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Entrevista central, miércoles 2 de agosto: Juan José Calvo

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EC —Sin embargo, se lo sigue intentando. Acá mismo, en nuestro país, la senadora Verónica Alonso presentó una propuesta en esta dirección que otorgaba, por ejemplo, una bonificación de 10 % en la jubilación tanto para la madre como para el padre de aquellas familias que tuvieran su tercer hijo, un beneficio de 10 % adicional para aquellas que tuvieran su cuarto hijo, etcétera. Esto es de hace poco tiempo…

JJC —Sí, a veces las medidas… En primer lugar, yo le doy la bienvenida a toda la preocupación del sistema política hacia las cuestiones demográficas, por suerte el actual sistema político les presta mucha más atención a estos temas que en el pasado. En segundo término, muchas de estas medidas pueden ser bienvenidas y deseables, aunque no necesariamente por el objetivo de incrementar la natalidad sino por una cuestión de brindar mejores condiciones de crianza a quienes desean tener hijos, por lo tanto, deben ser estudiadas y, como toda medida de política pública, evaluados los costos y los beneficios. Creo que varias de estas medidas son bien interesantes.

EC —De todos modos, usted dice que por ahí no está la solución.

JJC —Lo que muestra la evidencia es que eso luego no mueve la natalidad, sí mejora las condiciones de crianza, pero no logra mover significativamente el parámetro demográfico. Esto no significa que las medidas no sean deseables: licencia parental y maternal, eliminación de toda restricción en el marco legal que pueda ser un obstáculo para el desarrollo profesional de las mujeres, etcétera. Todo eso es muy deseable, pero no mueve el parámetro demográfico.

EC —Entonces, volviendo a la pregunta inicial, ¿cómo se costea un sistema de seguridad social en este entorno del que venimos hablando, con una población más envejecida?

JJC —Cómo tenemos que prepararnos para esto, que es irreversible, que se viene y que ya los demógrafos podemos decir con gran margen de seguridad cuál va a ser el volumen de adultos mayores que vamos a tener en las distintas edades, porque esas generaciones ya nacieron y están presentes…

EC —El domingo, en entrevista con el diario El País, usted dijo que la única solución de largo plazo es el incremento permanente de la productividad.

JJC —Exactamente. Eso es así. Y no es suficiente.

EC —Estoy seguro de que a mucha gente este enfoque le sorprendió, capaz que no estaban pensando en esta dirección. ¿Puede explicarlo mejor?

JJC —Si, claro. Primero vamos a plantearlo de una forma bien sencilla: como decíamos al inicio, dado que tenemos mayor cantidad de dependientes o de personas sobre las cuales recae la responsabilidad de esa manutención, la única solución de largo aliento es que esos trabajadores tengan la capacidad de generar mayor riqueza. Esto nos lleva a dos direcciones simultaneas que deben ser transitadas para encarar el envejecimiento futuro. En primer lugar, no podemos perder ni un solo trabajador o trabajadora, ese va a ser nuestro recurso más escaso. Tenemos que brindar las condiciones para que tengan las mayores capacidades posibles, algo que no pasa solamente por la extensión de la cobertura y los años de estudio, porque hay otras formas de incrementar las capacidades de los trabajadores, pero en gran medida pasa por ahí. Este camino no es compatible con nuestras actuales tasas de cobertura y egreso de educación secundaria y, fundamentalmente, de la educación superior: debemos incrementar ambas significativamente. Aun así, esto tampoco es suficiente, porque el otro camino que se debe transitar simultáneamente es el de un cambio en nuestra matriz productiva para incorporar mayor cantidad de actividades económicas que generen mayor valor agregado.

EC —Lo interrumpo porque mencionó dos puntos: el primero era no perder un solo trabajador, ¿esto qué quiere decir en términos prácticos?

JJC —Esto quiere decir que todas las personas que están en edad de trabajar deben estar incorporadas activamente a ese mercado. Hoy todavía tenemos márgenes importantes de incorporación de personas en esto, particularmente en la población femenina y en la joven. Este último campo siempre es un poco más espinoso, porque está el trade-off entre la necesidad de que las personas dediquen mayor cantidad de tiempo a su capacitación, a la extensión de su educación, rezagando su ingreso al mercado de trabajo, y la necesidad de incorporar trabajadores. Lo que es importante es que no tengamos desafiliaciones importantes del sistema educativo ni inserciones débiles en el mercado de trabajo, ya sea por no ser parte de la población económicamente activa o integrarse en actividades informales o de muy baja productividad.

EC —El aumento de la productividad es la clave.

JJC —Sí.

EC —¿Y cómo se logra eso? se lo pregunto porque una forma es la automatización, de esa se está hablando con cada vez más insistencia, la robotización se viene.

JJC —Y es otro desafío enorme.

EC —No lo estaba mencionando en este contexto: es una forma de aumentar la productividad pero también de perder trabajadores, o puede llevar a que se pierdan puestos de trabajo.

JJC —Son dos afirmaciones distintas. Evidentemente se van a perder puestos de trabajo, lo que está indicando la evidencia, según los especialistas que manejan este punto, que no está en mi campo d trabajo, es que las actividades de corte repetitivo, rutinario, automatizables, son las primeras posiciones de trabajo que corren riesgo de desaparecer. Simultáneamente se generan otros puestos de trabajo, pero requieren otros niveles de capacitación. Justamente ese es el mundo que se nos viene y para el que hay que prepararse con muchas décadas de antelación. Evidentemente, una fuerza de trabajo con bajo nivel educativo o de capacitación, comparativamente con otra, va a llevar todas las de perder, esto es país a país, economía a economía, y dentro de cada una, a su vez.

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