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Entrevista central, lunes 20 de noviembre: Ignacio Lorenzo

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EC —Si no consideramos solo emisiones, sino también la captura de carbono, por ejemplo.

IL —Efectivamente. Hay unos gráficos al final del documento para dar claridad a quien lo lee de cuál va a ser el desempeño de Uruguay. Esto es de manera incondicional. Si además recibiéramos apoyo, esa reducción sería incluso más intensa.

EC —El documento va a estar en nuestro sitio en internet. Hay que tener coraje para meterse con él, es un poco denso en varios pasajes.

IL —Es un documento extenso, muy detallado. De hecho durante su preparación entendimos que eso era una garantía para la Convención y para la interna de Uruguay: cuál es el camino específico, cuáles son las acciones que queremos alcanzar, y que eso dé claridad a todos sobre a qué se está comprometiendo Uruguay efectivamente.

EC —Me gustaría bajarlo a tierra en algún capítulo concreto, por ejemplo en ganadería. Uruguay es un país poco contaminante, pero resulta que en algunos de los rubros principales de su economía, por ejemplo en la producción agropecuaria, está de por medio la emisión de metano. Por citar un caso, en ese rubro en particular, ¿cómo se hace, qué es lo que Uruguay tiene previsto para bajar las emisiones de metano de su ganado?

IL —El documento establece estas metas que son numéricas, pero además establece un capítulo de acciones en el que cada uno puede identificar qué es lo que tenemos que hacer para alcanzar ese número.

En el caso de la ganadería se establecen un conjunto de prácticas que tienen que ver principalmente con el manejo de lo que sería el pastizal, el campo natural, la altura de las pasturas con las que se alimenta el ganado, y además con la captura de carbono en el suelo y unas prácticas de engorde un poco más rápidas, para que al momento de la faena el animal haya emitido menos por kilo de carne. Ahí nos jugamos –lo tenemos identificado– a que de los 10 millones de hectáreas que Uruguay tiene destinadas a ganadería al menos 1 millón tenga esas prácticas mejoradas. Estamos iniciando un proyecto con el Fondo del Medio Ambiente Mundial para ampliar y escalar esas prácticas que ya se aplican hoy en algunos predios. Si recibiéramos apoyo, podríamos ir de ese millón de hectáreas a 5 millones de hectáreas en el 2025.

EC —En el rubro agricultura, la delegación uruguaya entiende que obtuvo, junto con otros países, un resultado importante en esta cumbre de Bonn. ¿Cuál fue exactamente?

IL —El tema agricultura es un asunto destacable. Para nosotros, que tenemos las principales emisiones y algunas de las principales vulnerabilidades en el sector agropecuario, hay un punto en la agenda del órgano científico de la Convención que tiene que ver con cuáles son los temas en la agricultura, cómo se debe trabajar la mitigación, cómo se debe trabajar la adaptación. Había una discusión que estaba prácticamente trabada desde hacía un par de años y en el inicio de esta conferencia Uruguay fue elegido como el líder de los países en desarrollo para el tema de agricultura. Ahí negociamos, principalmente las negociaciones se dividen en tres, el Grupo de los 77, que son los países en desarrollo; la Unión Europea, y el Grupo Paraguas, que son los países desarrollados fuera de la Unión Europea. Hubo una discusión muy intensa, que duró varios días, y finalmente Uruguay puso sobre la mesa una solución que resultó aceptable y además destrabó la situación.

EC —¿Cuál fue esa resolución?

IL —La discusión principal estaba en si podíamos pasar de una discusión enteramente científica a una discusión que también implicara la implementación, cómo hacer en terreno lo que hemos identificado en el tema científico. Los países en desarrollo querían pasar la discusión ahí y los países desarrollados entendían que todavía era temprano y que se requería más investigación científica. Para ello, la propuesta de Uruguay fue que fuera un programa de trabajo conjunto, científico y de implementación, y esa fue la decisión que se tomó.

EC —Me cuesta entenderlo. ¿Puede explicar un poco mejor dónde está el logro?

IL —Los países desarrollados no querían que el tema agricultura pasara al órgano de implementación, querían que se mantuviera en el órgano científico. Los países en desarrollo querían, después de cuatro o cinco años de trabajo allí, pasar del órgano científico al órgano de implementación.

