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Entrevista central, martes 21 de febrero: Jorge Gandini

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EC —De eso estaban conversando en AN.

JG —De eso estábamos conversando, porque es innegable que hay algunos compañeros que ejercen la titularidad de varias intendencias hoy en día, que fueron elegidos por AN, que tienen un fuerte cuño wilsonista en su matriz ideológica, en su origen y en el modo de su gestión, que se han reunido y quieren hacer algo juntos. ¿Qué es lo que pueden hacer? Quizás eso, ser una expresión dentro del sector con sus particularidades y luego expresarse como una lista al Senado. En mi caso, yo estoy por el mismo camino ya hace rato, formando un movimiento a nivel nacional, en el que ya trabajan algunos diputados y dirigentes de otros departamentos conmigo, pero todavía no lo hemos expresado en tanto es necesario definir algunas reglas generales. Y puede haber otras dentro del sector.

EC —Hay varios que están en esa onda, hay varios dirigentes, varios grupos que están reorganizándose con esa idea y que hasta ahora no tenían cómo expresarse, la estructura de AN no se lo permitía y estaban ahí, como han dicho algunos, con un pie adentro y un pie afuera, dependiendo de qué pasara con AN, si cambiaba o no cambiaba.

JG —AN tiene que hacer esa reflexión, es obligatorio. Perdimos dos veces la interna, y perder tiene sus consecuencias no solo electorales, tiene también sus consecuencias anímicas, psicológicas, en la mirada de futuro. Hay que recrear los escenarios para luchar desde otro lugar, no se puede hacer siempre lo mismo. Entonces ahí hay una fuerza interesante de liderazgos emergentes que quieren expresar matices, y expresarlos políticamente, pero también electoralmente, y hay que darles juego. Eso parece inteligente, parece bueno.

EC —¿El documento de Larrañaga va en esa dirección?

JG —El documento de Larrañaga va en esa dirección en tanto pone algo nuevo sobre la mesa, patea el tablero y dice “AN no va a ser más como era”.

EC —Pero el diagnóstico que incluye el documento no es el que usted estaba haciendo. El diagnóstico habla de un éxito de AN, está en las primeras hojas, dice: “Alianza Nacional nace en 1999 como una trinchera. El partido tuvo en la primera vuelta su peor votación posdictadura, con un 22 %, y para octubre varios de nosotros decidimos reunirnos para dar la batalla electoral que nos quedaba. El objetivo era la supervivencia, y lo logramos, blindamos la trinchera, pusimos la cara por el partido, salimos jugando para adelante y conseguimos dos senadores y dos diputados. Después vino 2004 y el año de la revolución nacionalista y volvieron las banderas a las casas y los militantes a las calles y los jóvenes a la política y Wilson a la gente y Aparicio a la memoria y volvió el orgullo histórico y aquel escenario inicial de riesgo se revirtió inexorablemente. El Partido Nacional estaba más vivo que nunca. Con la mejor elección blanca de los últimos 27 años, superamos el 35 % y perdimos contra el mejor Frente Amplio que se haya conocido. Alianza Nacional tuvo dos elecciones más en las que peleó la interna palmo a palmo y donde solidificó al Partido Nacional como la fuerza más importante de entre todos los partidos de oposición. Hoy nuestra trinchera ya es bastión inexpugnable y el objetivo inicial está cumplido. El tiempo de Alianza, tal como la conocemos, está terminado, es momento de ir por todo”. El diagnóstico es muy distinto del que usted formulaba recién.

JG —No, creo que le estoy agregando a ese diagnóstico. Lo comparto totalmente, AN cumplió un papel muy importante, rescató al partido en el 2004, cuando veníamos de haber salido terceros en la anterior elección, en el 2000 fue un desastre, salimos terceros. Y ahí el partido votó muy bien con Larrañaga a la cabeza. Después nos tocó perder en la interna, pero es verdad que hay una actitud que hay que reconocerle a Larrañaga: asumió la candidatura a la vicepresidencia con una enorme grandeza y colaboró enormemente para que el partido se uniera, dejando atrás aquellas etapas en las que nos matamos entre nosotros –creo que hubo un cambio cultural y un aprendizaje muy importante–, y el partido tuvo un gran desempeño electoral y se consolidó como la alternativa en el país. Hoy cualquier ciudadano, cualquier analista sabe que si no gana el FA gana el PN, es la lógica, la alternativa, más allá de las alianzas que tenga que hacer en una eventual segunda vuelta. Lo que estamos diciendo es cómo desempeñarnos mejor en esta etapa.

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