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Entrevista central, lunes 26 de diciembre: Eduardo Blasina

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EC —En Uruguay el cannabis es legal por la ley 19.172, de diciembre de 2013, que está cumpliendo tres años. Esa ley regula la producción, la importación y la comercialización de cannabis con control del Estado para distintos fines. Del que más se ha hablado es del fin recreativo, pero también habilita que se la produzca y se la comercialice con fines medicinales y de investigación. Es a esta parte de la ley que usted alude.

EB —Absolutamente. Como todos opinamos sobre leyes, podríamos decir que esa ley tiene virtudes y defectos, y una de las virtudes que tiene es que separa claramente lo medicinal, lo industrial y lo llamado recreativo. Diferencia bien lo que es psicoactivo por un lado, lo que es medicinal por otro y lo que es de uso industrial por otro. Y en el uso industrial también hay un montón de cosas que se están haciendo en el mundo y en las que Uruguay viene un poco lento. Entonces me parece que es bueno acicatear esto.

EC —En lo medicinal en particular, ¿en qué punto está el desarrollo de esta oportunidad? Porque la ley habilita la producción a los efectos del uso medicinal y de la investigación. También hay un decreto regulador del cannabis medicinal de febrero de 2015, hace un año y medio largo. ¿Qué ha ocurrido en esta materia?

EB —No conozco al detalle todo lo que ha ocurrido, pero sé que hay un firme interés de investigadores uruguayos muy serios en investigar. Por ejemplo, en la Facultad de Ciencias se está trabajando en decodificar el genoma del cannabis que se planta en Uruguay. Me parece fascinante que estén pasando esas cosas. Y sé que en el exterior hay un interés enorme en avanzar, en venir a Uruguay y hacer asociaciones con la academia uruguaya, testear, desarrollar y generar productos. Pero después cuando quieren abrir una cuenta bancaria les dicen “ah, no, si es cannabis no puede abrir una cuenta bancaria”. Empiezan a suceder cosas de ese tipo: podemos, pero en la práctica decirle a un inversor que venga pero que no va a poder abrir una cuenta bancaria es como decirle que se vaya para otro lado. En Israel lo van a recibir con los brazos abiertos y en Uruguay no lo van a dejar abrir una cuenta bancaria… Lo mismo para el cannabis industrial, que no tiene ningún componente psicoactivo, pero si es cannabis no se puede abrir una cuenta bancaria. Son ejemplos.

Vamos a pasar a la historia, The Economist nos nombró país del año cuando legalizamos el cannabis, porque entendía que era una solución mucho mejor que la represiva, y después vamos a terminar importando todo. Si son telas las importaremos de China y si son medicamentos los importaremos de Canadá, Holanda, Israel. Me daría mucha pena esta situación por lo menos ambigua.

EC —Veamos esos otros usos, porque el cannabis medicinal no es la única, aparte del cannabis recreativo, que tiene posibilidades de explotarse. Hay una cantidad enorme de posibilidades industriales y textiles. Profundicemos en este otro campo.

EB —El uso textil del cannabis es parte de la historia humana desde sus inicios. Esta camisa que tengo puesta es de cannabis, por ejemplo, venida del otro lado del mundo.

EC —¿Qué quiere decir que es de cannabis? Parece una camisa de algodón o algo así.

EB —Sí, no es tan suave como el algodón, pero es mucho más resistente. La fibra de algodón es celulosa pura, es una fibra muy cortita y solo de celulosa, lo que la hace muy suave; la fibra de cannabis tiene aproximadamente 8 % de lignina, que es un material no tan flexible, pero muy resistente. El cannabis fue protagonista central de la historia humana como textil. Por su resistencia, las primeras redes fueron hechas de cannabis en Asia.

EC —Las cuerdas de cannabis son especialmente resistentes.

EB —Exactamente. Y en la historia de la navegación a vela el cannabis es protagonista central.

EC —¿Hoy mismo?

