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Entrevista central, jueves 31 de marzo: Javier Borkenztain

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Entrevista con Javier Borkenztain, ingeniero, experto en dinero electrónico.

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Carol Milkewitz/EnPerspectiva.net

Video de la entrevista

EN PERSPECTIVA
Jueves 31.03.2016, hora 8.27

EMILIANO COTELO (EC) —El Gobierno resolvió que en un plazo de 30 días se eliminará la posibilidad de pagar con dinero en efectivo en los taxis y en las estaciones de servicio como parte de una estrategia para aumentar la seguridad pública y en particular para preservar la vida de los trabajadores del volante. La medida, que fue anunciada este lunes tras el Consejo de Ministros, fue vista con buenos ojos por taxistas y estacioneros, pero generó dudas sobre la posibilidad de implementarla realmente en el plazo que se ha marcado.

La Ley de Inclusión Financiera aprobada en 2014 ha incentivado el uso de medios electrónicos de pago, pero ¿están dadas las condiciones para que se cumpla, para que se haga realidad lo que ahora impulsa el Poder Ejecutivo? ¿Cuán cercana está esa posibilidad?

Recibimos en estudios al ingeniero Javier Borkenztain, experto en dinero electrónico.

Javier tiene 38 años, es ingeniero industrial por la Universidad de la República, tiene un MBA de la Escuela de Negocios de la Universidad de Montevideo. ¿De dónde viene tu experiencia en dinero electrónico?

JAVIER BORKENZTAIN (JB) —En el 2009 comencé a trabajar en esta industria, en una startup que se llama Micropagos.

EC —¿Qué es Micropagos?

JB —Es una plataforma para ayudar a las instituciones financieras a utilizar el celular como medio de pago. En Micropagos desarrollamos una cantidad de servicios para distintas instituciones financieras bancarias y no bancarias que permiten el pago a través de principalmente SMS.

EC —¿Algunos ejemplos?

JB —OCA Cel, el pago del taxi mediante SMS, y luego incorporamos la aplicación para teléfonos inteligentes, el pago del estacionamiento tarifado con un SMS, la recarga de celular con Visa o con Banca Móvil Santander. Hay una cantidad de productos que se fueron desarrollando desde el 2009; yo me desvinculé de la empresa en el 2013.

EC —Y a partir de ese momento, ¿qué hiciste?, ¿de qué manera has estado vinculado a estos asuntos?

JB —En el 2013 me desvinculé y fundé lo que hoy en día es $ero, una institución financiera regulada por el Banco Central del Uruguay (BCU). En el marco de la Ley de Inclusión Financiera somos lo que se llama una institución emisora de dinero electrónico.

EC —Vamos a explicar el concepto.

JB —La Ley de Inclusión Financiera creó un nuevo marco para que los innovadores puedan participar en el mercado activamente y generar nuevas formas de pago y para tratar de regular las que están naciendo. Esto no es algo exclusivo de Uruguay, es un movimiento bastante global que busca la inclusión de cerca de 2.000 millones de personas que están fuera del acceso al sistema financiero formal. Las regulaciones de dinero electrónico vienen a ser un paraguas para incluir todos los nuevos medios de pago que surgieron con la era de Internet.

EC —Sero en particular, ¿qué papel juega en un esquema como ese?

JB —En Sero queremos llegar a las personas que no tienen cuenta de banco, queremos darles una cuenta. Si bien no somos un banco –los bancos están bien regulados– y ni siquiera podemos decir que somos un banco, con muchísimas comillas somos el banco de los que no tienen banco.

EC —¿Cómo se logra eso? ¿De qué manera opera esa persona que no tiene banco por medio de una empresa como esta?

