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Entrevista central, lunes 12 de setiembre: Óscar Bottinelli, Rosario Queirolo y Adolfo Garcé

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EC —Les he ido planteando algunas preguntas, ahora les dejo libertad absoluta para la última intervención de cada uno.

AG —Primero, agradezco la oportunidad de estar acá, es muy difícil hablar del Sordo y de la gente querida en pasado. Te agradezco mucho, Emiliano.

Segundo, hace exactamente dos meses, el 12 de julio, cayó el mail de la Asociación Uruguaya de Ciencia Política convocando a candidaturas para el Premio Aldo Solari, un premio creado hace tres años para reconocer trayectorias distinguidas en la ciencia política uruguaya. En la primera edición le dimos el Premio Solari a Jorge Lanzaro, y el 12 de julio, en cuanto llegó al mail a mi computadora, le escribí a Rosa: “Es el momento de ir por el Sordo, sí o sí. ¿Estás de acuerdo?”, “Sí –dijo ella–, desde luego, ya consulté acá, estuvimos hablando con Bogliaccini y rápidamente hicimos unas consultas, todo el mundo de acuerdo”. Y ahora te doy la palabra a vos, Rosario, para que cuentes, porque si no la gente va a decir “hay que esperar a que la gente se muera para reconocerla”. No es así.

RQ —No es así, y estamos juntando esas firmas de adhesiones. Tenemos una carta que justifica por qué darle este premio a Luis; de hecho la entrega sería el 28 de octubre, y justo era el cumpleaños de Luis Eduardo. No es fácil que no esté para dárselo.

AG —No te pases de modesta, le pedimos a Rosario, por su cariño, por su amistad y por su profesionalismo, que redactara, junto con otro querido colega, Juan Andrés Moraes, esa nota que ya está circulando y va a seguir circulando para que los demás politólogos la firmen.

RQ —También intervino Juan Bogliaccini. Va a ser un homenaje. El año pasado habíamos hecho otro, gracias a Dios en vida, se lo pudimos hacer a Luis, le dimos el título de Profesor Emérito del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Católica. Pero no nos alcanzaría para decir todos los homenajes que nos gustaría darle sobre todo aquellos que fuimos sus alumnos. El sábado se fue un gran maestro, además de un gran politólogo, no es fácil de encontrar alguien que realmente sea generoso, que comparta su conocimiento, que ayude a crecer a las generaciones más jóvenes y las impulse hacia delante. Ojalá que hayamos aprendido algo con Fito, que compartimos esa cátedra y los dos seguimos siendo profesores, ahora en diferentes universidades. Ojalá algo de esto se nos pegue.

OB —Yo me enteré hoy de lo del premio, como también me enteré ayer de la enfermedad, y adhiero plenamente a la candidatura al Premio Aldo Solari.

Una reflexión personal, de la que ya tuve una primera etapa cuando murió César. César, Luis Eduardo y yo acostumbrábamos a hacer mesas, o hacían mesas a las que nos invitaban a los tres. El año antes de la muerte de César Luis Eduardo ya había empezado a dejar de participar, se le complicaba sobre todo la etapa de las preguntas, y las últimas las hicimos César y yo y generalmente algún politólogo que no tuviera que ver con encuestas; Fito participó en la última. Pero después de la muerte de César, cuando me llamaron de ADM, dije “no, no quiero ese papel solitario”. Y la muerte de Luis Eduardo me genera un problema existencial, es duro, porque además particularmente entre el Sordo y mi figura muchos generaron algunas contraposiciones…

EC —La competencia entre los dos por verificar un resultado, quién era el que daba el resultado de una elección.

OB —Por algo menor en última instancia, que era el show televisivo. Esta nueva situación me genera un vacío en el orden personal y existencial.

Video de la entrevista

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Transcripción: María Lila Ltaif

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