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Entrevista central, lunes 2 de enero: Elbio Rosselli

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NB —Usted señala que la voluntad colectiva es la única que puede lograr introducir cambios y hacer las modificaciones que de repente son necesarias, sin embargo voluntades individuales sí pueden trancar algunos cambios. Eso es parte de lo que está en discusión cuando se habla del funcionamiento del Consejo de Seguridad, por ejemplo.

ER —Usted puede estar haciendo referencia ahí al famoso tema del veto. Solamente cinco privilegiados tienen –ni siquiera le llamo derecho al veto– el privilegio del veto, instaurado en la Carta de las Naciones Unidas de 1945, por la cual sin el voto afirmativo o la abstención de uno de ellos el Consejo de Seguridad no puede tomar decisiones. Así son las reglas de juego, así han sido durante 70 años y quizás algún día se modifiquen.

RA —¿Por qué dice “quizás algún día”? ¿No está previsto hoy en la agenda? Se lo pregunto porque el propio Ban Ki-moon en sus últimas declaraciones hizo alguna manifestación en torno a la necesidad de cambiar esa estructura o algo de esa forma de funcionar del organismo.

ER —El problema es por dos lados. Por un lado, en qué beneficia a los actuales poseedores del mayor poder, los miembros permanentes, compartir ese poder con más miembros. Segundo, los demás miembros de las Naciones Unidas no se han puesto de acuerdo en qué tipo de modificación o reforma se querría instaurar, ni en cuanto al número de eventuales miembros del Consejo de Seguridad, ni en cuanto al ejercicio del veto por nuevos miembros del Consejo de Seguridad. Hay un desencuentro de intereses y de posiciones que ha hecho que llevemos ya más de 17 años con el tema reforma de las Naciones Unidas en la consideración de la Asamblea General sin ningún avance sustantivo.

NB —Usted destacaba la experiencia de Guterres como alto comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados. ¿En qué podría llegar a incidir para cambiar en algo la situación de Siria, por ejemplo, y de los refugiados en general?

ER —La figura del secretario general de las Naciones Unidas es una figura de estatura moral. Es una guía para la institución, pero al mismo tiempo no es el dueño de la institución, siempre ha habido una notoria tensión entre el secretario general y en particular los miembros permanentes. No hay que olvidar, sin ir más lejos, que algún secretario general del pasado –estoy pensando en Butros Gali– no fue reelegido por la oposición de uno de los miembros permanentes, que no estaba satisfecho con cómo se había conducido en la Secretaría General. Por consiguiente, el secretario general en sí no tiene más poder que su persuasión y la calidad de sus propuestas, de manera de convencer o compartir con el Consejo de Seguridad su visión y procurar trabajar en conjunto. Es una tarea sumamente difícil, algún ex secretario general la ha calificado como el trabajo más imposible en el mundo.

RA —Otra de las razones por las cuales este será especial para la ONU es la asunción como presidente de EEUU de Donad Trump, quien ya ha dicho que bajo su mandato la relación de su país con este organismo internacional cambiará. No sabemos bien cómo, pero la semana pasada volvió a referirse al tema, se preguntó: “¿Cuándo vieron a Naciones Unidas resolver problemas? No lo hace, ellos causan problemas”. Y recientemente ha afirmado que la ONU “es un club para hablar y pasarla bien”. ¿Cómo espera que sea la nueva relación de EEUU con la ONU?

ER —En términos generales, a los diplomáticos no nos gusta hacer predicciones, en particular cuando se trata de un gobierno nuevo que todavía no ha comenzado sus funciones ni está manteniendo en la realidad posición alguna, puesto que aún no está en funciones. Tendremos que ver, cuando asuma el Gobierno del presidente Trump, cómo ese Gobierno se va a manifestar a nivel nacional e internacional. En términos generales, a partir del día en que se asume el Gobierno, se asumen también obligaciones, compromisos, y se presenta la necesidad de equilibrar muchísimos intereses, y a veces muchas de las cosas que se dicen antes de asumir el cargo luego se ven no digo sustancialmente modificadas, pero al menos cambiadas con respecto a las manifestaciones anteriores. Ya veremos cómo se manifiesta el nuevo Gobierno de los EEUU en ese sentido. Es muy claro, sin embargo, que el señor Trump hasta el momento no ha manifestado una gran simpatía por las Naciones Unidas, digámoslo así suavemente.

NB —Más allá de las decisiones concretas que pueda tomar cuando esté al frente de la presidencia de EEUU, ¿cómo juega que el presidente de un Estado miembro tan importante como es EEUU para Naciones Unidas tenga esa falta de credibilidad hacia el organismo?

ER —El presidente electo ha hablado con mucha frecuencia sobre su interés en mantener mejores relaciones con Rusia. Si EEUU logra tener un relacionamiento mejor con Rusia, ya son dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad que podrían estar compartiendo determinados liderazgos, lo cual podría ser muy útil para la organización, en la medida en que sean liderazgos en temas y conductas que los demás miembros hallen satisfactorios. Por consiguiente, ahí tenemos un gran potencial para unas Naciones Unidas más eficientes, más efectivas, si realmente la voluntad de EEUU y Rusia logra convencer al resto de la membresía.

RA —El sábado 24 de diciembre pasado el Consejo de Seguridad emitió una resolución que fue toda una sorpresa para el mundo: la condena a Israel por la instalación de asentamientos en territorio palestino y la exhortación a deponer esa actitud en el futuro. La resolución fue aprobada porque por primera vez EEUU, que normalmente vetaba mociones similares, se abstuvo de votar en esta ocasión. ¿Qué importancia le adjudica a esa resolución?

ER —La resolución no contiene ningún elemento nuevo más allá de la abstención de EEUU. Los temas que la resolución trata han sido tratados en numerosísimas resoluciones ya aprobadas por el Consejo de Seguridad, y forman parte del elemento central de las resoluciones y recomendaciones del Cuarteto de Medio Oriente. Por consiguiente, no hay novedad en el contenido, la novedad mayor fue la abstención de EEUU.

NB —¿Se esperaba que EEUU tuviera esa actitud?

ER —Para quienes estamos en el oficio, la resolución contiene las suficientes ambigüedades como para haber logrado que EEUU pudiese dejar la oposición por una abstención. En términos generales, el texto de la resolución, si bien contiene elementos importantes y de reafirmación de principios de derecho internacional, tales como el no reconocimiento de la adquisición de territorios por medio de la guerra, no contiene ningún elemento sustancialmente mayor.

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