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Entrevista central, lunes 17 de abril: Yamandú Orsi

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EC —¿En qué quedó el Plan Maestro de Ordenamiento Territorial del Parque Roosevelt, que se elaboró durante el segundo gobierno de Marcos Carámbula y se presentó en febrero de 2012?

YO —El plan sigue siendo la guía, nada puede hacerse fuera de él: la cantidad de metros ocupados, que si se tiene que cortar un árbol –que por suerte hasta ahora no hemos cortado mucho, se ha cortado en algunos emprendimientos– hay que plantar tres, cuál es la vocación, cuál es el espacio que se está pensando básicamente para la ciudad de los niños o la parte del parque que está más pensada para la recreación infantil, cuál es la parte que en algún momento va a tener que desarrollarse para espectáculos deportivos o eventos deportivos. Algunas de las propuestas que se presentaron en su origen se cayeron o no han dado más señales. Hay un plan que rige qué se puede hacer y qué no. Todos recordamos lo que fue el lío por el estadio de Peñarol, gracias a la existencia de un plan se tuvo que tomar medidas, ver qué zona era la adecuada para hacer el estadio y cuál no, y eso llevó a Peñarol a tomar decisiones que lo sacaron del parque. Yo puedo interpretarlo como una derrota porque habría sido bueno, o al revés, como un triunfo. El plan sigue siendo la guía que nos indica cuánto ocupar, de qué forma, el canon que se tiene que pagar.

EC —Preguntan de la audiencia: “Y mientras tanto, ¿no se puede limpiar?”. Hay quejas a propósito del estado del Parque Roosevelt.

YO —Se limpia. Quienes viven ahí, si hace 10 años que viven ahí, recordarán lo que era ese parque hace 10 años. Un parque que era conocido básicamente por la cantidad de cadáveres que aparecían en un año, una tierra de nadie. Pero tampoco se puede decir que es un lugar donde existan muchos basurales. No olvidemos que es un parque de eucaliptos, de vegetación distinta, y algunos pinos, y que son más de 300 hectáreas, de las cuales la faja primera, la del norte, la uno, está básicamente ocupada por Ingenieros 1 del Ejército, y al sur son cientos y cientos de hectáreas que eran tierra de nadie y queremos que de a poco empiecen a ser colonizadas por los vecinos. En eso estamos.

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EC —La IC viene desarrollando consultas con vecinos y organizaciones sociales y de productores como parte de un proceso para elaborar un Plan de Ordenamiento Rural que se va a presentar en marzo de 2018, según se ha anunciado. ¿Cuál es el objetivo, concretamente?

YO —La Ley de Ordenamiento Territorial nos obliga a elaborar herramientas para el ordenamiento del territorio. Y tenemos el orgullo y el honor de decir que empezamos a elaborar las herramientas antes de la ley; el plan de la costa, el Costa Plan, apareció antes que la ley. Por lo tanto como Intendencia podemos decir que hemos cumplido muy bien los deberes. Y seguimos elaborando las herramientas, que son polémicas, para establecer las reglas de juego para cada sector del departamento. Ruta 5 sur ya está resuelto, estamos en el plan de ruta 8, la Costa de Oro, que va desde Pando hasta Jaureguiberry, es un plan impresionante por lo voluminoso y lo trabajoso. Hay un plan parcial Camino de los Horneros, que está en elaboración y que ya llegó a la Junta. Y uno que tenemos que hacer sí o sí es el de la ruralidad canaria, por las características del departamento, no porque seamos nada raro. El 26 %-27 % de la población rural del país está en Canelones. Y a su vez, tenemos una tradición de producción familiar de pequeña y mediana extensión que marca la tónica o que nos define como departamento. El departamento chacarero, agricultor, viticultor, con producción avícola, en fin.

EC —Usted ha dicho que la IC procura favorecer a estos productores, que son en su mayoría familiares. ¿Cómo engancha esa intención con este plan?

YO —El tema y lo novedoso en los últimos años es la aparición de la agricultura extensiva. Hay dos novedades, la otra es la fortaleza que ha cobrado la ganadería en Canelones, que hoy es el segundo rubro de producción, manteniendo la unidad productiva como es, o sea, el pequeño y mediano productor hoy se está beneficiando y está encontrando en la ganadería una alternativa. Es una novedad bienvenida y que no genera mayores ruidos.

La que sí está generando algunos ruidos es la producción extensiva de carácter agrícola o el agronegocio, como se lo define. Capaz que lo más conocido es la soja, pero no es solo la soja. Son unidades productivas muy extensas, no necesariamente en una sola propiedad, por lo general son varias propiedades, algunos arrendamientos o gente que compra mucho. Ahí se están generando algunos ruidos, porque la forma de llevar adelante un emprendimiento de este tipo a veces afecta a una gran cantidad de vecinos o hace necesario elaborar cada vez más herramientas para armar reglas de juego claras. No es que yo defienda al productor familiar, defiendo la producción familiar por una cuestión estratégica, no es que me ponga la camiseta del pequeño productor porque me gusta. Creo que la soberanía alimentaria del departamento y del país se basa en la producción hortícola y frutícola, que no solo está en Canelones, pero que tiene como actor fundamental el pequeño y mediano productor que provee los alimentos básicos al área metropolitana.

Cuando aparece un productor que le paga a una empresa para que lleve adelante algunas prácticas, por ejemplo el vertido de agroquímicos, o cuando tienen que fumigar, el problema es la tecnología que exige una extensión tan grande. En Canelones la Junta Departamental votó hace unos años la prohibición de la fumigación con avioneta. Por una cuestión obvia, te movés 5 o 10 kilómetros y te encontrás con un centro poblado, que puede ser una villa, puede ser un pueblito, puede ser una ciudad. Nuestra trama de centros poblados urbanos y suburbanos es tan intrincada y se interrelaciona tanto con la ruralidad que es complejo. Entonces tenemos que hacer un plan de ordenamiento en el que se establezcan las reglas de juego. Se nos planteaba si se prohíbe o no se prohíbe; no sé, capaz que hay cosas que se prohíben.

EC —Hay varias campañas encabezadas por productores o grupos medioambientalistas que reclaman directamente que se prohíba la producción de soja en Canelones.

YO —Soja transgénica, meten en el discurso el tema de lo transgénico como un problema, como una dificultad, o como algo a estudiar y analizar. Lo que nosotros nos estamos planteando es bastante menos ambicioso quizás, es cómo hacemos convivir –si es que se puede– modelos productivos distintos, cuáles tienen que ser las reglas de juego en un departamento como el nuestro. La superficie que ocupa la producción de soja –que ha sido tan llamativa y tan novedosa y creo que tan beneficiosa al hablar de los números gruesos a nivel de país– en Canelones es el 2 % del total del país. Conviene ponerla en su real dimensión.

Además tenemos en Canelones una cantidad de desafíos que tienen que ver con lo ambiental, sin duda, pero con el tema de soberanía alimentaria, que pasa también por un tema del cuidado de los recursos naturales. Por ejemplo, tenemos una cantidad de tambos que han tenido que ponerse a tiro a partir de disposiciones de carácter nacional. Por ejemplo, en este país hoy estamos hablando de planes de manejo de suelo, que al principio obligaban a nivel nacional a los que tienen más de 100 hectáreas, y en Canelones no entraba nadie o muy poquitos. En Canelones sí o sí vamos a tener que empezar a trabajar con planes de manejo de suelo en extensiones bastante menores.

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