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Entrevista central, martes 24 de enero: Pablo Bartol y Guillermo Fossati

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EC —Tú hablabas de las características globales: Finlandia a la hora de encarar su sistema educativo. Yendo un poco más fino en el análisis, ¿cuáles son algunas de sus señas de identidad?

GF —Uno de los aspectos interesantes, que contrasta con nuestra realidad, es en otra materia. Más allá de lo que se vio en el resultado de las pruebas PISA, Finlandia tiene una bajísima tasa de deserción en toda la educación básica, un 0,5 % abandona la educación básica. Y tiene una repetición del 1 %; el 99 % de los alumnos de una cohorte determinada, de determinado año concreto, terminan en el año en el cual es esperable que terminen. Como contraste, nosotros para el caso de las últimas pruebas PISA, entre los 15 años y 3 meses y los 16 años y 2 meses, teníamos un 60 % que estaba en el año que le correspondía, cuarto año de liceo, el llamado grado modal, y teníamos un 40 % en años inferiores, o sea que mostraba un rezago muy importante. Este es un elemento interesante, porque algo hace Finlandia para tener una deserción baja y una repetición tan bajas.

EC —Justamente, ¿qué es lo que hace? ¿Cuáles son algunas de las claves?

GF —Una de las claves es la especial atención que ponen en todo lo que hace a la educación básica, viéndola de una manera muy integral, muy holística, mirándola como un sistema, viendo la secuencia de los distintos niveles, no como compartimentos estancos, sino viendo la alta interdependencia que tienen los unos de los otros.

En Finlandia la educación formal primaria comienza recién a los 7 años. Tiene una educación inicial que no es obligatoria, pero el 95 % asiste a ella. Tiene un sistema de guarderías muy importante, le da a la atención a la primera infancia una fuerza muy grande, considera que si se construyen buenos cimientos hay chances de un buen primer piso, una buena educación primaria y un buen segundo piso, una buena educación media, esa es la lógica con la que funciona. Tiene por encima de todo una apuesta muy grande al sentido de cooperación, como que apuesta a la cooperación y no a la confrontación, genera equipos de trabajo, razona con una lógica integradora y jerarquiza al docente de una manera muy especial.

EC —¿Qué quiere decir, concretamente, que jerarquiza al docente de una manera muy especial?

GF —Quiere decir varias cosas. En primer lugar, es altísimamente selectiva la entrada a formarse como docente. Uno de cada 10 aspirantes ingresa, mientras que nosotros tenemos una absoluta falta del recurso docente. Que la puerta de entrada a la formación docente sea tan competitiva en Finlandia ya dice mucho. Y luego se requiere un nivel de máster para entrar a hacer docencia, lo cual muestra que tiene un nivel universitario muy importante. Y todo eso desde la perspectiva de la sociedad, de la comunidad, lo jerarquiza, lo prestigia al docente.

En esto tengo un matiz de diferencia con lo que se busca hacer acá. Acá se está hablando de la escuela universitaria o el instituto universitario de formación docente, algo que no prosperó en su momento y que se quiere reflotar en este momento. Finlandia razonó de manera distinta, transfirió a todas las universidades, a las 20 universidades, la formación docente de la educación inicial, primaria y todo el ciclo básico.

EC —¿Cuál es el matiz?

GF —El primer matiz es en cuanto a prestigiar al docente y darle jerarquía universitaria. La jerarquía se la da la gente en la manera de percibirlo. Una opción es la formación universitaria per se o como tal, ya de por sí son egresados universitarios. En cambio si se genera un espacio, por más que se lo llame instituto universitario de formación docente o universidad de la educación o como se lo quiera llamar, no es lo mismo en la percepción de la gente.

Aparte de eso hay todo un conjunto de cambios que son necesarios. Porque tampoco se puede extrapolar; la gente a veces en el sistema educativo –y con justa razón– resiste esto de estar trayendo y extrapolando experiencias de otros países, en este caso de Finlandia, a la realidad uruguaya, porque hay muchas piezas que tienen que encajar para que sea factible. Si uno saca una fotografía parcial de la realidad de Finlandia, toma un aspecto y saca conclusiones sin ver el conjunto de aspectos que lo han hecho posible, se queda con una mirada equivocada.

EC —Alicia, de Pocitos, una de nuestras oyentes, dice: “Más allá de las estrategias pedagógicas, hay una sociedad muy distinta”.

GF —Absolutamente.

EC —Y destaca: “La materia prima, o sea los estudiantes, son actores principales”.

GF —Sí, está centrado en el alumno, uno de los aspectos importantes es poner el foco de atención en el alumno. Tiene una concepción muy interesante, que le escuché en más de una oportunidad a Irmele Jalinek, que es la autoridad máxima del sistema educativo finlandés en el ciclo básico, que estuvo acá en la Universidad Católica, dando una serie de charlas. Ella señalaba que una de las razones por las cuales Finlandia logra los resultados que obtiene y a escala máxima universal, sin brechas importantes entre el alumnado, es que se interviene a tiempo, se evita el rezago. Intervenir a tiempo y no identificar los problemas por ejemplo cuando se llega a la puerta de la educación media, que es lo que nos está pasando, sin ver que mucho de lo que se ve en las puertas del liceo tiene sus raíces y sus bases en cosas que pasaron antes. Entonces el intervenir a tiempo, con buenos programas, es otro de los aspectos.

Hay toda una logística de apoyo profesional de disciplinas distintas que están coadyuvando, toda la visión curricular cambia cada 10 años, lo moderniza. Nosotros tenemos una visión enciclopedista de nuestra enseñanza, con programas curriculares que no se renuevan. Finlandia acaba de presentar en el 2016 una nueva propuesta curricular que tiene características muy interesantes. Es holística, es integradora, es multidisciplinaria, integra el saber de varias disciplinas.

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