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Entrevista central, lunes 10 de octubre: Laura Gil

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EC —Otro punto es la elegibilidad política de los guerrilleros. Un resumen de BBC lo planteaba así: “El Centro Democrático rechaza la idea de que aquellos que hayan cometido crímenes graves participen en política, sobre todo que se le aseguren a un partido político conformado por unas FARC ya sin armas cinco escaños en el Senado y cinco en la Cámara de Representantes por dos períodos consecutivos, sin importar si quienes ocupan esas bancas han cometido delitos de lesa humanidad, por ejemplo. Tampoco le convence que haya 16 escaños para zonas del país priorizadas en los acuerdos porque consideran que terminarían siendo para candidatos afines a las FARC”.

LG —Creo que en esto podría haber algún tipo de acercamiento para lograr que la elegibilidad política para los miembros de las FARC se dé solamente después de cumplida la pena. En este punto creo que podría haber acuerdo. Pero insistiría en que lo que ellos no quieren es que las FARC se conviertan en una fuerza política, la campaña que hicieron fue decir “vamos a ser Venezuela”, porque aquí las FARC tienen una propuesta política similar a la de Chávez. Pueden tenerla, pero esas son las reglas de la democracia. Si vamos a desarmar una guerrilla para volverla un partido político, tiene que funcionar en democracia y tiene el derecho a hacer la propuesta política que quiera. Yo estaría muy triste si Colombia se convirtiera en Venezuela, pero dudo de que un país tan tan conservador como Colombia pueda alguna vez llevar a las FARC al gobierno, al poder. Lo dudo muchísimo, me parece que ellos mismos creen muy poquito en los votantes colombianos al creer que eso pueda ser así. Pero eso fue la campaña que hicieron. Y lo que realmente está detrás de eso es cerrarles todas las puertas en política a las FARC, y eso tampoco puede ser.

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EC —El viernes los colombianos se despertaron con la noticia de que el Comité Nobel había resuelto entregar a Juan Manuel Santos el Premio Nobel de la Paz. ¿Fue una sorpresa?

LG —Sí, fue una sorpresa, porque mucha gente ya decía que con el fracaso del plebiscito el Comité Nobel no se iba a atrever a entregárselo. Pero fue no solo una sorpresa muy agradable, porque este hombre se ha jugado todo su capital político por esta paz, todo, no le queda nada, se lo jugó todo entero por el proceso de paz, por tanto es bien merecido, sino que también manda un mensaje de urgencia: el mensaje internacional de que desde afuera la gente sí quiere la paz.

EC —¿Es una injerencia en el proceso?

LG —Yo soy internacionalista, para mí la palabra injerencia es una palabra que se mantiene en el discurso político pero sin efectos prácticos, porque estamos todos metidos en los problemas de todos. Me parece que es un mensaje que le dio nueva vida al proceso, porque el sí se sintió respaldado.

EC —Cuando agradeció el Premio Nobel, el presidente Santos se preocupó por no quedar como el único galardonado, dijo textualmente: “Colombianos, este premio es de ustedes. Lo recibo, en especial, en nombre de las millones de víctimas que ha dejado este conflicto que hemos sufrido”. Abrió el paraguas, tomó esas precauciones, pero ¿el Premio Nobel ayuda o perjudica? ¿Cómo lo ven ustedes?

LG —Creo que hasta el momento ha ayudado, a la oposición le debe de estar dando agriera en el estómago. Hay muchas cuestiones personales mezcladas en esto, hay mucho de envidia. Por ejemplo, Pastrana, que intentó un proceso de paz durante casi tres años, que desmilitarizó una zona mucho más grande que Uruguay para llevar a cabo ese proceso de paz, hoy en día está en contra del proceso de paz. Ahí hay mucho de personal, mucho de envidia, de molestia, de por qué él lo logró y no lo logramos nosotros, se mezclan muchas cosas personales. Y con Uribe hay una cosa personal enorme, que es que Santos llega a la presidencia con los votos de Uribe y lo primero que hace es abrir el proceso de paz. Eso para el uribismo ha sido la traición más grande.

EC —Santos había sido el ministro de Defensa de Uribe, había sido quien había llevado adelante el enfrentamiento bélico con las FARC.

LG —Los golpes más grandes que se le dieron a las FARC fueron con Santos. Por ejemplo en Ecuador cuando cae Raúl Reyes, que es el primer cabecilla, nunca ningún gobierno había logrado un cabecilla de las FARC. Y después empiezan a caer muchísimos cabecillas más; cuando hablo de cabecillas hablo del comando central de las FARC. Pero sobre todo Santos logra rescatar a Ingrid Betancourt.

EC —A propósito del premio y su incidencia, ayer Santos dio un paso más: como el premio viene acompañado de unos 800.000 euros, anunció que con su familia habían resuelto donar el dinero para la reparación de las víctimas, a instituciones, fundaciones, organizaciones que trabajan en apoyo a las familias de las víctimas de la violencia de todas estas décadas en Colombia. ¿Qué tipo de impacto puede tener una medida como esta?

LG —Era lo natural. Este proceso de paz fue ambientado por una medida, la Ley de Reparación de Víctimas –Colombia es el único país que empezó a reparar víctimas en medio de la guerra–. Esa ley se trató de sacar durante la presidencia de Uribe. Yo trabajé mucho en la redacción de esa ley con los dos autores. Intentamos pasarla en el último período de Uribe, pero después de que las dos cámaras la aprobaron, cuando fue a conciliación, Uribe dio la orden de que no se conciliara y la ley cayó. Cuando llega Santos al poder, en el primer año hace pasar esta Ley de Reparación a las Víctimas, que sirvió para ambientar el proceso de paz. Entonces el tema de las víctimas es algo que está muy en el corazón del gobierno de Santos y muy muy cercano a él. Por eso a mí no me sorprendió para nada que tomara la decisión de donar el dinero a las víctimas.

EC —En su intervención de ayer, Santos se mostró confiado en que habrá paz, en que habrá un acuerdo, “tengan la absoluta seguridad de que este proceso lo llevaremos a buen puerto”, dijo. ¿Qué hay que esperar en estos días?

LG —Vamos a una cosa muy difícil. Creo que se va a hablar con la oposición y se van a llevar las propuestas de ellos a La Habana para ver qué logran que las FARC cedan. A las FARC también les va a tocar ceder un poco en algo, porque este acuerdo que ya se votó no puede ser, la Corte Constitucional misma ha dicho que ya no puede ser, la gente ya dijo no. Entonces va a haber un nuevo texto, y la pregunta es cómo se va a aprobar ese nuevo texto, si vamos a ir nuevamente a plebiscito. Pero si ese texto no satisface los mínimos requerimientos de Álvaro Uribe, así vayamos a plebiscito y gane, la confrontación política que habrá en este país no tendrá precedentes en América Latina. Venezuela va a ser pequeño para lo que se viene aquí.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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