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Entrevista central, jueves 3 de agosto: Juan Miguel Petit

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EC —Ahí iba con mi pregunta siguiente. Porque usted se estaba focalizando recién en ese módulo del Comcar, quizás uno de los pozos del sistema. Pero leyendo el informe, charlándolo con usted en una entrevista que hicimos hace poco, me impresionaba lo que usted decía: buena parte del sistema carece de una propuesta de rehabilitación para quienes llegan a él. Leo: “luego del procesamiento, los internos son derivados a un centro penitenciario sin que la mayoría tenga una instancia en que se plantee el objetivo a buscar durante el tiempo que estará́ allí. Ya ni siquiera se les entrega ‘un librillo’ que existió en el pasado y que les explicaba sus derechos y obligaciones. Sin objetivo, la pena, que ya es aflictiva de por sí, se vuelve solo violencia”. Esto lo dice usted en su informe a propósito de la mayoría de los presos. ¿Entonces?

JMP —Sí, eso es así todavía porque el tema penitenciario ha estado muy olvidado en el país. Creo que también he dicho que en 2010 empezó esto que se ha llamado la reforma penitenciaria, pero están las bases del edificio, no el edificio. Ese es mi debate con algunas de las autoridades, que yo valoro, reconozco, aplaudo, creo que se sentaron las bases para un edificio. Falta el edificio y no pasa solamente por el MI, pasa también por recursos, pasa por las políticas sociales, pasa por una cantidad de elementos educativos que todavía no están. Eso es así, hay una buena parte del sistema –en el informe lo cuantificamos centro por centro– donde más del 60 % no tiene contenidos, no tiene preparación para el egreso, no tiene trabajo con la familia, no tiene ese desarrollo de los derechos que por un lado dignifican a la persona y por otro lado previenen que esta vuelva a cometer delitos. No lo previene el 100 %, como ningún hospital puede asegurar el 100 % de curación de sus pacientes, pero le da a la persona herramientas para que cuando salga a la calle pueda relacionarse de otra manera.

EC —Pero yo le preguntaba si entonces no va a tener que presentar infinidad de recursos de amparo.

JMP —Sí, creo que su pregunta apunta a si esto no va a una cosa muy conflictiva y a un empantanamiento judicial. Tenemos que tenemos que ser cuidadosos en ir eligiendo esto que llamamos litigios emblemáticos o casos líderes. Hay que ser cuidadoso y no saturar y no exagerar, ser cuidadosos y medidos. Trataremos de hacerlo. Sin duda seguiremos presentando casos, pero en diálogo también con nuestra contraparte, porque no es cuestión solamente de agarrar un caso y salir corriendo a un juzgado. Cada caso lo trabajamos, hablamos con la familia, hablamos con los internos, hablamos con las autoridades, tratamos de gestionar. Por ejemplo, el caso de las acciones es una gran carencia, entonces hemos detectado una cantidad de casos, hablamos con las autoridades, comunicamos “tal persona tiene un problema de adicciones, tiene 20 años, cometió un delito al influjo de la droga o por la droga, esta persona necesita ser tratada, necesita ser tratada en su adicción, en su salud mental, porque tiene un problema equis”. Eso se trata de encaminar, que sea atendido por un equipo médico, por un equipo psicológico. Pero cuando encontramos a alguien que de pronto no tiene una respuesta y no nos dan ninguna respuesta, habrá que presentar también un recurso. Siempre con esa actitud de diálogo, de darle a la contraparte la posibilidad de corregir esa situación, de mejorar esa situación. Porque el recurso de amparo es el último recurso, uno llega a eso cuando ve que la administración no logra moverse, porque la administración, que es un ente muy grande, a veces no logra moverse. Y la suma de los amparos también es una manera de generar cambios, de generar transformaciones.

EC —¿Generar cambios por la vía de la presión en la opinión pública? Se lo pregunto porque en su apelación el MI desliza un cuestionamiento: que el recurso de amparo buscaba un efecto “mediático”.

JMP —Creo que claramente, si un caso se resuelve antes hablando, como pasa todos los días, todos los días, podría citar casos de ayer, si se resuelve el caso no hay no hay que hacer ninguna acción, no hay que hacer ningún escrito. La presencia pública yo no es que la busque, no quiero entrar en el debate, en la apelación se dice como que hubiera sido una acción mediática… Teniendo la presencia que tiene en los medios el tema penitenciario es inevitable que los medios se interesen y opinen. Y los mecanismos […] mantiene en la opinión pública un elemento fundamental para explicar lo que hacen e influir sobre la marcha de los acontecimientos. Claramente mi objetivo no es estar en los medios ni generar debate ni generar polémicas en absoluto. Y si se resuelven los casos, es lo que queremos todos. La gracia de esto es que hay un juego de instituciones tratando de lograr lo mismo.

Acá hay un gran cambio que el país necesita, el tema de los derechos humanos es muy concreto en la sustancia. Derechos humanos no dice otra cosa que poder ser lo que uno quiere ser, alimentación, educación, cultura, familia, participación, trabajo. No es muy complicado. Es un término muy jurídico, muy político a veces, pero en lo concreto es aquello que queremos hacer todos para nuestras vidas. Ese es el gran cambio de paradigma en lo penitenciario, creo que todos tenemos que empujar hacia eso.

EC —Usted contaba que tuvo una reunión con el propio ministro antes de que se conociera el fallo de segunda instancia. ¿Cómo define entonces cómo está el vínculo entre las dos instituciones?

JMP —Yo pedí esa reunión porque quería tenerla antes de que se supiera cuál era el fallo, no sabía cuál era. Así se lo dije al ministro: yo quería tener esta reunión antes de que se supiera el fallo para que quedara muy claro cuál es la actitud que tengo. Hablamos de varios temas, varios temas penitenciarios, le trasmití varias inquietudes. Él me trasmitió sus puntos de vista. Y realmente tengo un excelente diálogo con él, hablamos muy francamente, tenemos discrepancias y acuerdos. Lo he dicho en mi informe y se lo he dicho a él: creo que están haciendo un esfuerzo importante para mejorar el sistema penitenciario, creo que faltan cosas, creo que faltan otros actores también, creo que faltan recursos, creo que hay algunas perspectivas que no se están teniendo en cuenta. Pero el diálogo es muy bueno, y así tiene que ser entre contrapartes que buscan lo mismo.

Yo no estoy enfrentado en absoluto ni con ellos ni con el Instituto Nacional de Rehabilitación, participo en instancias de formación del Centro de Formación Penitenciaria. Ahora se va a hacer toda una movida en uno de los módulos del Comcar, en el cual nosotros vamos a tratar de llevar un trabajo específico. O sea que el diálogo es muy bueno y esto es una herramienta más. Una acción de amparo no es un agravio, no es una acusación de negligencia ni en el sentido de una acción penal, es un señalamiento ante una vulneración manifiesta. Lamentablemente hay muchas en el sistema, por un acumulado de muchísimos años, pero el diálogo es fundamental. Y sobre todo cuando uno está en desacuerdo más hay que dialogar entre contrapartes. Uno puedo dejar de dialogar con alguien cuando está en desacuerdo si es un amigo, su novia, pero cuando somos contrapartes institucionales, cuanto más en desacuerdo estemos, más tenemos que hablar, más tenemos que dialogar y más en conjunto hay que buscar caminos porque lo que está en juego son muchas vidas.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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