EB —La irrupción de los derivados del petróleo sustituyó las cuerdas de cáñamo, pero ayer me decían que en las ferreterías está volviendo la cuerda de cáñamo para el uso en plomería.

EC —¿Qué otros usos?

EB —El siguiente uso fue el papel. Los chinos se dieron cuenta de que con lo que quedaba de usarlo como textil, mojándolo y machacándolo, quedaba el papel. El primer papel que usó Gutenberg en su imprenta fue de cannabis, y la Constitución de Estados Unidos y los primeros dólares que se imprimieron eran de cannabis, porque para hacer un billete se requería un papel que no se rompiera con facilidad y que resistiera el trabajo de una imprenta.

El cannabis nos ha dado todo lo que imaginemos. Empezó siendo un alimento la semilla de cannabis, es un excelente alimento y se usa para desayunar. Si uno va a un supermercado en Estados Unidos, encuentra semillas de cannabis para desayunar, para comer como se comen tantas semillas hoy que tienen proteínas. En general la gente no sabe que lo único psicoactivo de una planta de cannabis, en algunas variedades, es la flor femenina, el resto no tiene ningún efecto psicoactivo. Siempre la pregunta es “y si desayuno esas semillas, ¿voy a tener una alteración en mi mente?”. Para nada, todo lo que no sea flor femenina no tiene efecto psicoactivo. Y es usada como alimento la hoja, la semilla. Imaginate lo que quieras y se puede hacer con cannabis. Esta mesa se podría hacer con madera de cannabis, porque es usada en construcción también.

EC —¿Cómo madera de cannabis? ¿Qué tamaño tiene una planta de cannabis?

EB —Las plantas usadas en la parte textil son bastante altas, de unos cuatro metros, y se hace enchapado, no se hace un aserrado como el de un árbol. Pero se usa por virtudes propias, no solo porque sea algo exótico.

EC —Para darle más contundencia a toda esta historia, Eduardo Blasina suele contar que George Washington plantaba cannabis, que tenía su propia chacra. La visitaste.

EB —La visité, me invitó la gente del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Tuve esa suerte de hacer una gira por Estados Unidos, me llevaron a la chacra y el guía explicaba que George Washington plantaba y que escribió de puño y letra que los agricultores de Estados Unidos tenían que sembrar cannabis y que la nación debía sacarle el mayor provecho a eso. De hecho, hay una publicidad televisiva muy famosa del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, que se llama […] for victory, en la que el gobierno de Estados Unidos exhorta a sus pobladores a plantar cannabis como una herramienta para ganar la guerra. Apenas terminada la Segunda Guerra Mundial, creo que por razones mucho más de lobby de la industria petrolera y de otras industrias que por razones fundamentadas, viene toda la ofensiva que demoniza a la planta.

EC —¿La ofensiva prohibicionista con respecto a la planta de cannabis tiene que ver con la industria petrolera y no con el uso que puede dársele para una droga, para la marihuana en particular?

EB —Todo fenómeno es multicausal, pero sí creo que tiene que ver con correlaciones de fuerza a la interna de Estados Unidos, por un lado, tiene que ver con una actitud un poco parecida a la Trump en el sentido de que el cannabis llegó a América traído por los negros que venían de África y luego el uso recreativo vino por trabajadores de la India que fueron a América Central –por eso en Jamaica se hizo tan importante–, de allí pasó a México y la llevaban los mexicanos que ingresaban a Estados Unidos. Había arraigado en California por un lado y en el mundo del jazz, en el mundo del jazz se generalizó en los años 50. Toda sustancia psicoactiva genera un lógico temor, por algo en todo el mundo islámico el alcohol está prohibido, todo lo que nos saca estrictamente de la vigilia es visto con temor. Pero se mezclan muchos otros factores. Y sobre todo en los años 60, cuando la resistencia civil frena la guerra de Vietnam, ahí Nixon instauró el concepto de la guerra contra las drogas. Creo que eso fue lo que acentuó, llevó a su momento máximo la ofensiva contra la planta.

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