JB —Nosotros le abrimos una cuenta en la cual puede cobrar su sueldo o cargar dinero en forma independiente, ir con su dinero en efectivo a redes de pago o hacer transferencias de un banco y cargar dinero a su cuenta en Sero. Le damos una cuenta propia a cada persona que quiera abrir una cuenta en Sero, le entregamos en principio una tarjeta plástica –técnicamente es una tarjeta prepaga, pero es como una tarjeta de débito– con la cual puede hacer compras en todo el país, incluso en el Mercosur, extraer dinero de cajeros automáticos, de redes de pago, del Correo, etcétera.

EC —Es como una alcancía con tarjeta.

JB —Es como una cuenta de banco pero muchísimo más simple, no requiere ir al banco para sacarla, no requiere tanto papeleo. Está pensada para ser mucho más simplificada y para las personas que hoy en día no tienen cuenta y a las que el banco les resulta algo ajeno, que no es para ellas; el mármol del banco generalmente hace que las personas tengan miedo, muchas personas no entran a un banco porque tienen miedo. Queremos ser lo contrario, queremos ir para otro lado y ser, por ejemplo, las cuentas de las empleadas domésticas; en el Uruguay hay 120.000 empleadas domésticas, 70.000 de ellas están registradas en BPS y ahora van a tener que empezar a cobrar su sueldo en alguna institución financiera. Nosotros queremos ser el banco de las empleadas domésticas.

EC —Esa es tu experiencia directa.

JB —Sí.

EC —Pero también has estado al tanto de la realidad de América Latina en esta materia, de cómo se está moviendo esto en el mundo.

JB —Sí. Hay distintos enfoques en varios lados y en América Latina los que han sido más innovadores –algo que desde mi punto de vista es bastante triste para los emprendedores– son los reguladores, porque han creado infraestructura, legislación para que vengan innovadores, cuando en los países innovadores el regulador va corriendo de atrás. A nosotros nos viene corriendo el regulador, cosa que es rara.

EC —Es curioso, en ese terreno está pasando lo contrario a lo que pasó con Uber, por ejemplo. Uber salió al mercado y les generó un lío a los reguladores porque no estaban prontos, no había normativa para un servicio como ese. En esta materia que estamos considerando, la de los medios de pago electrónico, está pasando lo otro.

JB —Sí, y de hecho Uber es un buen ejemplo, porque viene del lugar más innovador del planeta, que es Silicon Valley, y en seis años está ya en cerca de 260 ciudades, lo que hizo es increíble. Y Uber es el primero, pero no va a ser el último, de este tipo de cosas van a surgir más.

EC —Teniendo en cuenta tu experiencia acá en Uruguay y lo que comentábamos de la región y del mundo, ¿existen antecedentes en otros países de una medida como esta que está adoptando el Gobierno relativa a los taxis y a las estaciones de servicio?

JB —No que yo conozca, de imponer la prohibición del uso. Hay una medida similar en Dinamarca. La aceptación del dinero físico, de cash, es ley, vos no podés negarte a aceptar un pago en pesos uruguayos o en EEUU en dólares. En Dinamarca ahora se empezó a permitir que los comercios no acepten cash como medio de pago, solo aceptan transacciones electrónicas, con tarjeta de crédito o débito, se pueden negar a aceptarte euros.

EC —Esa es una medida muy ambiciosa y vale para el comercio.

JB —Para cualquier comercio; un taxi también es un comercio. Se pueden negar y decir “euros no acepto, acepto solo tarjetas”.

EC —Ese es un antecedente, pero no hay muchos.

JB —No hay muchos.

EC —¿Cómo viste la decisión política que se anunció este lunes? Porque por ahora es una decisión política.

JB —Me encantó, porque es agitar el avispero, empezar a hacer que las cosas sucedan y sucedan en tiempos a los que los uruguayos no estamos acostumbrados. Cuando dijeron “esto va a suceder en un mes”, lo primero que todo el mundo pensó fue “no, es imposible, esto no va a suceder en un mes”.

EC —Ayer ya el subsecretario de Economía, Pablo Ferreri, atenuó ese plazo, dijo que en el caso de los taxis en un mes se la va a imponer solo en el horario nocturno, como parte de un proceso que por lo visto va a ser un poco más gradual.

