EnPerspectiva.uy

Entrevista central, lunes 12 de junio: Susana González y Federico Battistoni

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Para empezar, quiero saludar a nuestros anfitriones, la doctora Susana González, presidenta del consejo directivo e investigadora en el Departamento de Biodiversidad, y el doctor Federico Battistoni, también miembro del consejo directivo del Instituto.

Una primera observación a propósito de algo que es muy notorio: cualquiera que entra al edificio nota una presencia constante de frases e imágenes de Clemente Estable. Es interesante, porque no todas las instituciones tienen un nombre propio que les da su alma, sin embargo ese parece ser el caso aquí. ¿Cuál fue para ustedes el principal legado de Estable?

SUSANA GONZÁLEZ (GS) —El principal legado es que fue un innovador. En un momento en que no existía ni siquiera a nivel académico una institución que hiciera investigación, tuvo el coraje, el atrevimiento, la audacia de muy jovencito, con 27 años, querer dedicarse a la investigación y, lo más importante, no fue algo personal, quiso contribuir al país con investigación.

EC —Él en realidad era maestro.

SG —Fue maestro y después se formó con un investigador en el exterior, Ramón y Cajal, que era un Premio Nobel, en investigaciones en el sistema nervioso. Y consideró que esa formación que adquirió, la forma de investigar, el acercamiento a la ciencia era algo que no se lo podía quedar él solo y que tenía que transferirlo al país. Habló con las autoridades de Primaria y se creó el Instituto, que se inició con cuatro investigadores, entre ellos el propio Clemente Estable.

EC —Unos años después, consiguió financiamiento para el edificio y para el primer equipamiento en un convenio con la Fundación Rockefeller de Estados Unidos.

FEDERICO BATTISTONI (FB) —Exactamente. Después de trabajar con Ramón y Cajal vino a Uruguay ya con la idea fija de construir un edificio específicamente para hacer investigación biológica. Movió sus contactos y logró un aporte muy importante, aparte del nacional, de la Fundación Rockefeller.

EC —Rosario, te voy a pedir que describas cómo es este ambiente en particular donde estamos, este anfiteatro.

ROSARIO CASTELLANOS (RC) —Voy a empezar refiriéndome a otra presencia que me persigue a lo largo de esta recorrida y que es bastante más imponente: el búho, que es el símbolo y que me mira fijo desde la pantalla en esta sala que originalmente, cuando el edificio se construyó en el año 44, era la biblioteca. La biblioteca es un espacio de mayores dimensiones, que tiene además aprovechada la doble altura en parte de sus laterales, donde estaban ubicadas las estanterías de los libros, que, según me han dicho, son prácticamente los libros originales, por lo cual han quedado desfasados y esto hace a que casi no se consulten.

Estamos en una especie de auditorio, una sala auditorio o salón de clase en la que se colocan unas 80 butacas. En este espacio se puede dar una conferencia, una charla, por supuesto en el marco de lo que es este instituto, porque veo a uno y otro lado unos antiquísimos microscopios, hasta una balanza y algunos elementos que seguramente pertenecieron al equipamiento original.

EC —Otro detalle que impresiona es la luz natural, en especial estas ventanas que dan al jardín.

RC —Exacto. Una de las paredes, la que no tiene entrepiso, llega hasta el techo con vidrios, con iluminación desde ese magnífico jardín.

EC —Susana y Federico, ¿cómo definen al IIBCE?

SG —Para mí es mi vida. Desde que estoy acá estoy muy feliz de poder hacer lo que me gusta y de poder compartirlo con estudiantes, con el público en las instancias en que se abre al público. También tiene sus momentos complicados, cuando uno tiene que ajustar el presupuesto para una investigación, pero eso nos lleva a ser creativos.

EC —El Instituto se especializa en biología. ¿Qué importancia tiene la biología hoy?

FB —La biología está en cada una de nuestras acciones diarias, está en todos lados. Para mí el Instituto es mi segunda casa y es también el lugar donde –más allá de los problemas o de las carencias que uno pueda tener– uno puede hacer lo que quiere, y lograr trasmitir esa pasión sobre todo a las futuras generaciones hace que esto sea muy gratificante. Trabajamos mucho con niños, y eso también es un legado de Clemente Estable, el trabajar, trasmitirles la curiosidad por la biología, qué es la biología y cómo funcionan los animales y las cosas.

EC —Acá en el Instituto, que es una unidad ejecutora del Ministerio de Educación y cultura (MEC), trabajan unas 200 personas. ¿Cómo está compuesto ese grupo?

SG —Tenemos 70 investigadores y técnicos presupuestados, eso quiere decir que somos funcionarios públicos, y después tenemos el resto de los investigadores que trabajan con contratos que se llaman de horas docentes, becas de doctorado y de maestría de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), y otro tipo de contratos que los investigadores tratamos de gerenciar, de conseguir a través de proyectos.

Comentarios