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Entrevista central, miércoles 2 de agosto: Juan José Calvo

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EC —Para terminar con la introducción del informe, ¿qué pasa con el envejecimiento de la población?

JJC —La sociedad uruguaya es muy peculiar en el contexto de América Latina y el Caribe, porque procesó muy tempranamente su transición demográfica, es decir, la natalidad y la fecundidad descendieron muy tempranamente, casi en simultáneo con algunos países europeos, como España e Italia, lo cual no es para nada sorprendente. Esto trajo como consecuencia, por un lado, una tasa de crecimiento demográfico pequeña y, por otro lado, un cambio en la estructura por edades de la población. Envejecimos muy tempranamente nuestra estructura, hacia 1950 ya teníamos una estructura que presentaba síntomas de envejecimiento, el censo de 1963 ya nos calificaba de país envejecido en función de la cantidad de personas que teníamos con 65 y más años. Este proceso se viene profundizando y continuará, ahora a mucha mayor velocidad que la observada en las pasadas décadas…

EC —¿Por qué continuará? ¿Por los avances en la medicina, por ejemplo?

JJC —Continuará porque nuestra fecundidad es baja, porque nuestra esperanza de vida continúa ganando sobre la mortalidad y porque, además, ya nuestra estructura por edades hace que cada vez tengamos menos personas en edad de tener hijos y eso está contribuyendo también, ahora fuertemente, al envejecimiento de la estructura.

EC —Los demógrafos no ven problemas en este panorama que está pintando.

JJC —El envejecimiento es una muy buena noticia, con todo el cariño para los encargados de las jubilaciones y pensiones.

EC —¿Puede explicarlo?

JJC —Tenemos que ver el envejecimiento como un buen síntoma: envejecemos porque tenemos las condiciones de bienestar en los grados de desarrollo que nos permiten tener poblaciones envejecidas, porque tenemos mayor acceso a la salud y la educación y mayor ejercicio de nuestros derechos reproductivos. El envejecimiento es algo bueno, es un síntoma de desarrollo…

EC —Yo le agregaría algún matiz, por ejemplo, el envejecimiento es una buena noticia si esa vida prolongada se desarrolla en condiciones dignas, ¿no? Si tenemos personas que viven hasta los 90 o 100 años pero lo hacen mal, con problemas mentales por ejemplo o disminuciones importantes de sus capacidades, no estamos ante una buena noticia; si viven solas, sin cariño o amor, tampoco lo estamos.

JJC —Totalmente de acuerdo, 100 %. Ahora, si miramos cómo llegamos nosotros a edades más avanzadas, estamos llegando cada vez en mejores condiciones, en promedio, nuevamente, que ocultan diferencias e inequidades que no son sostenibles y no deben ser aceptadas, evidentemente se debe garantizar un envejecimiento digno, productivo y sin dolor. Hasta ahora los sectores de ingresos medios y altos, que son los que han envejecido y la diferencia principal es que empezaremos a envejecer todos masivamente, han tenido bolsillo para, justamente, implementar mecanismos de cuidados que garanticen esa dignidad y atenuación del dolor. Nuestro enorme desafío en el envejecimiento, donde van a envejecer sectores de la población que antes no lo hacían en grandes cantidades, es brindarles justamente condiciones de equidad para que ocurra lo mismo con ellos. Es decir, para decirlo en una frase: sistemas de cuidados, esa es la gran cirugía que se viene en la futura protección social.

***

EC —¿Cómo viene en Uruguay la tasa de reemplazo?

JJC —El reemplazo es un valor fijo, que es 1 o su equivalente, 2.1, es decir que estamos muy cerca [1.88].

EC —Preguntan desde la audiencia cuál es la tasa de fecundidad en el mundo.

JJC —La tasa global de fecundidad está en 2.4, con enormes distancias entre las diferentes regiones, tenemos valores muy altos en los países menos desarrollados, particularmente al sur del Sahara y en algunos países asiáticos, y valores extremadamente bajos en un conjunto de países europeos donde hay una preocupación muy fuerte porque la tasa está a un nivel que se llama muy baja fecundidad, con valores por debajo de 1.5.

EC —Usted decía antes que no es alarmante este proceso de envejecimiento de la población uruguaya, sino que es una buena noticia. Pero implica una serie de desafíos: mantenimiento de los sistemas de jubilaciones y pensiones, la necesidad de costear los sistemas nacionales de salud y el sistema nacional de cuidados, que pasa a ser casi que obligatorio. Vayamos por partes: mantenimiento del sistema de jubilaciones y pensiones. Es un hecho que por el envejecimiento de esta estructura social el sistema va a descansar en un porcentaje de la población probablemente más chico que el de hoy. ¿Entonces?

JJC —Bien, el desafío está en que vamos a tener cada vez una menor cantidad de trabajadores que van a estar a cargo de una cantidad mayor de personas recibiendo jubilaciones y pensiones. A mediano o largo aliento no hay otra solución que no sea que esa menor cantidad de trabajadores tengan la capacidad de generar una mayor cantidad de riqueza, para decirlo en términos muy sencillos, no hay otra forma de resolverlo, no hay salida demográfica en esto. Si el problema es el envejecimiento y se produce porque aumenta la esperanza de vida y, fundamentalmente, porque decae la fecundidad, uno podría pensar en resolver esto con políticas demográficas…

EC —¿Por ejemplo, fomentando la inmigración?

JJC —Esa sería una. Hay tres factores de cambio demográfico: mortalidad, natalidad y migraciones. Por la mortalidad es imposible pensar en una solución, por absurdo, no sería razonable fomentar políticas mortales. ¿Qué pasa con la natalidad y la migración? La migración es interesante, pero para que el fomento de la inmigración, que es algo muy bueno desde esta y otras perspectivas, tuviese efectos desde el punto de vista de la estructura por edades, tendría que ser en grandes volúmenes y, sobre todo, muy permanente en el tiempo para que efectivamente tuviese efectos. La inmigración como la que venimos recibiendo en estos últimos años aporta rejuvenecimiento a la estructura por edades por dos vías: porque las personas que llegan son jóvenes, fundamentalmente, y porque vienen con sus hijos o tienen hijos en el país, es como un eco demográfico. Pero es muy pequeño el efecto que está teniendo en los volúmenes que estamos recibiendo ahora; para que esto fuera permanente tendría que ser muy prolongada en el tiempo y de un mayor volumen.

EC —¿La otra posibilidad, fomentar la natalidad?

JJC —La otra posibilidad, que muchas veces se ha manejado, es a través del fomento de la natalidad. Esto tiene bastantes obstáculos para que efectivamente pueda llevarse adelante. El primero es de orden más filosófico y es que las políticas pro natalistas están reñidas con los enfoques modernos de ejercicio de los derechos humanos. Particularmente, Uruguay y casi todos los países del planeta, son signatarios de una convención, la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo, que descarta que las políticas poblacionales tengan que tener objetivos demográficos de orden cuantitativo. Es decir, ya no se busca que la tasa de fecundidad sea de tal o cual número, sino que las personas tengan el número de hijos que desean tener en el momento en el que deseen tenerlos y con las condiciones adecuadas de crianza, sea 0 o 23 hijos. Desde una perspectiva conceptual las políticas natalistas hoy están bastante reñidas con enfoques modernos de los derechos humanos. Pero, además, si ese no es un argumento convincente, también se argumenta que cuando estas políticas se han intentado llevar adelante han resultado muy poco efectivas. En aquellos países en los que se ha buscado incrementar la tasa de natalidad como un objetivo en sí mismo no se han obtenido resultados, o éstos han sido muy marginales.

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