JB —Está bien, pero es un paso. Si el ministro de Economía no decía “en un mes se va a acabar”, ni siquiera estaríamos hablando de que en un mes de noche ya va a haber prohibición de usar dinero en efectivo. Para mí es muy ambicioso, pero creo que los ingredientes están.

EC —¿Estamos preparados?

JB —Sí.

EC —¿Sí?

JB —Sí, sí.

EC —¿Tecnológicamente?, ¿culturalmente?

JB —Tecnológicamente seguro. Tecnológicamente no es nada que estemos inventando, no estamos inventando la rueda, es ponerle un POS [sigla de point of sale, “punto de venta”] a cada taxi; en los ómnibus el proceso está un poquito más atrasado, es lograr que el STM sea más abierto de lo que es, que pueda recibir otro tipo de pagos y que sea mucho más universal la posibilidad de precargar; o ni siquiera precargar, de vincular tu STM a tu medio de pago favorito o a tus medios de pago favoritos. Eso es bastante engorroso desde el punto de vista de los medios de pago que quieren vincularse con la Intendencia.

***

EC —Vamos a definir el concepto. ¿Qué son los medios de pago electrónicos?

JB —En el pago hay dos actores principales, el que paga y el que recibe el pago. En efectivo, cuando se paga en cash, es muy fácil, yo te doy un billete, vos aceptás que ese billete cancela lo que yo te debo y se acabó la transacción. Tiene la ventaja de que es absolutamente anónimo, irrastreable; o la desventaja, según de qué lado de la economía estés. Los medios de pago electrónico simulan lo mismo, pero la plata deja de ser papel y pasa a ser bits, pasa a ser ceros y unos en un disco duro en algún lado en el mundo.

EC —¿Qué instrumentos hay en esta categoría de medios de pago electrónicos? Algunos son bastante obvios porque están en la conversación de estos días: las tarjetas de crédito, las tarjetas de débito, las transferencias entre bancos, las tarjetas recargables.

JB —Sí, lo que se llama tarjetas de pago entran en la categoría del plástico, que pueden ser crédito, débito o prepagas. Ahí el banco o una institución te financia el pago, si vos no tenés plata te lo financia, es una tarjeta de crédito; o si vos tenés plata en alguna cuenta tuya, ya sea asociada directamente a una tarjeta o en tu cuenta de banco o una institución de dinero electrónico, la tarjeta es un medio de autenticación, le da garantía al comerciante de que va a recibir el pago. En ese sentido hoy en día hay muchas formas de darle garantías, seguridad al comerciante de que el pago le va a llegar: el celular, la huella digital, la lectura del iris, Google está implementando que te sacás una selfie, te identifica la cara y autoriza el pago. En definitiva es una forma de que tu dinero, que antes estaba en montañas de papel y ahora en ceros y unos en una computadora, es una información digital, pase a la cuenta del que recibe el pago de manera segura, de manera de que los dos estemos tranquilos de que la transacción se hizo y llegue a su destino final.

EC —¿Son diferentes las posibilidades de implementar el sistema en estaciones de servicios por un lado, en taxis por otro?

JB —Ahí hay un tema de inmediatez y de cuánto tiempo se quiera esperar. Las estaciones de servicio no conozco ninguna –capaz que hay, pero no conozco ninguna– que no tenga un POS, que no acepte pago con tarjeta.

EC —Aclaremos qué es un POS. La palabra es una sigla.

JB —Es point of sale, punto de venta.

EC —Es un aparatito por el que se pasa la tarjeta.

JB —Se pasa acá; se pasa, se acerca o se inserta. Acá tenemos la tarjeta de banda, que en el mundo está desapareciendo o está migrando hacia el chip, que es más seguro. De hecho ahora en Europa si vas con tu tarjeta de Uruguay de débito te la miran como diciendo “¿cómo era que se pasaba esto?”.

