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Entrevista central, lunes 20 de junio: Ignacio Otegui

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EC —Pero no son ustedes quienes financian eso.

IO —Depende, hay momentos en que se puede financiar y hay rubros en que no. Hoy es más fácil encontrar financiamiento para mucho tipo de obras que hace 10 años. Algunas cosas se financian con recursos propios del Estado, que tiene dificultades, y otras se financian con recursos multilaterales, de bancos o de organismos multilaterales, que de hecho han puesto a disposición del gobierno uruguayo cifras muy importantes para invertir, en forma de crédito. Pero todo eso es déficit fiscal, juega en las cuentas públicas; en todo caso el misterio está en lograr lo lograron algunos países, que esos créditos de muy largo plazo no jugaran en las cuentas fiscales.

EC —Justamente, este fin de semana el economista Ernesto Talvi, en una entrevista con El Observador, propuso para salir o para tratar de salir rápido de esta crisis en la que el país más o menos se encuentra lo que él llama austeridad inteligente: no solo medidas “que se limiten a poner en orden las cuentas fiscales, sino también medidas proactivas que apunten a generar crecimiento, empleos de calidad y dinamismo”. En ese sentido, planteó: “Hay que hacer obras de infraestructura apelando al crédito de los organismos multilaterales. Esas obras generan inmediatamente reactivación”. Habla de un “shock de infraestructura”. Claro, la pregunta a continuación es: ¿más endeudamiento?, ¿cómo encaja un shock de endeudamiento en un contexto como este? Talvi dice que si ese tipo de proyectos tienen la aprobación de ese tipo de organismos, con el asesoramiento técnico correspondiente, puede lograrse que el FMI y las calificadoras no computen esos gastos como parte del déficit fiscal.

IO —De alguna forma, lo que plantea Talvi –en lo que estamos de acuerdo, planteamos cosas parecidas en el 2014, en plena campaña electoral fuimos nosotros los que pusimos arriba de la mesa el problema del déficit de inversión en infraestructura que el país venía acumulando– es lo mismo que se maneja por otro lado con las PPP. Las PPP son recursos que el Estado se obliga a pagar, con un resultado determinado de uso durante 25 años o 20 años. No va a las cuentas fiscales, un privado pone el dinero, en lugar de un banco, aunque muchas veces están los bancos atrás, que son los que terminan comprando el negocio. No es déficit fiscal, es una cosa parecida; en definitiva es un eufemismo si son o no son déficit fiscal. Creo que habría que analizarlas desde el ángulo de si son inversiones bien hechas y necesarias para que un país pueda sostener razonablemente la infraestructura que le permite ser competitivo, y que tanto el Banco Mundial como los organismos que en última instancia resuelven las calificaciones de un país deberían tomar en cuenta, además de esos créditos, cómo y en qué fueron aplicados. Si así fuera, sería razonable que no castigaran un país que hace las cosas bien. Por supuesto, no queremos terminar como España, que hizo en PPP aeropuertos que nunca funcionaron.

EC —Esa es la otra historia, el exceso.

IO —El exceso, pero es el mismo instrumento. Por eso hay que ser cuidadoso con esos instrumentos. Creo que son más exigentes en los análisis y en los controles los organismos multilaterales que Talvi nombraba que después los regímenes de PPP.

***

EC —¿Cuántos años lleva al frente de esta gremial?

IO —Más de lo que desearía, probablemente.

EC —Mis cuentas dicen que desde 1992.

IO —Con una interrupción entre el 2001 y principios de 2005.

EC —Usted es casi sinónimo de CCU.

IO —Dijera un querido amigo: el problema es que sos vocacional, te gusta eso. Me gusta y lo hago con gusto. A veces me cansa un poco, pero bueno.

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