EC —El año pasado se perdieron 28.000 puestos de trabajo según reconocía y lamentaba anoche el ministro Ernesto Murro en el mensaje por radio y televisión. Y según informes de las consultoras privadas, por ejemplo Deloitte, para este año la perspectiva sería la de otra pérdida, esta vez de entre 25.000 y 30.000 puestos de trabajo. ¿Cómo entra esa variable en el reclamo que ustedes hacen a propósito de las pautas salariales?
FP —Primero, muchos puestos de trabajo se habrían perdido rebajando 3 % los salarios, rebajando 5 %, rebajando 10 % o rebajando a la mitad. Sencillamente porque el comercio uruguayo de algunos productos, por ejemplo el de autopartes, quedó casi anulado. Entonces ahí no hay un problema salarial en la pérdida de puestos de trabajo, hay un problema de mercado externo, básicamente vinculado a lo que planteó Marcelo en la primera parte de la entrevista.
Segundo, los aumentos de carácter nominal se hacen en países donde la inflación es muy estable, por ejemplo en los países nórdicos, no donde la inflación es tan volátil como en el Uruguay. Mucho menos cuando se preveía que la inflación iba a bajar un punto por año y ha aumentado un punto.
Entonces, ¿es posible que los trabajadores, sin pelear, demos por aceptado que en el 2016 va a haber pérdida salarial? Porque estas pautas son negativas, hay que ser contundente en esto. Con estas pautas, en el 2016 va a haber pérdida de poder adquisitivo en buena parte de los sectores de actividad. No es que se va a mantener el salario en una situación en que se mantiene el producto; no, se va a perder salario, sobre todo en el interperíodo.
Entonces, ¿es posible que nosotros no digamos esto? ¿Es posible que digamos que el único precio tarifado es el salario y todos los demás ajustan los precios como sea? ¿Es posible que se firmen convenios en los que hay una cláusula que dice que no se pueden llevar los ajustes salariales a precios, pero vas a comprar el producto y aumentó? ¿Es posible que la inflación de alimentos esté en un promedio de 4 % pero en algunos de ellos sea de 14 %, 15 %, 16 %?
Hay un sector del empresariado uruguayo que tiene una política muy especulativa con relación a los precios. Si usted habla con un productor agropecuario y ve al precio que salió el producto de su chacra y lo compara con el precio en el supermercado, se cae de espalda como en los dibujitos animados del 60. El problema es que con el salario las personas van y compran, el 60 % del salario está vinculado a alimentos, bebidas y alquiler, y resulta que tenemos 70.000 viviendas tapiadas, precios carísimos y salarios muy bajos.
Ayer Burgueño en su oratoria tenía tres recibos, dos de trabajadores del comercio y otro de una cartonería que no llegaban a cobrar $ 9.000 por mes. ¿Alguna persona puede vivir mínimamente en el Uruguay con ese salario? Yo creo que no. Y si creemos que no, ¿vamos a dejar de pelear simplemente porque el Poder Ejecutivo crea que estas son las pautas adecuadas o el propio presidente nos diga que no las va a modificar? No, tenemos que pelear para modificarlas. Y de hecho, en algunos de los acuerdos salariales, en unos cuantos, se ha logrado modificar aspectos sustanciales: creación de fondos sociales, partidas anuales complementarias, sistema de cuidados. Es decir, hemos buscado una serie de variables para que el convenio colectivo garantice el poder adquisitivo de los trabajadores.
