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Entrevista central, lunes 29 de agosto: Raúl Rosende

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EC —Usted se refiere a los campesinos, pero veía que el Departamento de Estado de Estados Unidos describe a las FARC como una organización terrorista que “controla la mayoría de la producción y distribución de la cocaína en Colombia, y es responsable de gran parte de la oferta mundial de cocaína”. ¿Qué pasa con esta otra parte del negocio?

RR —Si usted ataca la producción, el tema de la comercialización del producto, del bien ilícito, quedaría fuera de lugar. Por eso en esta estrategia que el gobierno y las FARC han acordado se ataca de forma muy concreta la producción para que no haya más cultivos ilícitos disponibles en el mercado.

EC —Supongamos que el acuerdo queda vigente, que es convalidado por la población en las urnas; de todos modos con él y sus dificultades y su proceso lento, tampoco alcanza. La paz en Colombia tiene por delante otros desafíos. Pienso en el ELN, otra guerrilla que no ha pactado; pienso en los grupos paramilitares que han proliferado en Colombia. ¿Qué hace, cómo maneja en particular Naciones Unidas ese escenario?

RR —Es un desafío muy grande. Es una característica de las nuevas guerras o los nuevos conflictos en el mundo, pasa no solo en Colombia, sino que pasa en gran parte del mundo donde hay guerra. Ya no hay un esquema, como había antes, del Estado enfrentado a una guerrilla, que es el esquema clásico, como en Nicaragua, como en El Salvador. Lamentablemente estamos enfrentando conflictos fragmentados en los que hay un Estado, más o menos fuerte, pero después hay una multiplicidad de grupos armados y de ilegales de diferente índole. Esto ha pasado en Sudán, pasa en Siria, pasa en Yemen. Y sin duda en Colombia, además de las FARC, hay otros actores.

Es muy difícil lograr un acuerdo o un proceso de negociación con todos los actores al mismo tiempo, porque los actores tienen diferentes estrategias, diferentes metodologías, diferentes demandas. Entonces nos parece muy importante el concepto que hemos llamado de paz por piezas, que quiere decir ir desmontando el conflicto de a poco, progresivamente. No es el ideal, porque el ideal sería que la violencia terminara de una vez por todas al mismo tiempo, sin embargo es muy difícil lograr esto. Sabemos que el gobierno ahora está haciendo esfuerzos muy ingentes, muy fuertes, para establecer una mesa de negociaciones con el ELN. Ha habido diálogos, hace algunos meses se anunció el lanzamiento de la negociación y esperamos que este proceso fructifique. Es muy difícil hacerlo al mismo tiempo, por lo tanto inevitablemente hay que hacerlo de manera progresiva y sucesiva.

EC —Leía un análisis de Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, que hablaba de los distintos riesgos que tiene por delante la era posconflicto. Decía que uno de ellos es el económico, la fundación tiene sus cálculos hechos a propósito de lo que se requeriría en los primeros cuatro años: 23 billones de pesos colombianos para que ande todo con mínimas condiciones, y agregaba “la plata no la hay toda”. ¿Cómo se maneja este asunto, esta clave de lo que viene?

RR —La paz está llegando en un momento económicamente complejo. A Colombia le ha pegado fuerte la baja de las materias primas, en particular la baja del petróleo, que era y sigue siendo uno de sus principales rubros de exportación. O sea que las finanzas públicas no están precisamente en una situación pujante, es un desafío grande. Sin embargo sabemos que el gobierno ha tomado medidas para reservar en el presupuesto rubros importantes para financiar la paz. Este financiamiento tiene que ver con varias de las cosas que decíamos: la sustitución de cultivos, la reintegración de los combatientes a la vida civil, la mayor presencia del Estado en las zonas donde históricamente ha habido conflicto. El gobierno está tomando decisiones para lograr recursos fiscales, para poner rubros presupuestarios que permitan financiar ese tipo de acciones.

También va a haber cierto nivel de apoyo internacional. Por lo general cuando hay un proceso de este tipo la cooperación internacional, los países donantes, se movilizan para contribuir con el país. De cualquier manera, seguramente la cooperación no va a ser tan grande, porque a pesar de las dificultades y de esta crisis fiscal, Colombia es considerado un país de ingreso medio-alto, incluso está por entrar a la OCDE como país de renta media. Quiere decir que, si bien hay un momento fiscal difícil y complicado, Colombia está en mucho mejor situación para enfrentar un proceso de paz que otros lugares donde hemos visto procesos similares, por ejemplo en África, Oriente Medio o Asia.

EC —¿Qué va a hacer usted hoy? ¿Qué tareas tiene por delante hoy?

RR —Hoy estamos abriendo las oficinas de la misión, del mecanismo de monitoreo. Hasta ahora estábamos trabajando en las oficinas de otras agencias del Sistema de Naciones Unidas, con otros colegas, pero hoy ya vamos a abrir la nueva oficina. En la nueva oficina vamos a estar junto con el gobierno y con las FARC. Así que vamos a estar trabajando muy juntitos para tratar de asegurarnos de que el proceso vaya lo mejor posible.

Video de la entrevista

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Transcripción: María Lila Ltaif

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