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Entrevista central, jueves 28 de diciembre: Raúl Echeberría

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EC —Es interesante hacer ese razonamiento. ¿Podrías mencionar algunos ejemplos?

RE —Alcanza con escuchar las tandas de publicidad. Estaba haciendo ese ejercicio ahora, cuando uno piensa en todo lo que tiene que ver con tecnología, con las tecnologías de precisión o mismo simples desarrollos de webs o de aplicaciones, cuánta gente hoy en el mundo se dedica a eso. A temas de seguridad, a agricultura de precisión, sistemas de riego automático. Hoy existen millones de puestos de trabajo en cosas que ni siquiera nos imaginábamos. ¿Quién iba a pensar que iban a existir aplicaciones? Y las cosas que las aplicaciones permiten hacer, porque en definitiva muchas de ellas terminan en trabajo humano que está por detrás de lo que ofrecen.

EC —Hay cantidad de ejemplos. Estoy tratando de hacer mi propia lista a partir de tus consideraciones, yendo más atrás en el tiempo incluso.

RE —Yo siempre digo que cuando estaba en la escuela uno de los paseos que más me gustaron fue la visita a la imprenta del diario El País. Recuerdo que quedé impresionado con el trabajo de los linotipistas. Son trabajos que hoy no existen más, y como esos hay miles de trabajos que fueron desapareciendo naturalmente sin que nadie percibiera el cambio. Simplemente sucede.

EC —Sí. Podemos pensar, por ejemplo, en el instrumento cajeros automáticos, que no es de ahora, no es de esta oleada de avance tecnológico, ya tiene unos cuantos años.

RE —El caso de los cajeros automáticos puede ser paradigmático en ambos sentidos. Porque mucha gente dice que sustituyeron a las agencias bancarias o que las redujeron, pero al mismo tiempo permitieron abrir muchísimas más agencias bancarias. Puede ser un caso paradigmático mostrado en ese sentido, cómo al final no afectó el trabajo, sino que lo potenció, y si lo mirás desde el otro punto de vista es uno de esos ejemplos que todos sabemos que dentro de unos años van a ser completamente virtuales.

EC —Se crearon una serie de puestos de trabajo para el funcionamiento de los cajeros automáticos.

RE —Hay una gran consultora mundial, /Gamer/, a la que todo el mundo presta atención, que hace una conferencia anual y todo el mundo presta atención a las tendencias que anuncia, y Gamer predice que la inteligencia artificial va a crear más puestos de trabajo que los que destruye. Sí, algunos trabajos van a desaparecer, pero ellos dicen que hay que ver la inteligencia artificial como un escalador de lo humano, entonces cuántas más oportunidades va a haber de crear nuevas cosas, de ser creativos. Ellos dicen que en los próximos tres años se van a perder 1,8 millones de puestos de trabajo en el mundo por esto y se van a crear 500.000 nuevos, o sea que va a haber 2,3 millones nuevos trabajos. Es un dato interesante, porque ellos están especulando con un 20 % o 30 % más de trabajo que se crea que el que se destruye.

EC —Pocos lo piensan de esa forma, que haya una ganancia en puestos de trabajo.

RE —Hay que pensar en muchas cosas. Hay muchas cosas que crecen mucho, todo lo que está vinculado no solamente con las posibilidades de la tecnología de hacer nuevas cosas, que es algo que estamos viendo todos los días y que emplea gente. Por ejemplo, en una reunión en la que estuve hace poco en Bruselas alguien de una región de Finlandia cuyo nombre no me atrevo a pronunciar mostraba que en esa región tenían asegurado el desempleo cero por muchos años debido al crecimiento de las inversiones en datacenters. Los finlandeses decían que ellos saben de perder puestos de trabajo por la evolución tecnológica, porque el golpe de Nokia, que fue el principal empleador en ese país por un tiempo, cuando entró en declive fue muy fuerte. Entonces hay muchos puestos de trabajo nuevos que se crean. Pero además de los puestos nuevos que se crean, hay que pensar también en cuánto más la humanidad invierte hoy que hace 50 años en esparcimiento, en placer, en enriquecimiento personal, incluso en espiritualidad. Las cosas no son blancas o negras acá, creo que incluso si pensamos en una sociedad en la que trabajemos menos, que era tu pregunta inicial, estaríamos pensando en una sociedad mucho más productiva, con más recursos, en la que también tendríamos más recursos para invertir en actividades nuevas.