EC —Ya no se hacen más las tarjetas con esa banda.

JB —Es un chip como el del celular que está en la tarjeta, y se inserta. Pero en definitiva lo que hace ese aparatito es conectar a las dos puntas.

EC —Tú decías que en las estaciones de servicio el POS está muy extendido.

JB —Absolutamente, no tengo números reales, hablo en base a mi experiencia.

EC —Aparentemente en el interior la presencia del POS es menor que en Montevideo.

JB —Sí, pero ahí hay un empuje del usuario. Si vos pagás con tarjeta y te descuentan el IVA, lo que quede para incluir va a ser muy rápido. Es levantar un teléfono en esa estación de servicio y en 48 horas le instalan un POS, no es algo complejo.

EC —El POS además está subsidiado a partir de la Ley de Inclusión Financiera.

JB —Desde hace años.

EC —Esa es la realidad en las estaciones de servicio, ahí lo ves más sencillo.

JB —No creo que haya ningún inconveniente.

EC —¿Y en los taxis?

JB —Muchos de ellos aceptan pago con tarjeta, de hecho aceptan pago con tarjeta desde hace mucho tiempo.

EC —En una época incluso tenían el zocotroco aquel, la raviolera aquella en la que se ponía la tarjeta y se hacía manual, había taxistas que andaban con eso.

JB —Ahora lo sustituyen por llamar y pedir una autorización telefónica, pero algunos ya tienen POS. Hay unos aparatitos muy sencillos que enchufás donde conectás los auriculares en el celular y te transforman tu celular inteligente, tu smartphone, en un POS, absolutamente seguro. Esos aparatitos salen menos de US$ 10 cada uno.

EC —Es necesaria una conexión a Internet, para que opere el POS tiene que haber una conexión a Internet, y eso se logra con el teléfono del taxista.

JB —Exacto.

EC —Entonces, ¿qué pasa con el taxi?

JB —Para mí no debería tener inconvenientes, de hecho muchísimos taxis ya tienen alguna de estas soluciones de aceptar tarjeta. Incluso lo que hicimos cuando desarrollamos el pago del taxi por SMS fue utilizar la tecnología que había adentro del taxi. El POS es algo que al taxista, al comerciante, al que acepta el pago le da la seguridad de que el pago se hizo. En definitiva el taxista lo que quiere saber es que cobró y se puede ir al siguiente viaje. Entonces les enviábamos al GPS un mensaje que decía “cobraste tanta plata”, se acabó la transacción, se podía ir tranquilo.

EC —Para eso no se necesitaba que el pasajero tuviera un celular inteligente, porque se operaba con SMS, nada más. Entonces, en definitiva, ¿qué pasa con los taxis?

JB —A nivel de tecnología no creo que haya inconvenientes.

EC —¿Cuál es el inconveniente?

JB —El inconveniente o la dificultad va a ser cultural.

***

EC —Decíamos que en los taxis en principio no habría muchas dificultades. Está claro que el POS no ha penetrado en los taxis como en las estaciones de servicio, pero tú decías que se puede pensar que esto se logre a la brevedad.

JB —Absolutamente. De hecho, los taxis podrían tener un POS inalámbrico de esos que te traen a la mesa cuando vas a un restaurante, son POS que tienen un chip de teléfono y se comunican por cualquier lado, no son nada caros y además están subsidiados.

El principal problema de los taxis es el hábito, esto es una transformación cultural. Está claro que vamos hacia la disminución del efectivo, no a la desaparición por completo pero sí a una disminución grande. Según las cifras del informe del BCU crecieron muchísimo la penetración y el uso de los medios electrónicos de pago, pero ese crecimiento está impulsado por los que ya tenemos, no por los que no tienen, los que no tienen van a empezar a tener ahora. Pero el taxista vive en una economía absolutamente en cash, y probablemente al día.

