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Entrevista central, martes 24 de enero: Pablo Bartol y Guillermo Fossati

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EC —Contanos a propósito de la escuela que visitaste hoy, esa que algunos llaman la escuela del futuro.

PB —La escuela del futuro es una cosa espectacular. Hay que tener en cuenta, para poner en contexto, que costó US$ 30 millones para 600 alumnos. Es decir, venimos a aprender muchas cosas, pero no se puede pensar que una cosa se traslada automáticamente a otra realidad que no tiene ese nivel de recursos. Entramos en clases de tercer año, donde está la maestra con un auxiliar; eso es muy difícil de ver en Uruguay, tal vez en la educación preescolar, pero estos eran chicos de 9 años. Era una clase con 20 niños, hay muchas que tienen 25, pero esa era de 20 y con maestra auxiliar. Es un nivel de inversión de recursos muy importante.

Hay muchas ideas muy buenas en la forma de trabajar, en cómo están dispuestas las clases. También hay un asunto de que para esta nueva forma de enseñar –que es la que vinimos a aprender acá– requerís un diseño de edificios un poco distinto, acá hay mucho vidrio, para que la gente se vea entre sí, unos docentes aprendan de los otros viéndose. También por un tema de que hay tres aulas, pero con un espacio común, las tres con unas mesas, entonces yo divido mi grupo y mando una parte afuera, pero los estoy viendo. Ayer hablaba con una chica china que está en su primer año como docente acá, lleva cuatro años de docente, estaba enseñando matemática y me decía que estaba tratando de aplicar esto, pero que implica a veces preparar tres clases, la que tiene, la que mandó afuera a la nieve y al bosque y a hacer ejercicios viendo cosas de la realidad de su entorno, y el que mandó a otro lugar, pero que no tenía gran supervisión sobre ellos, porque ese edifico no estaba tan adaptado, con todo el vidriado que supone tener parte de la clase contigo y parte afuera y tener una cierta supervisión de que eso esté siendo realmente un espacio pedagógico adecuado y no una pérdida de tiempo para los niños.

EC —Están en plena prueba, el método se está probando. Los docentes y los alumnos son en definitiva conejillos de indias.

PB —Totalmente, lo vimos en varios lugares y también fuimos a alguna escuela más tradicional que parece una escuela uruguaya, idéntica. De esto poco, de toda esta nueva teoría educativa y nuevos modos de trabajar veías poca cosa. Alguna cosa muy de la cultura finlandesa, que es interesantísima, pero es más cultural, no tanto de nuevas metodologías de enseñanza. Seguían con algo supertradicional, los bancos todos mirando para adelante, el pizarrón, la profesora, algo más de tecnología en los pizarrones, con proyectores y con una filmadora que filma el cuaderno de la profesora y lo muestra en el pizarrón. En vez de estar escribiendo, trae todo preparado, entonces es mucho más eficiente y más lindo, pero básicamente la propuesta era muy parecida a una propuesta tradicional.

Lo que sí ves, a la hora de sacar ideas para Uruguay, es el tema de la autonomía. El tema de la autonomía es muy importante para ellos, tanto para el director o directora de la escuela, para decir “acá yo defino cuál es la propuesta fina”, y eso lo ves por todos lados. Te definen qué idiomas quieren aprender, hoy estuvimos en una escuela que estaba en una zona donde hay una colonia sueca importante, entonces enseñar sueco ahí es importante, en otras escuelas no. Eso lo define el director con la comunidad educativa. O lo que quieren es más música, entonces tenés escuelas con una gran especialización en música; eso lo vimos la semana pasada sobre todo en Rovaniemi.

También lo vi en Tallin, Estonia es la otra estrella educativa mundial en este momento, porque incluso pasó a Finlandia en las pruebas PISA del 2015, quedó en tercer lugar, por eso también nos interesaba mucho.

EC —Estonia es un país con otras características. Finlandia era todo casi el doble que Uruguay, en cambio Estonia es más chica, tiene 45.000 kilómetros cuadrados, una población que es la mitad de la nuestra, 1.290.000 habitantes, y sin embargo su PBI per cápita es mayor, US$ 21.200, cuando nosotros estamos en US$ 17.000.

PB —En comparación con Finlandia [la de Estonia] es una economía mucho más pobre; de hecho la ciudad de Tallin anda en las 300.000 personas y de ellas 50.000 cruzan [el Mar Báltico] todas las semanas a trabajar a Helsinki, porque aquí hay sueldos mucho mejores y allí es todo mucho más pobre. La escuela que visitamos en Estonia era mucho más sencilla; además era la escuela de la ciudad vieja, con lo cual estaba montada en un edificio muy antiguo, muy lindo. Han tenido que aprovechar todos los espacios, incluso los sótanos, tienen ahí una sala de psicomotricidad a la que había que entrar agachándose por una especie de cueva para no golpearte la cabeza. Una cosa muy sencilla.