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EC —Recién mencionabas algunos estudios. Te cito otro, ya yendo concretamente al terreno de la robotización. El economista Ignacio Munyo presentó este año acá en Uruguay un estudio realizado por la Universidad de Montevideo que a su vez tomaba como base uno similar desarrollado en la Universidad de Oxford. La conclusión principal es que en Uruguay el 54 % de las posiciones de trabajo tienen un riesgo alto de desaparecer en los próximos 20 años. ¿Cómo viste ese pronóstico?

RE —Es bastante obvio. Este estudio que hizo la Universidad de Oxford ha tenido una repercusión muy grande en todo el mundo. Está bien, todo el mundo tiene derecho a investigar lo que le parezca. Y me parece interesante, me parece un llamado de atención, pero me parece bastante obvio. Como te decía, si miramos 30 años para atrás, ya desaparecieron muchos trabajos, es obvio que muchos de los puestos de trabajo que hoy conocemos serán irrelevantes o no existirán. Pero eso no es determinante de nada, porque está todo lo que se va a crear, todos los trabajos que hoy no nos podemos imaginar.

EC —Ese estudio además tenía como sustento una serie de habilidades que permiten enfrentar mejor la robotización. Básicamente eran tres. La que permite enfrentar mejor la robotización es lo que se llama inteligencia social, la capacidad de negociación, de alcanzar acuerdos pese a las diferencias entre las partes, la percepción, ser consciente de las reacciones de los otros y entenderlas, proveer atención médica, apoyo emocional y otros tipos de cuidados, o sea la asistencia, y la persuasión. Quienes tienen esas habilidades, quienes se desempeñan en puestos de trabajo en los que eso entra en juego, la inteligencia social, son quizás los que están más a salvo o mejor preparados, porque en esos terrenos la robotización va a demorar muchísimo en entrar. Después estaban la capacidad creativa y la percepción y la manipulación. Supongo que viste esa parte del estudio.

RE —Sí. Acá es donde aparece mi faceta un poco más alarmista, porque yo creo que la inteligencia artificial será capaz incluso de desarrollar esas habilidades, la inteligencia emocional y la empatía, que algunos dicen que son lo que diferencia a los robots de los humanos. Llevará un poco más de tiempo, pero me parece que van a lograrlo.

Pero sí hay algo importante en esto que decías, que es que las habilidades que se requieren para los trabajos que se van a crear no son las mismas que requieren los trabajos actuales. Entonces incluso si se generan más trabajos que los que se pierden el desafío es enorme. Estamos en una época de cambio brutal, de cambio acelerado, nuestros nietos van a vivir en un mundo absolutamente diferente del nuestro.

Me gustó algo que dijiste cuando empezaste la nota: “vamos a salir de los temas del día a día”. Eso es un problema, estos temas no están en nuestra agenda del día a día y deberían estar porque son urgentes, porque son cosas que están sucediendo hoy. Cuando vemos la agenda política –no solamente en Uruguay, también en otros países–, preocupa porque vemos que no estamos atacando esto, que es algo que debe estar en los primeros planos, en los primeros puestos de prioridad de la agenda.

EC —Sí, te confieso que periodísticamente a mí y al equipo de En Perspectiva nos genera un conflicto interno: cuánto de una parte de las noticias, cuánto de estos otros asuntos, que son de fondo y en los que nos estamos jugando el futuro, debemos incluir en el programa de cada día. Efectivamente, hay veces que nos distraemos con pequeñeces, con enaneces y estamos dejando pasar o no les estamos prestando atención a elefantes como estos que andan allí rondando.

RE —Exactamente, creo que no es solamente un tema de trabajo periodístico, sino de qué estamos haciendo como sociedad. Me pareció interesantísima una nota que le hiciste hace poco al ingeniero (Jorge) Grunberg, el rector de la ORT.

EC —Era a propósito del acuerdo entre el gobierno y UPM para hacer posible la instalación de la segunda planta de celulosa de esa compañía.

RE —Lo que me resultó más interesante fue algo que no tenía nada que ver con UPM. Grunberg decía: “No tenemos una visión compartida como sociedad y hay una tensión entre los que piensan en un Uruguay industrial siglo XIX y los que queremos un Uruguay moderno pensando en el futuro”. Me parece que esa tensión, que es una tensión que cruza a todos los partidos políticos, no es una tensión basada en diferencias ideológicas, es lo que tenemos que resolver urgente, y resolverlo con algunos que van atrás. No creo que seamos capaces de embarcar al 100 % de nuestra comunidad en esa visión compartida, pero tenemos que tener una estrategia de futuro basada en eso.

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