EC —¿Por qué? ¿Cuál era el motivo?

IL —Dos cosas principalmente. Una es cuáles son las prácticas que debemos hacer en territorio para reducir emisiones y adaptarnos, y otra es que es trabajando en la implementación también se abren las oportunidades de apoyo a esa implementación, o sea las posibilidades de financiamiento, de transferencia de tecnología y capacidades. Lo que implica también posibles ayudas futuras a lo que Uruguay está haciendo, por ejemplo. La propuesta de Uruguay fue: está bien, todavía tenemos cosas que discutir científicamente, pero también es necesario pasar a la acción. Y propuso un programa conjunto que fue aceptado por todas las partes, y eso destrabó una negociación de más de tres años, lo que fue uno de los logros de esta COP.

EC —Por otro lado, yendo al documento presentado por nuestro país, ¿qué ocurre en cuanto a las acciones de adaptación al cambio climático?

IL —Uruguay también tiene un capítulo dedicado a la adaptación. De hecho habíamos hecho una contribución tentativa en el año 2015, que tenía un pequeño capítulo de adaptación, que entendíamos que era necesario ampliar y cuantificar lo más posible. Ahí lo que hay es información relativa a lo que Uruguay está haciendo ahora y a qué es lo que quiere lograr a 2025 en términos lo más cuantitativos posible. Por ejemplo hay elementos que tienen que ver con la cantidad de familias de áreas inundables que se realojan, con las formas de medir y reportar los temas de riesgos climáticos, incluso las prácticas de agricultura en contra de la sequía.

EC —El riego, concretamente.

IL —El riego, pero no únicamente. En el tema de la mitigación de la altura del pastizal, también hay un beneficio mitigación-adaptación. Si los campos naturales están más fuertes, crecen más, son mucho más resistentes a la sequía, y eso sin necesidad de ningún tipo de riego adicional, sino con un mejor uso del agua de lluvia, de la humedad del suelo y de la salud del campo natural.

EC —Pregunta Rosanna Dellazoppa, coordinadora de La Mesa Agropecuaria, qué tipo de coordinación está existiendo entre el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y el Mvotma en estos asuntos.

IL —El trabajo de cambio climático en el país se desarrolla en el Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático, que preside el Mvotma y tiene la primera vicepresidencia en el MGAP y la segunda en la Oficina de Planeamiento y Presupuesto. Y la delegación estaba conformada por integrantes de Agricultura, de Energía, de la Cancillería, del Mvotma y también de la Secretaría Nacional. De esta manera creo que somos, al menos en el contexto latinoamericano, un ejemplo de coordinación y articulación en los temas de cambio climático. El documento de la contribución fue preparado en conjunto y estas acciones que identificamos en el sector de ganadería y agricultura fueron diseñados y provistos en el MGAP y acordados en el ámbito del Sistema.

EC —En la conversación que teníamos ayer con Gerardo Honty, él decía que Uruguay viene cumpliendo con las exigencias del Acuerdo de París, pero que ese acuerdo les exige muy poco a los países, así que vamos a estar muy lejos como planeta de llegar a la meta. ¿Usted qué impresión tiene? ¿Es optimista?

IL —Soy optimista, y en primer lugar respecto de Uruguay. Pensemos que el Acuerdo de París nos establece una obligación que nunca antes habíamos tenido, que es ponerle un número a ese compromiso de mitigación. Uruguay hasta ahora, desde el inicio de la Convención, nunca había tenido que poner en la mesa cómo iba a ser su desempeño y reportar eso a nivel internacional. Si bien nuestras emisiones son muy pequeñas, 0,05 %, eso es un desafío estructural para la forma en que hacemos política pública de cambio climático, y de hecho fue un desafío preparar el documento.

Somos optimistas porque veíamos algunas señales, por ejemplo en el caso de las renovables, en los aspectos tecnológicos, pero también, más allá del contexto de Estados Unidos en esta sesión, que el mundo de alguna manera está unido en que esto es un problema y que debemos atenderlo, y ya no solo los países desarrollados, sino todos en conjunto.

Video de la entrevista

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Transcripción: María Lila Ltaif

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