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Entrevista central, lunes 25 de abril: Antonio Pascale

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EC —A eso iba, un trabajo de la JND realizado en 2015 sobre el consumo de drogas entre estudiantes universitarios reveló que la prevalencia de vida de consumo de LSD (dietilamida de ácido lisérgico) a lo largo de la vida es de 7,5 % y que la prevalencia de vida de consumo de éxtasis en ese mismo público es de 2,8 %. ¿Qué le dicen esos números?

AP —Primero, el LSD es una sustancia distinta, es una sustancia alucinógena que no es estrictamente una droga de síntesis. Eso es importante porque el contexto de consumo es distinto. El LSD se consume también en otros contextos: fiestas, sobre todo a fin de año, en el verano, no solo en el tipo de escenario de consumo que mencionaba hoy. Por eso también la prevalencia de vida –quiere decir que consumieron alguna vez en la vida– de esa encuesta es mayor.

Relacionado con eso, probablemente ese [2,5 %] de prevalencia del consumo de ¿[LSD/éxtasis]? se deba a que el consumo es mayor en los jóvenes. Pero la Encuesta Nacional de Drogas del año 2012, también de la Junta, refiere un consumo global entre 15 y 64 años de 1,5 %, muy bajo. Es muy interesante la comparación con la pasta base: el consumo de pasta base a nivel nacional es de 1,2-1,3 %, pero en la zona de mayor vulnerabilidad socioeconómica, en la zona metropolitana de Montevideo y Canelones, asciende a 8 %.

Si hacemos lo mismo con el éxtasis, la prevalencia de vida llega a 1,5 %, y en un rango etario menor, acotado a jóvenes, a [2,8 %] en esta encuesta. Pero probablemente el porcentaje sea un poco mayor en una determinada franja, se ve fundamentalmente en la zona de mayor poder adquisitivo, según el reporte de la encuesta.

EC —¿Las pastillas son una droga de elite?

AP —No sé si de elite, pero tienen un costo más alto.

EC —¿Cuánto cuesta una pastilla?

AP —Puede costar $ 1.800, $ 2.000. Es decir, el mapa de georreferencia de consumo de drogas de síntesis va desde Ciudad Vieja, todo por la costa, hasta Carrasco, con un mayor porcentaje en las zonas de Punta Carretas, Pocitos, Ciudad Vieja. Así se presentó en esta encuesta; quizás en estos años haya cambiado, pero básicamente muestra otro perfil.

EC —Yo decía que esta situación que se dio en Argentina llevó a mucha gente a despertarse, a muchos mayores a despertarse a propósito de costumbres o tendencias en las que pueden estar involucrados sus hijos. Usted que es médico, ¿qué dice?, ¿hay algún comportamiento, alguna señal que pueda alertar a las familias de que un joven pueda estar consumiendo estas drogas?

AP —No; obviamente va a depender de la persona y del entorno, pero en términos de señal física o cambio de comportamiento lo más frecuente es que no. Obviamente hay que buscar los factores de riesgo, pero uno buscaría más promover los factores de protección, que en este caso sería la comunicación, ver a dónde van nuestros hijos, si en ese entorno hay consumo. El hecho de que vayan a una fiesta de música electrónica no es igual a consumo de éxtasis, pero si es el contexto donde se da el consumo está bueno hablar con ellos y darles una información adecuada acerca de los riesgos.

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