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Entrevista central, martes 10 de octubre: Julio Bocca

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EC —Esa es una de las razones, todo lo que tu cargo implicaba en tareas que son muy desgastantes, que te llevan tiempo por el lado operativo, logístico.

JB —Sí, sobre todo cosas que no tenían que ver con lo que como director artístico me corresponde. Eso me fue desgastando, me fue cansando, y tuve la suerte de empezar a viajar y empezar a dar clases, trabajar más con los bailarines, tenía ganas de volver a hacer eso, que era la intención cuando tomé la dirección. No solo llevar a esta compañía a un nivel internacional y que esté entre las 10 mejores del mundo, sino también ese trabajo cotidiano de decir “estirá el pie acá”, “poné el dedo de esta forma, la cabeza”, “por qué sentís esto”, “por qué no vas por este lado”… Otras cosas que realmente me hubiese gustado y tenía ganas de hacer y que lamentablemente no se pudieron hacer.

EC —¿No hubo manera de trasladar esa parte de trabajo pesada, que en principio no debería corresponderle al director artístico? En algún momento pensaste en eso, una reestructura en la que Sofía Sajak iba a ser codirectora, Lorena Sáenz asistente y que de algún modo implicaba traspasar ese sobrepeso.

JB —Sí, pero Sofía también está dando clases, está ensayando, está en la misma situación que uno, por eso no es tan fácil traspasar. Y aparte, quieras o no, uno tiene que enojarse, cuando uno se enoja enseguida se soluciona todo. También eso, ¿por qué llegar a ese punto? Pasan dos meses, no pasa nada, y en un día se soluciona todo. Entonces, si se pueden hacer las cosas con tiempo, con rapidez… En todos los teatros hay problemas, este no es el único. Acá falta la visión de hacia dónde ir.

EC —¿Podés explicar mejor eso?

JB —Dentro del teatro, de la institución, tenés contratos artísticos, contratos de fideicomiso y presupuestados. Los cuerpos artísticos tienen horarios de trabajo totalmente diferentes, entonces cuando hay que combinar…

EC —Cuando hablás de cuerpos artísticos, estás hablando del Ballet, la Orquesta Sinfónica, la Orquesta Juvenil, el Coro Nacional, el Coro Nacional de Niños y el Conjunto de Música de Cámara. Esos son los elencos, los cuerpos.

JB —Exactamente, los elencos más fuertes son el Coro, la Orquesta y el Ballet, los más potentes. La Orquesta Juvenil es una orquesta que empieza a crear…

EC —Y son los que en el caso tuyo tenés que coordinar.

JB —Nunca se pudo hacer algo con los tres cuerpos juntos, el Coro trabaja a la noche, la Orquesta trabaja a la mañana, nosotros trabajamos todo el día. Por eso hay cosas que es muy difícil combinar, y si desde el comienzo no se sabe qué es lo que se va a querer y no se trasmite a sus empleados, es muy difícil saber para dónde vamos. Para entrar tenés que poner los dedos, la huella digital para el control de la hora a que llegás, a que te vas, perfecto. Pero hay una para presupuestados y una para fideicomiso. Ahí ya te marcan la diferencia de cómo se está llevando.

EC —El fideicomiso fue una fórmula que se eligió hace unos años para facilitar una parte de la operativa del Sodre y del Auditorio en particular. Ahí se funciona en un régimen “privado”.

JB —Exactamente, sos del Estado pero con una gestión privada. Gracias a eso el Ballet está donde está en este momento.

EC —Pero lo cierto es que hoy conviven tres sistemas.

JB —En este momento conviven tres sistemas. Es muy difícil para todos, no estoy hablando solo del Ballet, de mí; es difícil para todos poder unir todo eso para un solo espectáculo. Mi visión es que tienen que ser muy claros en lo que quieren, sea de un lado o sea para el otro, pero que digan “vamos todos por el mismo camino”.

EC —Ahí estás apuntando al Consejo Directivo y quizás más arriba todavía, al Ministerio de Educación y Cultura.

JB —Estoy apuntando a jefes, jefes, jefes que uno tiene. Yo no soy el jefe, yo soy el jefe del BNS, nada más.

ROSARIO CASTELLANOS (RC) —En determinado momento se abrió una especie de puerta de esperanza que tuvo que ver con aquella conformación de una especie de grupo con todos los directores de los cuerpos estables que iban a coordinar entre sí. ¿Qué pasó con eso? Tú mismo mostraste mucha esperanza de que esa reunión de los directores pudiera conformar una gestión común, coordinada.

JB —Lamentablemente, eso se siguió haciendo de a poco, a veces se podía, a veces no. Pero en esas reuniones nunca se llegaba a terminar de hablar de lo que se iba a hacer en adelante, se trataban de solucionar los problemas del momento. Entonces tampoco eran reuniones para decir “yo tengo esta programación”, el director de la Orquesta “yo tengo esta programación”, el director del Coro “tengo esta programación”, y ahí decir: “a ver dónde nos podemos juntar, hablemos para el 2018”. No podía pasar, porque tampoco sabés si vas a tener esa gente. Hay un montón de cosas que si no se hacen claras desde el comienzo es muy difícil. Eso no se pudo llegar a hacer. Yo me cansé y no fui mucho más a las reuniones porque era estar sentado. Y para hablar de problemas, yo también tengo problemas, pero tengo que ir a solucionarlos.

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