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Entrevista central, martes 22 de agosto: Ignacio Munyo

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EC —Para usted el factor determinante es el tecnológico.

IM —Sin duda es el tecnológico, que trae derrames a todo el resto de las áreas.

EC —¿Y qué es lo que han venido estudiando a propósito de Uruguay?

IM —Pensamos que es útil analizar por ejemplo la reforma laboral, reformas en la educación, todo tipo de medidas que se tienen que tomar para colaborar a que este proceso de incorporación de tecnología, que es inevitable, sea complementario del trabajo y permita generar nuevas posiciones ante las que se van extinguiendo por el avance tecnológico.

Hace ya un par de años que seguimos una metodología, a mi entender muy útil, que se desarrolló en la Universidad de Oxford, que analiza la esencia de cada posición de trabajo. Básicamente se preguntan, en cada puesto que hoy está ocupando una persona, qué componentes hay que mirar para saber si es robotizable o no en el futuro cercano. Y ahí hay tres grandes “cuellos de botella” para la robotización, tres características que por ahora son difíciles y algunas imposibles incluso en el futuro de sustituir por máquinas.

Y la primera característica es la destreza manual, la manipulación fina, todo aquello que implica el trabajo artesanal. Eso cada vez más los robots lo están haciendo, pero es muy difícil programar una máquina para que haga el trabajo que hace un artesano con las manos. Eso deja ese tipo de habilidades en resguardo, no por mucho tiempo, porque esto avanza y se hace cada vez más barato, pero al día de hoy es extremadamente caro lograr precisión manual con una máquina.

Después hay dos componentes que para mí son más vitales y más críticos a la hora de diseñar políticas públicas. El segundo es la capacidad creativa. Aquellos trabajos que tienen en su desarrollo un componente importante de creatividad, ya sea para buscar crear sensaciones a través del arte o para buscar soluciones originales a problemas existentes, tienen hoy una barrera natural hacia el avance de la automatización. Pero no están al resguardo absoluto. Me gusta poner un ejemplo que la gente entiende que pasó hace un año y medio con la serie Friends: se cargaron en una computadora todos los capítulos de todas las temporadas y automáticamente una máquina produjo un capítulo nuevo, original.

EC —¿Y cómo era ese capítulo? ¿Era bueno?

IM —La crítica dice que no era tan bueno como el original, pero la máquina fue capaz de interpretar y conocer a todos los personajes de acuerdo a la historia de las 10 temporadas anteriores. Vio cómo se portaba cada uno, qué le gustaba, qué no le gustaba, y con esa información produjo, de forma aleatoria, sin que interviniera una persona, un capítulo nuevo. Por lo tanto hasta la capacidad creativa está en jaque con el avance de la inteligencia artificial y lo que se llama machine learning, que las máquinas aprenden en el proceso de incorporar información. De todas formas, la crítica dijo “este capítulo está correcto pero está lejos de un buen capítulo original”, por lo tanto todavía, por suerte, las personas tienen una habilidad innata que es difícil que una máquina pueda reproducir.

Y el último componente, que para mí es el inherente al ser humano, la barrera más importante a la robotización, viene por el lado de la empatía, la capacidad que tiene una persona de ponerse dentro de otra persona, en los pies de otra persona y sentirse alegre o triste si a la otra persona le va bien o le va mal, la capacidad que tiene una persona de persuadir a otra para realizar una determinada tarea o pensar de determinada forma, la capacidad de negociación, de buscar acuerdos en las diferencias. Eso es clave, y hay muchos trabajos que tienen una pata importante en este aspecto inherente al ser humano.

Por tanto si uno mete estas tres barreras a la robotización…

EC —Percepción y manipulación, capacidad creativa e inteligencia social.

