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Entrevista central, lunes 7 de noviembre: Austen Ivereigh

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EC —“Francisco es un reformador, pero no es un Lutero; es un radical, pero no es un Che Guevara”. ¿A qué se refiere?

AI —Elegí el título en parte para provocar, porque hay mucha gente que se pregunta: sabemos que este papa es un agente de cambio, un innovador, que está produciendo cambios. Pero ¿qué tipo de cambios son y qué tipo de reformador es? Entonces quería mostrar en el libro que hay una constante en su vida, que ha sido reformar, primero a los jesuitas, después como arzobispo de Buenos Aires, ahora como pastor de la Iglesia universal. Y su reforma pertenece a una tradición de reforma radical católica que se remonta a la Edad Media. Uno piensa en los íconos como san Francisco de Asís, ¿qué están buscando? Están buscando volver a la Iglesia a sus raíces, a su dependencia de Jesucristo, a no depender de cosas del mundo, como el ego, el estatus, el poder. Entonces es un proceso de purificación, de enfocar en lo esencial y también de convertir a la Iglesia en algo más misionero. Él tiene una frase muy conocida, famosa, que es “la Iglesia en salida”, quiere que la Iglesia salga a las periferias existenciales. Entonces está haciendo una serie de reformas, sobre todo de la cultura y de la mentalidad católicas, con un enfoque muy especial en la misericordia como elemento fundamental de Dios y de Jesucristo. Todas sus otras reformas estructurales en el Vaticano, del gobierno de la Iglesia, tienen esa finalidad, son el medio para conseguir esos cambios culturales y de mentalidad en la Iglesia.

EC —Menciono algunas de las reformas estructurales. Creó un consejo de nueve cardenales para reformar la Curia; creó un tribunal que se encargue de juzgar a los obispos que hayan incurrido en negligencia u oculten denuncias de casos de abusos sexuales contra menores; cambió las autoridades del llamado Banco Vaticano, se dispuso el cierre de miles de cuentas para que esta institución termine sirviendo “solo a la Iglesia”.

AI —Sí. Las reformas curiales, como las llamamos, porque son de la Curia romana, algunas de ellas fueron iniciadas por su predecesor, pero él les puso un ritmo muy acelerado, sobre todo en dos áreas, las finanzas y las comunicaciones. Ha creado nuevas secretarías poderosas, mucho más transparentes. Es un cambio de la cultura en el Vaticano.

Pero lo más importante aquí es el nombramiento del consejo de los nueve cardenales. Esos cardenales no son de Roma, son de las iglesias locales. Ese paso fue muy significativo, como también la reforma en el sínodo de obispos, cuando se reúnen en Roma los obispos delegados de la Iglesia loca. Con estos pasos está abriendo Roma a las realidades de la Iglesia local, para que la Iglesia en Roma, la Iglesia universal expresada en el Vaticano, deje de ser tan autorreferencial.

EC —Ahí tiene importancia la selección que está haciendo de nuevos cardenales, a dónde está yendo a buscarlos.

AI —Exacto. Quiere incluir a la periferia directamente en Roma. Algunos de esos nombramientos son realmente sorprendentes, son de lugares muy lejanos, aislados, donde hay pocos católicos. Recuerdo el nombramiento anterior, del Reino de Tonga, que tiene como 150.000 católicos. ¿Por qué incluye a esos? ¿Por qué quiere que esos sean cardenales? Por dos razones, para incluir la voz de los pobres y de la periferia en el Vaticano, pero también para aclarar que el hecho de ser una ciudad grande metropolitana no significa necesariamente el derecho a ser cardenal. O sea, está tratando de contrabalancear el énfasis excesivo que existe en Europa en el Colegio Cardenalicio. Son más o menos 115 cardenales que eligen el próximo papa, de los cuales ahora la mayoría son no europeos. Y entre los no europeos, América Latina cuenta ahora con el bloque más significativo.

EC —¿Cuáles son los problemas principales que se está tratando de atacar en la Curia?

AI —Cierta cultura de autosuficiencia, una tendencia a enfatizar las reglas, las normas y la doctrina sin tomar en cuenta las realidades vividas por las iglesias locales, cierta soberbia. Él está buscando que la Curia esté al servicio del papa y el papa a su vez está al servicio de la Iglesia. Entonces lo que está buscando es una nueva cultura de servicio.

Yo conozco también Roma, hay muy buena gente en la Curia, que es humilde y sirve, pero es verdad que también hay intereses en juego, a veces corrupción verdadera, y eso es lo que está buscando eliminar. En parte esa corrupción no es de las altas esferas, sino de las bajas, de los burócratas, que normalmente son laicos, que no tienen grandes salarios, entonces hay muchos juegos de mover a sus amigos en posiciones. Ese tipo de corrupción es muy italiano, él está buscando eliminarlo con una nueva cultura de servicio.

EC —Tú has descrito a Francisco como “muy político”. ¿Por qué?

AI —Es un animal político, él se describe a sí mismo como eso. De hecho creo que de adolescente estaba tan interesado en la política que pensaba entrar en la política.

EC —¿Existió esa intención?

AI —Sí, y él siempre está fascinado por la política, y entró finalmente a la Compañía de Jesús, que algunos dirían que es una forma de mezclar la política, en el sentido de que los jesuitas siempre han sido grandes líderes, grandes figuras estratégicas. Sigue siendo un hombre con gran instinto político, en el sentido de que siempre busca crear consensos para cambiar las cosas. Es un genio en construir puentes, más allá de las pertenencias religiosas, políticas, culturales, es un gran constructor de puentes, un gran creador de consensos. Pero también tiene la gran habilidad, que tienen los grandes políticos, de expresar, de diagnosticar el momento en que vivimos, de nombrar el mal y también indicar la cura, en sus frases, en su forma de hablar.

Ha revolucionado la comunicación papal con las conferencias de prensa que hace en el avión papal. Yo estuve con él la semana pasada en el vuelo a Suecia, participé directamente en la conferencia de prensa y es extraordinario, el papa tiene ahí a Reuters, a Associated Press, a las grandes agencias del mundo, no sabe cuáles van a hacer las preguntas, pero responde. Tiene una capacidad, una habilidad extraordinaria de responder directamente, de utilizar un lenguaje impactante. Todas esas son cualidades de políticos, normalmente no se asocian con obispos y líderes de la Iglesia necesariamente.

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