguales a las del alcohol.

EC —La marihuana se está controlando.

GB —Se está controlando, claro. Resulta un poco fuerte cuando se dice que no se controlan otras drogas, pero inauguramos una etapa en este país [de preocuparnos por algo] por lo que nadie se había preocupado antes, que yo sepa, por viejo: marihuana, drogas, fármacos, alcohol y todo, históricamente han estado conviviendo con la ciudadanía. Aquí hay un elemento importante que no tiene color político partidario. Esto es una estrategia que unifica un lenguaje de todos los sectores políticos. No se puede partidizar, esto no es un problema de que somos Gobierno, somos del Frente Amplio, entonces estamos desarrollando esto y la oposición se pone en contra. Creo que no es el camino que suma.

EC —¿Cuándo va a estar promulgada la ley? ¿Ya está vigente?

GB —La ley está vigente, se van a dar dos pasos. Uno es la promulgación, que es la firma del presidente, que va a estar muy probablemente hoy, y otro es la publicación en el Diario Oficial, que llevará unos días, no sé cuántos.

EC —O sea que en la práctica, la tolerancia 0 todavía no puede controlarse.

GB —En el papel es tolerancia 0 y en la cabeza de todos nosotros tiene que ser tolerancia 0, no hay que esperar una ley. Si sabemos que con 0,1 ya empiezan a alterarse las capacidades que tenemos para conducir y se empieza a incrementar el riesgo de tener un siniestro de tránsito con lesionados, va en cada uno tener en cuenta ese aspecto.

EC —Usted está sugiriendo que esta noche la gente se movilice como si ya rigiera la tolerancia 0, porque si no rige hoy, regirá dentro de dos días.

GB —De hecho rige desde el 2008 para todos los profesionales, ahora se extiende a todos los conductores. Entonces quien quiera tomar alcohol que tome, eso no está prohibido. Lo que no está bien y la población por suerte lo entiende –si no, no tendríamos los resultados que tenemos– es tomar alcohol y conducir vehículos.

RA —Recordemos las sanciones a las que queda expuesto el conductor al que le dé una espirometría positiva.

GB —Las sanciones van desde la suspensión del permiso de conducir de seis meses a un año la primera vez, a la multa, las sanciones económicas, que son de 10 UR, y al pase a la justicia si es el resultado es de más de 1,2. Decíamos que tenemos 7.500 conductores inhabilitados por conducir bajo los efectos del alcohol detectados en controles aleatorios. De esos 7.500, el 40 % tenía una espirometría por encima de 1,2; estamos hablando de que casi 3.000 que pasan a juez de faltas. O sea que el tema de la judicialización, que en otros países no ha dado resultados y en Uruguay es un factor que ellos tienen en cuenta, es un elemento disuasorio también.

Pero el costo peor es involucrarse en un siniestro de tránsito. Lo decimos con propiedad por la tarea que tenemos en los CTI desde hace muchos años y en las unidades de emergencia móvil. El costo mayor lo tienen el lesionado y su familia, pero también lo tiene quien produce el siniestro habiendo tomado alcohol. Las cosas no pasan por casualidad. Esto es un drama social, desde todo punto de vista, que hay que combatir.

Video de la entrevista

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Transcripción: María Lila Ltaif

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