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Entrevista central, martes 27 de diciembre: Julio María Sanguinetti

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EC —¿Cómo observa el resultado del segundo año del segundo gobierno de Tabaré Vázquez?

JMS —Lo veo confuso, lo veo agotado en cuanto a ideas, lo veo muy subordinado a la fuerza sindical. Históricamente uno vio un Vázquez en su primer gobierno fuerte, omnímodo, con todas las líneas o tendencias alineadas con su líder, fuera Mujica, fuera Astori, fuera Gargano, en cada uno de los ministerios. Hoy no es así. Hoy la fuerza del MPP y el Partido Comunista es una mitad, el propio presidente es muy discutido, sus ministros más afines son muy discutidos, como el canciller o el ministro de Economía. Y uno ya no ve al PIT-CNT como una especie de brazo sindical del FA, sino a la inversa, uno ve más al FA como un brazo político de la verdadera fuerza, que es el PIT-CNT.

EC —¿A ese punto usted está observando la relación?

JMS —Usted lo ve, cada paso que dan tienen que consultarlo. El TLC con Chile era una barbaridad porque la palabra TLC en el PIT-CNT es mala. Cuando se habló de China ya no, como China de algún modo todavía es un estado comunista, aunque tenga la economía más capitalista del mundo, ahí sí. Está todo muy subordinado a esas posiciones, en todos los terrenos, y creo que eso no es bueno, porque uno oye a los dirigentes del PIT-CNT –lo digo con todo el respeto– y siguen hablando de la lucha de clases, siguen hablando del planteo clasista, y eso no se compadece con la economía y la sociedad modernas, no se compadece con lo que es una democracia de fuerte acento social como la nuestra. Creo que está pasando eso.

Además el FA se hereda a sí mismo, y en los grandes años de prosperidad en los cuales se debió haber achicado la deuda externa y aumentado la infraestructura, se distribuyó. Lo cual es muy bueno para ganar elecciones, la plata fluyó.

EC —¿Fue para ganar elecciones?

JMS —Si usted dice que sí a todos los reclamos, ayuda a ganar elecciones.

EC —La defensa que hace el FA de las políticas que se llevaron a cabo es que había una deuda social muy grande acumulada que venía de años anteriores, sobre todo de la crisis del 2002.

JMS —Pero no era así, porque cuando el FA gana el país estaba en plena recuperación económica, está reconocido con su firma por el doctor Vázquez en su primera rendición de cuentas, estaba creciendo al 4 %. Y sí, se arrastraban déficits sociales, pero era el momento también de aprovechar esa bonanza para consolidar al país. Hoy mismo el doctor Vázquez va a China y habla de que precisamos infraestructura, se quiere instalar una nueva planta de celulosa –política que iniciamos nosotros en el primer gobierno y a la que el Frente controvertía y se oponía– pero hay un cuello de botella que es la infraestructura. Cuando hay una bonanza de estas es el momento para hacer infraestructura y achicar deuda, porque después en el déficit están los intereses y todo lo que hay que pagar.

Esa es la herencia que le dejó el gobierno anterior, los agujeros de Ancap, los agujeros de las empresas, todo lo que sabemos que ocurrió en el gobierno del presidente Mujica en el período anterior. Entonces nos encontramos con una economía que trata de ver cómo sobrevive cuando ya no tiene la bonanza que tuvo. Ahora hay que gobernar, y gobernar es priorizar, y priorizar es renunciar, esto sí, esto no. En el gobierno anterior era todo sí, había dinero para todo y reclamos a veces incoherentes. Se gastó muchísimo en lo que sabemos, en Ancap, en Pluna, en esto, lo otro, lo otro.

EC —El gobierno destaca que, pese a todo, pese al contexto internacional adverso, la economía uruguaya no para de crecer. Incluso este año crecerá poco pero terminará creciendo.

JMS —Hablar de crecer 1 % o 0,5 %… no es crecer.

EC —Pero se hace la comparación con la región…

JMS —Yo valoro, no digo que Uruguay sea un desastre económico, eso sería tonto. Es más, cuando me dicen que no veo nada bueno en el FA, sí, veo que mantuvo la política económica que venía de atrás, el manejo de la deuda externa. Cuando nosotros hablábamos antes de equilibrio fiscal, saltaban “neoliberalismo, consenso de Washington, ¿qué es eso?, apretar a la gente para equilibrar las cuentas”. Ahora ese discurso se terminó. El FA ahora defiende el equilibrio fiscal, Astori dice las mismas cosas que dijeron todos los ministros de Economía de todos los tiempos. Creo que eso es lo mejor. Si el FA hubiera hecho muchas de las cosas que proponía el doctor Vázquez en su tiempo, cuando decía que había que sacudir las raíces de los árboles, habríamos sido un desastre. Esa es la parte positiva, haber continuado ciertas cosas.