Lo que ves en todos lados es el tema de la autonomía del director para todo, para contratar el personal, los docentes que le parecen adecuados. En esta escuela que visitamos reciben para cualquier puesto que abren 270 currículos por lo menos, de los cuales seleccionan 20, a esos 20 les piden que envíen un video y seleccionan 5 a los que invitan a una entrevista, y parte de la entrevista es que tengan 10 minutos de clase con los niños para verlos actuar y ver que quieren trabajar con el modelo nuevo, que es el que ellos quieren aplicar.

EC —Estamos hablando de un único sistema educativo. Todas estas instituciones pertenecen a un mismo sistema, en que la asistencia es gratuita además, son instituciones públicas.

GF —Son instituciones públicas, más del 95 % es público, alrededor de un 3 % es privado nomás. Le asignan una importancia muy grande al concepto de comunidades educativas. Hay un marco curricular nacional común y luego hay currículos locales. Y es cierto, la figura del director es muy relevante, la autonomía pedagógica también es muy importante, y el docente tiene una formación que le permite actuar acorde con esa autonomía para poder ver dentro del aula cuáles son los aspectos que más se aplican para ayudar al alumnado.

PB —Para poner un ejemplo de a qué grado llega esa autonomía, en la escuela en la que estuvimos ayer en Siponlati había una clase de religión luterana. Fueron todos los niños, primero los de la escuela y después hubo otra instancia con los adolescentes, la chica daba una charla de formación cristiana luterana, y eso en el marco de una educación pública, laica. Aquí la religiosidad es baja. Nos sorprendió todavía más en Estonia, donde el 70 % de las personas se dicen agnósticas, y sin embargo la escuela en la que estuvimos tiene un perfil católico, el obispo católico va y da clase ahí adentro. Nos llamó muchísimo la atención. Y para ellos es lo más normal del mundo. Es decir que tienen una propuesta que incluye una cierta creencia y el Estado financia tranquilamente. Nos contaban que el hijo del alcalde, que es del Partido Comunista, va a esa escuela. La parte de formación cristiana o religiosa es de libre asistencia, pero es parte de la propuesta de una escuela pública, aceptada por la comunidad, avalada. El 70 % de la población se dice no creyente o agnóstico, sin embargo hay una propuesta educativa dentro del sistema público que incluye formación católica y la gente va con total tranquilidad, no hay esa cosa uruguaya de divorcio total entre la educación curricular y la formación religiosa.

GF —Es un sistema que era altamente centralizado en la década del 90 y llevó un tiempo importante transformarlo en un sistema altamente descentralizado. Se concentra en los municipios, más de 300 municipios. Los municipios manejan los recursos, tienen transferencias del gobierno central en función de la matrícula, de la cantidad de alumnos en el tramo del ciclo básico de enseñanza y de las características del municipio. Porque una parte de los fondos provienen del municipio, entonces si es un municipio más débil económicamente que otro, recibe un apoyo diferencial. El protagonismo de los municipios es muy importante. Desde el punto de vista estructural institucional, es una lógica de funcionamiento muy distinta de la realidad nuestra.

PB —A mí también me sorprendió la confianza que hay en el docente, la libertad que se le da para que trabaje como le parezca. No solo el director tiene una autonomía enorme respecto al sistema central para armar una propuesta, también . el docente en el aula tiene una libertad muy grande de trabajo. Se dice que hay una confianza muy grande en el docente como profesional. No existe la inspección, no hay inspectores, lo que hay son tareas de apoyo cuando el docente lo requiere, de otros colegas, pero hay una gran confianza. Hay confianza, lo respirás en todo acá en Helsinki. Te cuento una anécdota más callejera. El otro día en una calle afuera de un bar había tres cochecitos de bebé, había –1º. Iba con un finlandés y dije: “Che, ¿y esto? ¿Dejan el cochecito así nomás, regalado acá afuera en la calle?”. “Sí, obvio, porque está el bebe adentro.” No lo podía creer, dejan el cochecito con el bebe afuera en la calle mientras las madres . van a tomar un café adentro. Es un ambiente de confianza, de mucha seguridad.

GF —¡Dejarlo afuera con esa temperatura!

PB —Acá dicen que mientras estén abrigados es muy sano respirar aire frío, que les hace mucho bien, los acostumbran desde chiquitos, dicen que hasta –10º los dejan tranquilamente afuera en la vereda mientras se toman un café adentro. A la vez, dentro de las escuelas hay un ambiente de calidez total, la temperatura está muy bien. Por ejemplo, todos los niños andan en medias adentro y a nosotros en una de las escuelas nos pidieron que por favor nos sacáramos los zapatos –por suerte andaba bien de medias–, y todos descalzos circulando dentro de la escuela. En la escuela donde estuvimos hoy todo el mundo circulando descalzos. Hoy al revés, nos dieron unas fundas para los zapatos, para no mojar, porque venís con nieve y mugre, y no quieren que se ensucie el colegio, entonces te dan esas fundas. Hay un ambiente de distensión, lo notás por todos lados, un ambiente de distensión, de tranquilidad, de seguridad, de confianza, un ambiente muy lindo.

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