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Entrevista central, lunes 19 de setiembre: Marta Jara

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EC —Por ejemplo, hoy en el diario El País el senador Pablo Mieres dice que “es un escándalo lo que ocurre con la planta de cal de Treinta y Tres, que fue reconstruida por Ancap para abastecer a un único cliente en Brasil que ahora cerró”. Recordó que “la planta de cal ubicada en Treinta y Tres costó US$ 140 millones, cuando se había proyectado que costara US$ 80, ya pagaron US$ 10 millones de multa por incumplimientos en la cantidad y calidad de la cal vendida. Es un escándalo. Y ahora no sabemos a qué precio vende y a quién vende. Tengo entendido que estaría vendiendo a precios bajos, lo que a su vez perjudica a las caleras privadas que en general son chicas”. ¿Qué dice sobre esta situación en particular?

MJ —Primero quiero aclarar que el cliente ancla de esta planta de cal sería la generadora de energía CGTE, que no cerró.

EC —Lo que cerró es la planta de Candiota.

MJ —No cerró. Esa planta a veces cierra por mantenimiento y recientemente tuvo una clausura ambiental, pero volvió a funcionar. Son cosas puntuales que de ninguna manera invalidan el contrato que tenemos con ellos. Cuando nosotros entramos ese contrato estaba en riesgo justamente porque la planta de cal de Ancap tenía que entrar en funcionamiento, cosa que se logró en junio de este año, se cumplieron todas las pruebas.

EC —Venía demorada con respecto a los compromisos que había asumido en Brasil.

MJ —Correcto, venía demorada y venía con sobrecostos, pero la buena noticia es que está en funcionamiento, que cumple con las especificaciones y que el contrato con CGTE se pudo renegociar, se está vendiendo a un precio de US$ 200 la tonelada y se están buscando otros clientes. Es algo que también se está revirtiendo, la tendencia de una planta que tenía problemas, y vamos a seguir trabajando.

EC —¿Y qué dice a propósito de esa particularidad de que se estaría vendiendo a precios bajos que perjudican a otras empresas caleras privadas?

MJ —No creo que sea así. Además este cliente era un cliente de Ancap y sigue siendo, no estamos vendiendo a otros clientes por el momento.

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EC —Volviendo sobre lo que charlamos recién, pregunta Roberto desde la audiencia: “¿No será hora de liberar la importación de combustibles y dejar que el mercado fije el precio?”. ¿Qué contesta?

MJ —En este momento los márgenes de resignación son de US$ 5, US$ 6 por barril, lo que quiere decir que conviene importar el crudo y refinarlo. Así que no veo esa posibilidad.

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EC —Pasemos al capítulo ALUR, una de las subsidiarias de Ancap más cuestionadas, tanto durante la actuación de la comisión investigadora como en los últimos días. La oposición denuncia que ALUR tiene números positivos porque Ancap la subsidia y le paga por los biocombustibles que se producen en Bella Unión precios más altos que los del mercado internacional. ¿Cómo ve ese panorama?

MJ —Las inversiones en ALUR están hechas, hay una ley que obliga a la mezcla de biocombustibles nacionales y hay contratos entre ALUR y Ancap. Estamos tratando de que la gestión de ALUR sea lo más eficiente posible, hay todo un ciclo que tiene que ver con la siembra de la caña de azúcar, etcétera, el área sembrada. Estamos haciendo cambios en general, estamos tratando de que todas las empresas vinculadas se ajusten a ciertos lineamientos, hagan carne propia que cada peso cuenta, también las subsidiarias. Así es como pensamos mejorar los costos de los biocombustibles y por lo tanto los costos globales de los combustibles.

EC —La semana pasada entrevistamos al senador Leonardo de León, que ocupó varios cargos en ALUR, uno de ellos el de presidente, y él insistía en que Ancap solo le paga a ALUR un precio subsidiado por los biocombustibles producidos en Bella Unión, o sea, solo por una parte de la actividad ALUR. Y eso debido al impacto que ALUR genera desde el punto de vista del desarrollo y la generación de empleo en una zona deprimida del país, como es el norte, y Bella Unión en particular. ¿Usted también justifica la existencia de ALUR y los costos extra que termina implicando?

MJ —La provisión de biocombustibles de Bella Unión tiene un precio más caro que el de Paysandú, eso es correcto. Nosotros tenemos un mandato, y además cualquier empresa lo hace así, de balancear lo económico, lo ambiental y lo social. Dentro de ese marco lo importante es buscar el equilibrio, la sustentabilidad y la mayor eficiencia. A eso estamos abocados.

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