Entrevista con la bióloga Ana Luz Porzecanski, directora del Centro para la Biodiversidad y Conservación del Museo de Historia Natural de Estados Unidos.
EN PERSPECTIVA
Lunes 05.12.2016, hora 8.22
EMILIANO COTELO (EC) —Uno de los legados significativos de la presidencia de Barack Obama es la reapertura de la relación EEUU-Cuba, que ha traído, en varios aspectos, un intercambio sin precedentes. Un ejemplo es lo que está ocurriendo en estos días en pleno centro de Nueva York, donde son protagonistas la cultura y la biodiversidad de la isla.
Pocos días después del triunfo de Donald Trump y unas horas antes de la muerte Fidel Castro, vio la luz el fruto de varios meses de trabajo conjunto entre científicos de las dos naciones.
Se trata de la muestra ¡Cuba!, una exposición del Museo de Historia Natural de EEUU que presenta al público norteamericano lo más relevante de la sociedad cubana, su cultura, su economía, pero también, y sobre todo, la riqueza increíble de su flora y de su fauna, de la que se habla bastante poco.
Eso de por sí ya es interesante para cualquiera. Pero hay un dato extra que le da un gancho especial para nosotros: al frente de ese proyecto ha estado una bióloga uruguaya, Ana Luz Porzecanski, doctora en Ecología y Biología Evolutiva por la Universidad de Columbia, directora del Centro para la Biodiversidad y Conservación del Museo de Historia Natural de EEUU (MAHN).
¿Desde cuándo vives en EEUU?
ANA LUZ PORZECANSKI (ALP) —Desde 1996, y me hice ciudadana en el 2009.
EC —Son 20 años ya.
ALP —¡Veinte años!
EC —Y creo que casi desde que llegaste estás trabajando en el MAHN… ¿Cómo es esa historia?
ALP —Sí. Me gusta decir que me vine a Nueva York siguiendo mi carrera y mi corazón, porque me vine a hacer un doctorado a la Universidad de Columbia, pero también ya me había enamorado de mi novio en aquel momento, ahora mi marido y padre de mis hijas. Todo apuntaba para acá. El doctorado llevó casi siete años, cuando terminé me ofrecieron un trabajo en el museo y decidí quedarme.
EC —La licenciatura la habías hecho acá en la Universidad de la República. ¿Y el trabajo de doctorado fue lo que de algún modo te vinculó al museo?
ALP —Exactamente. Hice la Licenciatura en Ciencias en la Facultad de Ciencias, con mentores y colegas increíbles, como Enrique Lessa y varios otros, que fueron los que me llevaron a seguir este camino de la biología y la biología evolutiva, que despertaron mi pasión por la evolución. Cuando estaba haciendo el doctorado, mi mentor acá era uno de los curadores del MAHN en Nueva York, entonces ya tenía mi oficina en el museo y al terminar, a través de mis vínculos con el Centro para Biodiversidad y Conservación, empecé mi trabajo allí.
EC —¿Cuándo te tocó ASUMIR el cargo de directora para la Biodiversidad y la Conservación?
ALP —Eso fue hace dos años. Cuando empecé en el Centro, hace como 13 años, venía de estar trabajando en la evolución de aves y me ofrecieron trabajar más en temas de educación, educación para la conservación, especialmente con profesores en América Latina. Eso me entusiasmó mucho, la idea era seguir trabajando en América Latina, porque mi investigación de doctorado se focalizó también en América del Sur. Y me enamoré del tema de la educación, de hecho los últimos artículos científicos que he publicado son sobre una investigación sobre cómo aprenden los estudiantes universitarios.
EC —En junio pasado fuiste seleccionada como uno de los Grandes Inmigrantes del Año, un reconocimiento otorgado por la Corporación Carnegie de Nueva York para destacar a aquellos inmigrantes que trabajan para “fortalecer al país y a la sociedad democrática”. ¿Cómo te cayó ese premio?
ALP —Eso sí que fue una sorpresa. Fue una cosa maravillosa, que no esperaba.
EC —¿Qué te implicó, qué consecuencias tuvo?
ALP —No mucho, aunque estar ahí con uno de los dirigentes de Google o con Samantha Bee, la comediante, fue muy interesante. Siempre digo que tendría que levantar el teléfono, darles un llamado y decirles “estamos en la misma lista”. Pero todavía no lo he hecho.