EC —Ese es uno de los desafíos, lo explicaban dirigentes del SUATT, el sindicato del taxi. Cuando los entrevistamos esta semana, señalaban que los taxistas son jornaleros y que se hacen cada día del efectivo de su jornal quedándose físicamente con el 29 % de la recaudación. ¿Qué pasa con esa práctica si deja de haber dinero en el auto?

JB —Evidentemente esto va a ser una transición, no va a ser algo que cambie de la noche a la mañana. Pero si el cambio fuera de la noche a la mañana, si sos un taxista y empezás a recibir el 100 % de tus pagos con medios electrónicos, no vas a recibir inmediatamente el dinero en tu bolsillo. Como funciona hoy el sistema, podés recibirlo a las 48 horas si te pagan con una tarjeta de débito o prepaga, con una tarjeta de dinero electrónico, o a los 21 días si te pagan con una tarjeta de crédito. En esos 21 días o 48 horas el taxista se queda sin plata, entonces ahí hay que solucionar, atacar inmediatamente eso, financiarlo. Alguien tiene que financiar esa transición.

EC —Hay formas. En el caso de Uber, por ejemplo, se paga con tarjeta de crédito, y sin embargo el chofer recibe su parte de cada uno de los viajes mucho antes de los 21 días.

JB —Sí; pero Uber procesa en EEUU, en cada país funcionan un poco diferente los medios de pago. Uber no acepta tarjetas que no sean internacionales, y la experiencia de pago de Uber para mí es la experiencia de pago más revolucionaria y moderna que existe.

EC —¿Por qué?

JB —No pagás, vos entrás al auto… Yo vine en Uber acá: me subí, me bajé y en ningún momento pagué, y el pago se realizó.

EC —El pago se realizó automáticamente porque cuando tú te registraste como cliente de Uber habilitaste tu tarjeta de crédito.

JB —Mis tarjetas, porque tengo una para negocios, otra para viajes personales y puedo poner más si quiero.

EC —Cada vez que tú solicitás un auto el sistema te informa cuál es la tarifa y una vez que la aceptaste quedó ya anotada para descargarse de esa tarjeta, punto.

JB —Exacto. Es totalmente transparente para el usuario, yo no me enteré cuando pagué, cuando no pagué, confío en que funcione y funciona.

EC —Otro desafío para el taxista [si se elimina el efectivo en los pagos] es el tema de la propina.

JB —Eso se puede agregar, no es ningún problema. Cuando vas a un restaurante agregás la propina, todas las tarjetas de crédito tienen la posibilidad de agregar la propina al pago. La propina no es un problema, se puede instrumentar, en todos los sistemas está instrumentada, si el taxi te salió $ 150, cobrame $ 160. Veo más dificultad para controlar que no se use más efectivo en el taxi, la fiscalización es lo que veo más complicado. Pero ya que se habilite, que el 100 % de los taxis tengan la posibilidad de aceptar medios de pago o formas o el celular, sacar de mi plata, no tener que andar con billetes en la billetera, ya va a ser un paso enorme.

EC —Va a llevar además a la formalización. En el sector del taxi todavía hay remanentes de informalidad.

JB —Sí, seguramente en toda la economía hay informalidad, ese es el principal obstáculo para utilizar los medios de pago electrónico. El 22 % de IVA es un incentivo demasiado grande para ser informal.

EC —En la aplicación de esta medida al taxi también hay desafíos por el lado de los usuarios, de eso advertían los dirigentes del SUATT con los que hablamos esta semana. No todos los que toman taxi tienen en principio tarjeta, hay quienes se toman un taxi por una emergencia, no lo tenían programado. ¿Cómo ves esa parte de la cosa?

JB —Siempre hay excepciones, en todo. Los que no tienen tarjeta pueden acceder a una muy fácil. Si son trabajadores ya tienen el derecho a tener una tarjeta gratuita y sin condiciones, con hasta cinco extracciones. Ya está el derecho, si tú trabajás podés obtener la tarjeta, no es real que no todos tengan y además la penetración de las tarjetas no bancarias es enorme. Hay cerca de 4 millones de plásticos en el Uruguay, y somos 3 millones de personas y menos adultos. Es verdad, puede haber gente que no tenga tarjeta, y en ese caso va a haber un problema, hay pros y contras.

