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Entrevista central, lunes 2 de mayo: Fernando Pereira, Marcelo Abdala

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EC —Lo otro que puntualizan es que, según estudios de consultoras independientes, los supermercados abastecen aproximadamente un 30 % del mercado, y por lo tanto alrededor del 70 % de los productos alimenticios son abastecidos por almacenes minoristas, autoservicios, carnicerías, ferias u otros canales de venta.

FP —Usted no crea, invite al sector industrial –que no sé si querrán hablar, porque también ellos son los principales compradores– para ver cómo negocian el precio y al mismo tiempo cómo crean las condiciones para que el minorista asuma los precios que ellos fijaron. Si al almacenero del barrio le dicen “este producto vale tanto y lo tiene que vender a tanto", le dan una orientación. Y obviamente fija ese 25 % del mercado, el que tiene las grandes superficies. Cuando nosotros decimos que hay especulación, es porque la inflación de alimentos fue 4 % y en algunos productos fue 15 %. Porque una persona se para en la frontera del Chuy y 20 metros para allá puede comprar 12 paquetes de pasta de dientes por lo que 20 metros para acá puede comprar dos. Esta situación se da en muchos productos importados, es decir que hay especulaciones de todo tipo, tamaño y color.

Esto no es que nosotros lo pensemos. Hay una comparación, la está haciendo el Cuesta-Duarte. Cuando hagamos esta movilización en los supermercados, que ya decimos desde ahora que va a ser pacífica, no se le va a impedir el ingreso ni la salida a nadie, ni se va a censurar una cadena en particular…

EC —Está contestando a varias de las objeciones que recibieron por las preocupaciones que generó este anuncio.

FP —Les faltó llamar a la ONU. Hablaron con el ministro del Interior, con el ministro de Economía, con no sé cuántos ministros, salvo con la ONU…

EC —¿No es una forma de escrache de todos modos?

FP —El peor escrache es que alguien vaya al almacén y se dé cuenta de que por $ 1.000 compra menos que la semana anterior sin que nada haya sucedido. Nada, absolutamente nada. Los commodities bajan en todo el mundo y los precios suben en el Uruguay. Decimos que este es el país más caro del mundo –no sé si alguien lo ha podido demostrar, me parece que es parte de una frase– y no decimos por qué es el país más caro del mundo, no buscamos explicaciones. ¿Cómo se construye un precio en el Uruguay? ¿Por qué pagamos la carne tan cara en un país productor? ¿Por qué en un país que produce alimentos para 35 millones los 3 millones de uruguayos tenemos dificultades para acceder, sobre todo el sector de uruguayos más débiles? ¿No es acaso esta una reflexión filosófica que todos tendríamos que tener? Por ejemplo, ¿por qué verduras y frutas, que son fundamentales para la salud humana, según ya está analizado por la Organización Panamericana de la Salud, la Organización Mundial de la Salud, los principales médicos uruguayos, no son accesibles para la sociedad? El pescado, ¿por qué en un país donde el pescado debería ser relativamente barato es casi imposible de comprar?

Con esto quiero decir: ¿es que nosotros vamos a bajar la inflación con estas movilizaciones? No, eso sería mentirle a la gente. Queremos generar tal sentido de pertenencia de la sociedad uruguaya al control de precios que el Estado se vea obligado a tomar medidas. Y esas medidas pueden ser acuerdos de largo plazo con los empresarios, que tienen que tener dos condiciones: que sean de largo de plazo y que sean controlables. Porque de nada sirve congelar un precio un día después de que se remarcó. Si usted escucha las murgas en Carnaval, casi todas hablaban de remarques. ¿Por qué hablaban? Porque todos nos damos cuenta de que vamos a comprar un kilo de bananas y vale $ 80, y de repente pasamos por la feria a la semana siguiente y esa banana ecuatoriana vale $ 40. O el queso, o las nueces. Las nueces parecen de primer mundo en el supermercado y están a la mitad o menos en la feria. ¿Es solo una cuestión de impuestos? ¿O hay atrás una cuestión de lucro? Entonces tenemos que pelear en dos direcciones, mejorar los salarios y que aquellos alimentos o aquellos artículos que consume más la gente trabajadora, la gente más humilde, estén a precios accesibles.

MA —Como hay distintos intereses es absolutamente lógico que la Asociación de Supermercados se haya sentido molesta por la decisión que tomó el PIT-CNT. Nosotros nunca entramos en el concepto de escrache, ni siquiera en el concepto de que el PIT-CNT iba a desarrollar un control de precios. Lo que siempre establecimos es que íbamos a desarrollar movilizaciones para convencer, para sensibilizar a la población, y por efecto indirecto para ir a una discusión con el Poder Ejecutivo acerca de la necesidad, si considera que se están tomando precios abusivos por posición dominante, de tomar medidas concretas.

Pero desde una perspectiva no marxista, no colectivista, hasta desde una perspectiva de los derechos del consumidor, la pregunta es: ¿por qué el movimiento obrero que lucha por los ingresos de la gente a través del salario no puede desarrollar sus acciones, denunciar los lugares donde consideramos que se está tomando un precio abusivo? ¿Cuál sería la razón para no hacerlo? ¿Es que está planteado que tengan alguna dificultad los propios trabajadores para desarrollar su labor? De ninguna manera. ¿Es que está cuestionada la libre circulación de la gente? De ninguna manera. Entonces, creo que la molestia también refleja que se está intentando comenzar a transparentar lo que en nuestro país funciona como un secreto espantoso y son los saltos que en algunos sectores de las distintas cadenas de producción, distribución y comercialización pegan los precios en detrimento de la población.

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