O haber cambiado otras. Por ejemplo, la forestación. Las mayores inversiones del país –lo destaca todo el tiempo el gobierno– han sido las de la forestación, es lo más grande que ha tenido el país en todos estos años. Eso lo empezamos nosotros en la primera presidencia, siguió en la de Lacalle, seguimos nosotros, empezaron los finlandeses en la época del doctor Batlle, siguió, siguió y siguió. En aquellos años el Frente estaba en contra, no quisieron votar el tratado de garantías con Finlandia. Luego el doctor Vázquez llegó al gobierno, y creo que fue algo inteligente, reconoció que estaban equivocados, se dio vuelta y se sumó a esto, que ha sido lo más positivo. Eso ha sido continuidad, no novedad. Entonces, ¿dónde están las novedades? No se las ve.

Y luego se ve un zigzagueo. La propia política exterior es un zigzagueo constante. El FA llegó al gobierno con “más y mejor Mercosur”, y tenemos menos y peor Mercosur, es clarísimo. Ya era evidente que era menos y peor, desde el día en que se metió a Venezuela por la ventana ya era claro que lo único que íbamos a tener con Venezuela era conflictos. Primero, porque no tenía una economía compatible, el Mercosur es un acuerdo de libre comercio y Venezuela no tiene libre comercio ni libre circulación de moneda ni nada de nada. Segundo, porque tenía una política exterior que se reducía al antiyanquismo, al antiimperialismo, un discurso anti Estados Unidos que no es el del resto. Y así ha ocurrido, lo único que hemos tenido son dificultades, habida cuenta además de que Venezuela ha ido claramente hacia una dictadura, hacia una subordinación de la justicia, a una subordinación total de la prensa, etcétera.

Entonces al canciller uno lo ve tratando de zigzaguear, su línea se trasunta claramente, no estaría demasiado de acuerdo con esos zigzagueos, pero no tiene más remedio que hacerlos. Esas son las contradicciones de un FA que no sabe todavía cómo pararse en el mundo, que todavía no asume que la globalización es un hecho y no una ideología, y que como consecuencia hay que ser competitivo y hay que educar para la competitividad y no para el espíritu crítico, que es el leit motiv de los asuntos de educación, el espíritu crítico. Espíritu crítico no, hay que formar para ganar en un mundo competitivo y global.

EC —Educación, esa es otra de las inquietudes que usted tiene a propósito de cómo marcha este gobierno en continuación de los anteriores del FA. ¿Qué está faltando hacer? ¿Dónde está el error en lo que se ha planteado en materia educativa?

JMS —Hay varios, algunos de estructura, otros de política, otros de doctrina, etcétera. Primero, se está errando porque no se asume que tenemos una crisis. Se sigue hablando de que estamos bien, cuando seguimos muy mal, y a veces nos conformamos con que haya otros que están peor. América Latina está muy mal, ese es el problema que tenemos. Si hay 67 en PISA y los ocho que nos evaluamos estamos entre el 53 y el 67, estamos muy mal, sobre todo cuando nos comparamos con los países desarrollados, a los cuales no nos aproximaríamos nunca con estos niveles. No se asume eso.

Se requiere una unidad de programas, se requieren programas mucho más actualizados desde el punto de vista de la modernidad, se requiere una formación docente mucho más activa y acorde. Si uno mira la historia, ningún país se hizo grande sin convicción, sin creer que realmente tenía un destino a cumplir. Puedo hablar de la Inglaterra de la época industrial, de la Francia de antes o de lo que usted quiera, o de los propios Estados Unidos en sus tiempos de gloria. Pero si acá tenemos una educación descaracterizada, que únicamente desarrolla el espíritu crítico, el bajón y no la convicción; si creemos que la globalización es una maldad y no simplemente un hecho histórico dado dentro del cual tenemos que triunfar, ser competitivos y generar ese tipo de ideas, no estamos bien. La educación está apenas tratando de lograr ciertas destrezas y lo logra mal. La prueba está, no logramos enseñar matemática, estamos mal en el idioma…

EC —¿Hay margen para un acuerdo multipartidario? ¿Debería volver a trabajarse en esa materia, o ya no tiene sentido?

JMS —Ya se han hecho varios y al final se queda en lo instrumental, en lo institucional, que es lo que siempre se discute, y no se va a lo sustancial, no a lo que debe ser la enseñanza. Usted le dice hoy a cualquier gremial de enseñanza “miremos el mercado de trabajo”, y “¡¿cómo?!, ¿vamos a subordinar la educación a la economía capitalista?”. No, señor, no se trata de eso. Se trata de preparar a la gente para este mundo en el que vive, para que tenga la posibilidad de subsistir y de desarrollarse espiritualmente. Cada uno lo hará como pueda, pero en una vida económica productiva. Se trata de eso, no se trata de subordinarse a ninguna cosa. Dicen “no, pero entonces ¿qué hacemos?”. ¿Usted qué quiere? No quiere preparar gente para el mercado, fantástico, usted quiere preparar gente para la desocupación, esa es la idea. Porque al final terminamos en eso. De esto se discute poco, se discute mucho de instituciones y de plata, pero se discute poco de cuáles son los fines reales de la educación. Y yo creo que están ahí.

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