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Entrevista central, lunes 9 de octubre: Daniel Sturla

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EC —Yo no lo tengo en la memoria, voy a registrarlo.

DS —Es importante, porque de hecho era el Cristo que estaba allí, se sacó por 1906, 1907. Y desde 1987 tenemos una cruz impresionante puesta en un lugar céntrico de Montevideo. ¿Habrá que esperar 80 años? Bien, lo que sea.

EC —Entonces estas actividades y en particular la de ayer domingo en la Aduana de Oribe estaban previstas desde hace un año.

DS —Exacto.

EC —¿Por qué la Iglesia católica ha ido consolidando ese lugar, la Aduana de Oribe frente al puerto del Buceo, como punto de concentración en Montevideo?

DS —Surgió de la gente. La actividad del rosario de bendiciones en enero no la organizó la Iglesia jerárquica, no la organizó el obispo, no la organizaron los párrocos, la organizó un grupo de laicos alrededor de la parroquia de la Medalla Milagrosa de la Unión. Ese grupo laico llevó adelante la iniciativa. El primer año –hace siete u ocho años– fueron unos cientos de personas, el segundo año ya eran más de 1.000, 1.500… Así fue creciendo. Ese lugar se transformó en un referente para los católicos montevideanos.

EC —No fue elegido por la Iglesia católica de Montevideo por alguna razón en particular.

DS —No.

EC —Es un lugar cómodo, es eso.

DS —Es un lugar muy lindo, muy bonito… Habría que preguntarle a la gente, a Ester Maicles, una de las señoras que han estado trabajando en esto, al padre Fabián Barrera, que ahora está en Argentina, habría que preguntarles a ellos por qué. Desde la Medalla Milagrosa –la antigua iglesia de San Agustín en la villa de la Unión– estaba el camino Comercio que iba hacia la Aduana de Oribe, supongo que les quedaría bien hacerlo en la rambla a esa altura, nunca lo pregunté. Pero de algún modo se ha transformado en un lugar referente para la Iglesia en Montevideo.

EC —Es el espacio, dejando de lado las parroquias, un lugar de concentración masiva para los católicos en Montevideo.

DS —Creo que sí, pero no olvidemos que está la gruta de Lourdes, por donde todos los 11 de mes y de un modo especial el 11 de febrero pasan miles de personas, desde las 6 de la mañana hasta las 9, 10 de la noche va pasando gente por la gruta de Lourdes. Creo que es el lugar más referente desde el punto de vista de la devoción mariana. Podemos decir que también hay otros santuarios.

EC —Este quizás es más visible.

DS —Este es más visible. Ojo, más visible para determinado sector de la sociedad. Recordemos que Montevideo es muy grande, muy amplio. En todo el norte de Montevideo el santuario del Cerrito de la Victoria es lo que se ve, si uno ve algo en la altura es el santuario del Cerrito. A los que viven sobre la costa el santuario del Cerrito quizás no les diga mucho.

***

EC —En la convocatoria para el encuentro de ayer domingo se invocaba la fecha, 8 de octubre, un nuevo aniversario de la paz entre los orientales después de la Guerra Grande (1839-1851), y se recordaba la frase incluida en aquel acuerdo: “Ni vencedores ni vencidos”. Usted mismo decía: “Queremos que sea una frase tenida en cuenta por nosotros, los orientales”. ¿Por qué?

DS —Es importante, porque si hay algo que ha caracterizado al Uruguay, gracias a Dios, es la transacción. Nosotros terminamos transando, acordando. Quizás estemos dentro de nuestro mundo pequeño y nos parezca que nos peleamos terriblemente, y ojo, el Uruguay conoció terribles guerras civiles y después este último gran desencuentro entre orientales que fueron la guerrilla y la posterior dictadura. Pero al final termina el espíritu de transacción, de acuerdo. El “ni vencidos ni vencedores” del 8 de octubre así lo manifiesta, más allá de que, como en todas las cosas, no fue una paz perfecta ni mucho menos y siguieron varias guerras civiles después. Pero creo que eso termina primando en el Uruguay.

EC —Pero la referencia hecha ahora, en este contexto en particular, ¿aludía a alguna situación reciente?

DS —Más que un tema político –aparte la Iglesia no tiene interés en meterse en la confrontación política– hay un tema de fragmentación social que a la Iglesia la preocupa mucho más, de hecho lo mencionamos en la consagración. Eso crea una situación en la que tenemos que estar muy atentos, porque si bien la fragmentación ya está, se puede agudizar o podemos poner puentes que traten de subsanarla.

EC —¿Ven una preocupación ahí, tienen una preocupación con esa situación?

DS —Sin duda. Pensemos lo que está pasando en los barrios más pobres de Montevideo. Recordemos que la Iglesia católica está presente en todas partes de la ciudad. Hace poco lo que pasó allí en la zona del barrio Borro, las balaceras, etcétera. Está el tema del narcotráfico en nuestros barrios. Es decir, el narcotráfico no es en los barrios, es algo en grande, pero después se da ese mininarcotráfico de barrios y familias. Y están esos uruguayos que van quedando al margen, todo un grupo social, están los chicos que no estudian ni trabajan ni tienen perspectivas, está lo que ha significado la expresión deportiva unida a la violencia. Son todas cosas que el Uruguay creo que puede sanar, puede curar, tiene que tender puentes. Pero tenemos que ser muy conscientes de que también se nos puede ir de las manos, como ha pasado en otros países.

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