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Entrevista central, lunes 20 de junio: Ignacio Otegui

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EC —Le preguntaba por algunas iniciativas que se han escuchado, incluso en el congreso del Sunca, llamando a una inversión pública fuerte en infraestructura y también en vivienda. En el caso de la vivienda están en juego también los proyectos al amparo de la vivienda de interés social, donde la inversión es privada. ¿cómo evalúa lo que ha pasado en esa materia?

IO —Creo que ha sido una buena ley, que ha dado un buen resultado. En última instancia probablemente se esté dando ya satisfacción en términos de oferta a los segmentos de la clase media de mejores ingresos, y la preocupación del gobierno y me consta que también de los propios inversores es cómo lograr llegar a los segmentos medios y medios bajos de la población. Ahí tiene un rol importante el sistema financiero en generar mecanismos de crédito en unidades indexadas, en monedas que estén más ligadas a cómo la gente percibe sus salarios, sus ingresos fijos, y cómo ajustan esos salarios o ingresos fijos; me da la impresión de que ahí todavía hay un camino extenso para recorrer. Tal vez las tasas de interés estén un poco altas y eso termine impactando en la cuota de una forma un poco mayor de lo que la gente pueda pagar o sería deseable.

Un comentario. En Uruguay, en términos de medición con el PBI el crédito inmobiliario no pasa del 13 %. Cuando uno mira los países que tuvieron problemas en su negocio inmobiliario y se generaron burbujas, el crédito inmobiliario –o sea, la deuda de las familias por las viviendas– superaba el 80 %. Eso le pasó a España, le pasó a Irlanda, a EEUU. Uruguay está muy lejos de esa situación y creo que es mejor que sea así, en definitiva la tal burbuja inmobiliaria en Uruguay no existe y no va a existir. En todo caso podrá haber precios que puedan bajar o subir en función de la necesidad del que invierte de convertir o hacer líquida una propiedad, el valor de una propiedad.

EC —A propósito del momento de este tipo de viviendas, los dirigentes del Sunca a quienes entrevistamos la semana pasada se detenían en un problema que ellos han percibido, y es que desde que se anunció la ley hubo una especulación que encareció enormemente las tierras, lo que está dificultando la construcción de esta clase de casas y apartamentos. Por eso plantean que el Estado recurra a su propia cartera de tierras. “Hay tierras que hace muchos años que están ahí, que no producen”, que podrían ponerse en juego a efectos de facilitar las cosas. ¿Qué dice usted?

IO —Hemos hablado por lo menos en los últimos 20 años, que yo me acuerde, de la cartera de tierras del Estado. El Estado tiene una cartera de tierras, pero la lentitud en poner en juego esa cartera de tierras es magnífica, es una cosa llamativa. No sé por qué, si es porque sobrevalúa lo que tiene y cree que vale más de lo que vale, o si los procedimientos para tomar las decisiones son tan lentos que pasan las administraciones y el problema sigue. En todo caso, es cierto que cuando sale un proyecto o sale la posibilidad de inversión en distintas zonas del territorio, los que tienen la propiedad de la tierra en general tratan de obtener el mejor rédito por ese valor. Eso es parte de las leyes de juego de la oferta y la demanda.

Hay que ser claro en una cosa, esta ley de presupuesto, la que está vigente, es la que le ha asignado mayor cantidad de recursos en la historia al Ministerio de Vivienda [Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente] (Mvotma), arriba de US$ 1.000 millones. Veremos si esos US$ 1.000 se van a las cooperativas de ayuda mutua, a Fucvam (Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua), al plan sindical, o se van a otros segmentos, como hace algunos años hacía el ministerio. Da la impresión de que la inversión pública se ha concentrado en esas dos franjas, la mayor parte de la inversión del Estado va para esas franjas y queda al descubierto un montón de gente que no pertenece a ninguna de esas dos formas de acceso a la vivienda, que no quedó amparada. Ahí hay otro tema para trabajar con un poco más de inteligencia.

EC —Vayamos a lo que se viene en la negociación salarial. ¿Cómo avizoran la instancia sobre fines de este año en el vínculo CCU-Sunca?

IO —Compleja. Cuando se empezó Botnia estábamos en 20.000 y pocos puestos de trabajo, cuando estábamos construyendo Montes del Plata estábamos en 73.000 y fracción y hoy estamos en 46.000, el escenario es bien diferente. Durante los años anteriores teníamos una industria con actividad creciente, un país con desempleo a la baja, llegamos a tener 5,5 % de desempleo. Eso generó un escenario de dificultades de obtener mano de obra –ya no hablamos de calificada, simplemente mano de obra– para poder dar respuesta a los requerimientos que la industria tenía, que eran muy importantes. El escenario hoy es diferente, la industria está no digo en crisis –porque no estamos en crisis, ahí coincido con algo que dijo Talvi hace un par de semanas, el país no está en crisis, está en una situación de mayor dificultad y nuestro sector no es la excepción–, pero tenemos un escenario de contracción y tenemos que ser cuidadosos a la hora de negociar condiciones de trabajo y de salario.

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