EC —Ayer decía el subsecretario de Economía, Pablo Ferreri, que no será obligatorio pagar con tarjetas de débito o de crédito, que se habilitarán otros instrumentos electrónicos. Y mencionaba el caso de la tarjeta STM, la misma que se está empleando para pagar el boleto en el transporte colectivo. Esa tarjeta no requiere contar con una cuenta bancaria, simplemente se va recargando cada tanto por ejemplo en una red de pagos. ¿Cómo ves esto de la tarjeta STM?

JB —La tarjeta STM para mí tiene muchísimas ventajas y tiene varios problemas que hicieron y que hacen que se utilice en su amplia mayoría para tener un boleto de una hora o de dos horas. La tarjeta STM es un excelente concepto, vos viajás a cualquier ciudad grande y con el mismo tique de subte te tomás un ómnibus, un colectivo, un tranvía, es una tarjeta general.

EC —Parece claro que en Montevideo no está funcionando con esa eficiencia.

JB —No, no funciona así, y para mí la principal barrera es que la tarjeta STM fue concebida como algo cerrado, exclusivo de la Intendencia [N. de R.: Fuera de micrófono Borkenztain agregó que la tarjeta STM no puede leerse en los mismos terminales que se usa para las tarjetas de crédito y débito], y abrirlo para que lleguen otros medios de pago y le ingresen es muy costoso, muy complicado, y no sé si fue pensada para ser una tarjeta de uso global. A su vez, dónde ir a cargarle plata a las tarjetas de STM también es un inconveniente…

EC —Increíble, ¿no?, que en este momento del Uruguay, de la evolución que ha habido en esta materia, eso no sea algo sencillo…

JB —Tendría que ser absolutamente sencilla de vincular a donde vos tenés tu plata. No se puede imponer al usuario que use cosas. Al usuario hay que darle libertad, tiene que ser abierto. Las cosas que funcionan a nivel global está abiertas a conectarse y usarse…

EC —Veía un mensaje de Alberto que dice a propósito de los taxis: "Lo que ha pasado hasta ahora con los mecanismos de pago electrónico en Uruguay es que nacieron cerrados", y menciona el caso de OCA en los taxis. "Es como si hubiesen inventado billetes solo para un comercio, esto pasa también con la STM entre otras cosas. Es una discusión que nosotros –es alguien que está metido en el tema– hemos tenido con el BCU", etc.

JB —Sí, yo creo que el BCU está muy por arriba de esto, no tendría que meterse en esto… es un tema…

EC —Alberto dice: "Hay que impulsar un centro de clearing que haga el intercambio entre todas las partes y que baje el tiempo a 24 horas o dentro del mismo día".

JB —Sería ideal. Tendría que ser online. Acá hay un problema que es que el cambio tecnológico sucede más rápido de lo que la gente que tiene que implementarlo es capaz de implementarlo. Los bancos, que son el principal motor de esto, son instituciones que tienen 600 años de historia y de sus 600 años de historia 590 o 580 su trabajo real era guardar billetes en una bóveda. Ahora tienen que almacenar información en centros de cómputo. No tienen ni las capacidades ni la experiencia ni la vocación para transformar[se] tan rápido. De hecho, si vos te fijás [en] la plana mayor de todos los bancos… en la cantidad de ingenieros que hay… no sé si me alcanzan los dedos de la mano para contarlos… Tendría que ser al revés, los bancos deberían dejar de ser manejados por contadores y tendrían que empezar a ser manejados por ingenieros para que esta transformación pueda suceder rápido… pero eso es… propaganda de mi gremio.