IM —Así es, yo le estaba llamando recién empatía, pero es lo mismo, inteligencia social, empatía, todo aquello que implica relacionamiento personal. Si uno agarra una base de datos muy buena que se desarrolló en Estados Unidos, que estudia qué porcentaje tiene cada posición laboral de estas tres cualidades, puede saber cuánto tiene un auxiliar contable de manipulación fina en su trabajo, cuánto tiene de creatividad y cuánto de empatía, puede calcular lo que llamamos un índice de resistencia a la robotización. Y si uno a su vez cruza esto con información del Instituto Nacional de Estadística y sabe cuántas personas en Uruguay están trabajando en este tipo de posiciones, puede tener un mapeo completo de los 1.400.000 uruguayos que ocupan hoy puestos en el mercado de trabajo. Y eso le permite a uno imaginarse por dónde vienen los problemas naturales y que van a poner en jaque las posiciones hoy ocupadas.

EC —¿Qué resultados obtiene ese trabajo?

IM —Obtiene que hoy aproximadamente el 60 % de los cargos ocupados en el Uruguay tienden a desaparecer porque las características inherentes que están requiriendo a las personas que realizan estos trabajos van a ser fácilmente automatizables en un horizonte de tiempo no muy lejano.

EC —El 60 % de las posiciones de trabajo están en riesgo por la robotización… ¿En qué plazo?

IM —El plazo es discutible. En estos estudios prospectivos se habla de un entorno de 20 años, pero lo cierto es que en algunas ya está pasando, esto es un goteo permanente, no es que dentro de 20 años baja la cortina y hay 60 % que pierde el trabajo. En algunos ya pasó, en otros va a pasar mañana y en otros pasado, depende de cada sector la velocidad con que se va incorporando esta tecnología, y depende del costo de esta tecnología, que se va haciendo cada vez más barata y se hace cada vez más eficiente para un empresario incorporarla y lamentablemente muchas veces sustituir mano de obra humana, de personas. Ahí están el desafío y la preocupación, porque nosotros hablamos permanentemente con empresarios de todos los rubros, y cuando les preguntamos, con este nuevo ciclo expansivo que estamos empezando a ver, esta nueva ola de crecimiento que tuvimos desde el año pasado, si están pensando invertir, la mayoría de las respuestas es “sí, estamos estudiando invertir, pero estamos viendo cómo minimizar la contratación de mano de obra. Porque los costos laborales que hoy genera una regulación laboral que se ha modernizado en Uruguay a partir del año 2006 están generando efectos adversos, percibidos por los empresarios.

EC —Alude a las modificaciones que ha tenido la normativa laboral desde 2006, o sea desde que asumió el Frente Amplio.

IM —Hemos tenido una ola de nueva regulación laboral fuerte a partir del año 2006, con una serie grande de normas que han modificado la regulación y que en algún sentido han quitado flexibilidad a un sistema que también tenía muchas críticas para mejorar. Yo no estoy criticando explícitamente la nueva ola de reformas, estoy diciendo que esa ola de reformas no está adaptada a las necesidades actuales del mercado de trabajo. Cuando se hizo, seis años atrás, no se percibía con tanta claridad, sin duda este tema no existía en la agenda internacional. Si hoy estuviéramos incorporando reformas como las que hicimos 10 años atrás, sería totalmente distinto el enfoque que se les tendría que dar. Esto es reconocido por las autoridades tanto del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) como del PIT-CNT. Hemos hablado permanentemente, hemos compartido paneles con personas que lideran estos organismos y comparten la preocupación.

Tenemos que tener claro que tenemos un problema serio, que no es solo en Uruguay, es a nivel global, y que nos implica repensar mucho de lo que tenemos estipulado en el Uruguay por una regulación que tiene muchos años. Y también tenemos que pensar otros aspectos, como por ejemplo la educación, que está muy atada a este fenómeno con respecto al cual hoy tenemos tomar medidas y soluciones. Acá hay un rol relevante para las políticas públicas, porque si uno no hace nada y mantiene todo como está, un día un empresario va a comprar determinada maquinaria para una línea entera de producción y va a despedir a los trabajadores que estaban ahí.

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