EnPerspectiva.uy

Entrevista central, lunes 24 de octubre: Mario Bergara

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

EC —En ese contexto, ¿por qué se ha optado por una política monetaria tan contractiva? El economista Pablo Rosselli anotaba la semana pasaba que el BCU está incrementando la cantidad de dinero a razón 1 % o 3 % anual, con una inflación que ha bajado pero que se mantiene en el entorno del 9 %. Eso presiona a la baja, a su vez, el tipo de cambio.

MB —En el propio comentario está la respuesta: tenemos que tener una política contractiva porque la inflación está en 9 %. Porque tenemos un objetivo de inflación, que creo que es compartido por la sociedad, menor de ese 9 %. Aspiramos a tasas de inflación menores, la sociedad aspira a que los precios suban menos que ese 9 % anual, por lo tanto es de manual, cualquiera que vaya a los manuales más básicos de política macroeconómica y en particular de política monetaria puede entender que el BCU prácticamente no tiene opción de tener una política monetaria contractiva, procurar que la cantidad de dinero suba a tasas menores que la inflación, si quiere incidir en bajar la inflación, que es un objetivo prioritario de todos nosotros.

RA —¿Qué pasa con la política monetaria? ¿Continúa jugando casi sola? Los analistas en general señalan que la baja que tuvo la inflación en los últimos meses responde principalmente a la caída del tipo de cambio, que ese es un factor determinante. Entonces, ¿qué pasa con los salarios? Si bien el gobierno previó lineamientos que tendían a desindexar la política salarial, parecen no haber dado frutos, o por lo menos, no como se esperaba.

MB —Hay varias puntas con respecto al tema, hay que estar viendo todos los aspectos de manera simultánea, y eso implica también ver múltiples políticas actuando a la vez. La política monetaria hace lo que tiene que hacer, que es ser contractiva en contextos de inflación alta, pero sin descuidar otros equilibrios; si no, no sería entendible que en las últimas semanas el BCU haya intervenido significativamente. Si lo único que nos importara fuera la inflación, el BCU no habría intervenido en el mercado cambiario.

EC —La pregunta iba para el lado de si en definitiva la política monetaria o el manejo del tipo de cambio no es el único factor que está incidiendo, la única herramienta que está jugando en la búsqueda de una caída de la inflación.

MB —No, definitivamente no. Reitero, la política monetaria no es fundamentalista, porque si lo fuera no estaríamos interviniendo, y hemos comprado US$ 200 millones en pocos días. Plantear que la política monetaria es fundamentalista en ese sentido es desconocer esa realidad.

EC —No digo que sea fundamentalista, la pregunta apuntaba a saber si el BCU está solo en el combate a la inflación.

MB —No, no está solo. Usted mismo seguramente ha tenido acá un desfile de entrevistas discutiendo los aspectos de la consolidación fiscal. Durante este año se han discutido medidas concretas y formas de consolidar una trayectoria sustentable de las cuentas públicas. O sea que desde el punto de vista de la política fiscal hay señales claras en la dirección del reordenamiento de las variables macroeconómicas y en particular de ayuda a una menor inflación. El concebir medidas que obviamente no son populares, en el sentido de que no es sexi para ningún gobierno plantear una adecuación en materia tributaria o de gasto, se hace por la responsabilidad de sostener el crecimiento, de sostener las cuentas públicas en orden y con una trayectoria sustentable, y de mantener tasas de inflación más bajas.

O sea que creo que desde las señales claras que se han dado en la política fiscal hay claramente “ayuda” a la política monetaria para combatir la inflación. Y creo que también en el tema de los lineamientos de las políticas salariales el gobierno dio las señales adecuadas en cuanto a modificar las formas de negociación. No coincido en que eso no esté dando resultados, buena parte de los acuerdos se están dando en base a los lineamientos dados por el gobierno y recién se están negociando. Es difícil ver resultados antes de que empiecen a funcionar.

EC —Pero en el análisis de la evolución de los precios, destacaba el economista Rosselli, lo que se ve es que en los precios de productos no transables se mantiene la presión inflacionaria fuerte.

MB —Sí, es verdad. Eso es porque el consumo doméstico, la demanda doméstica sigue siendo potente, a pesar de que en las últimas cifras de cuentas nacionales se revierte un poquito la relación entre el gasto doméstico y el producto. Mientras nos apretamos el cinturón a partir de la crisis, hasta el 2011 más o menos, el producto interno bruto (PBI) crecía un poquito por encima del consumo privado, de la demanda doméstica. Después, cuando las cosas aflojaron un poco, Uruguay creció durante varios años a tasas altas, ahí los uruguayos empezamos a consumir un poco más, y eso obviamente presiona los precios al alza. Y el consumo doméstico crecía un poco por encima del producto.

Ahora, según los últimos datos de las cuentas nacionales, estamos en una situación en que la demanda doméstica no está cayendo, sigue siendo potente, sigue siendo firme, pero está creciendo un poco por debajo del producto. Eso explica en buena medida que los no transables también mantengan una demanda firme y convaliden aumentos de precios claramente por encima de lo deseado.

La inflación tiene entonces un componente de demanda que no se ha debilitado significativamente, tiene la política monetaria del BCU decididamente contractiva, pero atendiendo a otros equilibrios, como los vinculados a la competitividad y el crecimiento, y tiene sus ayudas desde el punto de vista de la consolidación fiscal y de la negociación salarial. Los resultados no se dan de un día para el otro.

EC —No se notan tanto en esos frentes.

MB —La inflación hace tres meses estaba en casi 11 %, y bajamos dos puntos de inflación en tres, cuatro meses. Así como hay méritos distribuidos a la hora de la bajada, son los mismos que mencionábamos cuando la inflación subió. Porque la inflación subió por dos factores principales: aquella subida un poco inorgánica del tipo de cambio en los primeros meses del año y factores climáticos. Ahora en la bajada de la inflación inciden ambas cosas, una regularización del proceso cambiario en buena medida determinado por las decisiones y las expectativas de la Reserva Federal de los EEUU y un menor impacto de lo que está pasando en Brasil. En aquel momento el dólar en Brasil estaba a 4,25 reales y hoy está a 3,15. Si hubiéramos seguido a Brasil no sé dónde estaríamos ahora, porque ni Brasil siguió a Brasil, y los factores climáticos que habían afectado principalmente rubros de la canasta de consumo que releva el Instituto Nacional de Estadística han tendido a revertirse.

Comentarios