EC —Ya veo que estás pasando el aviso de los otros sistemas…

JB —Y no estoy buscando trabajo…

EC —Para terminar, entonces hay recursos, hay formas de avanzar para que los usuarios que no tienen tarjeta de crédito o de débito también puedan operar… Una es mejorar el sistema STM, la otra es la que hablábamos hace un rato, el pago por teléfonos celulares…

JB —Sí, en definitiva ahí el teléfono celular actúa como un medio para sustituir la tarjeta, actúa como un medio validador de la transacción… pero de dónde viene la plata, ese ese el problema. Tu plata viene de una cuenta. Esa cuenta es la que hoy en día podrían tener todos los uruguayos, una cuenta o un crédito que te da una institución a través de una tarjeta de crédito.

EC —Hay oyentes que mencionan el instrumento del BROU, el instrumento de Antel, que ya existen.

JB —Sí, pero están todos vinculados… Todas las experiencias están vinculadas siempre a una cuenta en algún lado. El dinero tiene que salir de algún lado; el único que puede crear dinero en este país es el BCU. Entonces el dinero tiene que estar en algún lado para que se pueda mover, ya sea en forma digital o en forma física. ¿Con qué les das la garantía al que paga y al que recibe el pago de que esa transacción se hizo? Puede ser una tarjeta plástica, un celular, tu huella digital, una foto, hay muchos experimentos. De hecho, para mí uno de los problemas de la STM es que cuando se hizo, hace cerca de diez años, se eligió una tecnología que lamentablemente perdió la guerra de las tecnologías. Hoy en día el estándar de pago por proximidad es otro, se llama NFC [near field communication, “comunicación de campo cercano”] y la tarjeta del ómnibus es MIFARE.

Todos los celulares inteligentes desde hace varias generaciones ya tienen la posibilidad de usar NFC, entonces nos estamos perdiendo la posibilidad de que todos los usuarios que tienen un teléfono inteligente paguen el ómnibus sin necesidad de usar nada. Acá hay una decisión: tiramos todo y hacemos algo de vuelta o construimos en el medio. Se puede incluso pensar en otras formas como que en el ómnibus no se pague, de la misma manera que no pagás cada vez que tirás una bolsa de basura en el contenedor o no pagás cada vez que prendés la luz en tu casa, sino que pagás un impuesto; que el ómnibus se pague con un impuesto aparte a fin de año y que subirte y bajarte del ómnibus sea gratis.

EC —¡Esa ya es otra discusión!

***

EC —Mirá lo que aparece hoy en El Observador: “Después de esta decisión del Gobierno, Cambadu decidió pedir una reunión al Ministerio del Interior ante el temor de que pequeños comerciantes sean ahora los destinatarios de los ataques de la delincuencia”, de que los que ya no puedan robar en taxis, los que ya no puedan robar estaciones de servicio, vayan a los pequeños almacenes. Ahí aparece otro desafío, que es eliminar el dinero en esos comercios, para lo cual entra en juego el costo del POS, pero sobre todo el costo que cobran los intermediarios por esas transacciones, en ese punto está centrada una parte de la discusión.

JB —El dinero no es gratis; el cash no lo pagamos nosotros, pero mover plata es caro. Fijate en los transportes de dinero, va un camión blindado, atrás un auto de alquiler con cuatro policías armados… a mí me da miedo pasar cuando están recargando un cajero. No es gratis el dinero, lo que pasa es que lo paga el Estado o lo paga el sistema. Los costos están en algún lado y se tienen que solventar de alguna forma. Cuando pagás con una tarjeta, con un medio electrónico, el que paga el costo es el comercio, se le descuenta un porcentaje, pero ese descuento ha ido bajando y va a ir bajando con el tiempo. En Uruguay se han logrado acuerdos entre los emisores, los comercios y el Gobierno para ir reduciendo. Entonces es como dicen los contadores, P por Q, el precio baja pero aumenta el volumen.

Video de la entrevista

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Transcripción: María Lila Ltaif

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