RA —¿Cuánto van a incidir este tipo de fenómenos en las redes sociales y en el mundo real en Uruguay? Hay varias preguntas que están sobrevolando. Por ejemplo, ¿cuánto incrementa el debate en redes sociales, el debate tan fuerte que se genera en este tipo de movidas, lo que puede ser una eventual grieta a la uruguaya, dividiendo opiniones, polarizándolas al extremo? ¿Qué rol va a tener esta herramienta que ustedes utilizan en una próxima campaña electoral?
DB —Primero, venimos de unas campañas en América Latina y en España hasta el año pasado en las que eran muy importante la información, las posibilidades de comunicación, y en esto voy a las redes sociales, que abrían un montón de posibilidades de comunicación nuevas. Creo que nos enfrentamos ahora a otro paradigma comunicacional en lo que es inteligencia digital, que ya no es cómo comunico aprovechando estos nuevos canales de comunicación, sino cuánta inteligencia puedo exprimir de todo esto que está pasando.
Por eso, voy a la segunda pregunta, quien pueda utilizar este tipo de análisis, de herramientas y de conocimiento de los hechos políticos de mejor manera va a tener una ventaja competitiva. Obviamente ninguna elección se gana a través de las redes sociales, estoy en desacuerdo con los que dicen eso. La campaña territorial, la militancia, los medios de comunicación tradicionales son fundamentales y van a seguir siéndolo. Se abre un espectro más. Pero se abre un espectro que tiene una característica diferente de los demás: que nos dan información bien detallada y con gran poder de análisis. Estamos hablando de que en unas horas uno puede analizar 63.000 comentarios de 7.000 personas en torno a un hecho. Hoy en día esa muestra pude decirte un montón de cosas.
DS —Una pregunta que tiene que ver con la suciedad que puede generar esto, la guerra sucia que puede pasar en Twitter, hablando de los trolls, de los bots, de gente que consciente de esta importancia, del peso de datos que puede arrojar una buena investigación en redes sociales, puede entrar a ensuciar la cancha metiendo cibermilitantes o máquinas que empiecen a contaminar la discusión o esa conversación que tú después analizás. ¿Qué métodos tienen ustedes para contrarrestar eso?
DB —Tenemos una herramienta que nos dice en un modelo estadístico cuán propensa es una cuenta de Twitter a ser un bot o una cuenta robotizada, eso nos ayuda. Hasta julio de 2017 nunca habíamos encontrado sembrado de cuentas falsas en Uruguay. Entre julio y setiembre identificamos un montón de cuentas compradas en otro lado, que tenían un ID de Twitter totalmente raro, pero que alguien se había molestado en agarrar, ponerles una foto y ponerles geolocalización Montevideo, Uruguay. Eso nos alarmó, porque por primera vez vimos que no eran cuentas de Europa del Este siguiendo a cuentas uruguayas que nada tenían que ver, solo para sumar seguidores. Alguien se había molestado en hacer un pequeño ejército de bots uruguayos. Los tenemos identificados, tenemos la base de datos, porque entendemos que esto va a tener algunas estrategias en la campaña electoral. Pero si me preguntan, ninguna elección se gana –eso fue un paradigma de hace unos años en redes sociales, en Twitter– con bots, la gente en Uruguay por suerte está bien democratizada, es bastante responsable en la comparativa con otros lugares, bastante culta, y tiene la posibilidad de saber de dónde viene la opinión. No creo que ese tipo de estrategias incline la balanza para ningún lado. Sí hay que estar atento y como ciudadano hay que ser responsable de lo que uno lee.
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Transcripción: María Lila Ltaif
