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Entrevista central, martes 27 de setiembre: Javier de Haedo

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NB —Sin embargo, quizás no todos se puedan poner de acuerdo en de qué manera falta Estado en el Marconi. Ahí quizás sí entre a mellar el tema de la ideología.

J de H —Debe ser bastante fácil llegar a un acuerdo sobre qué tipo de falta del Estado hay en el Marconi. Falta contención, falta enseñanza de nivel, falta más cobertura de salud, falta atención a la primera infancia como la que está haciendo ahora muy correctamente el Ministerio de Salud Pública o a los problemas de embarazo adolescente. Dije Marconi por dar un ejemplo que todos conocen, pero podríamos mencionar 30 o 40 casos como ese. Por supuesto, siempre puede haber algún retrógrado que diga “falta otra cosa”, que sería seguramente una posición minoritaria, pero el corazón de la política uruguaya coincide en eso de que está faltando, y ustedes seguramente también. Y cuando el Estado sobra, asfixia. Asfixia cuando nos cobra excesivos impuestos y no vemos el retorno, no ya para nosotros, sino para otros compatriotas que lo necesiten más. Porque uno puede pagar la educación privada para los hijos, pero hay otros que no pueden, ese retorno falta. Cuando alguien quiere emprender y hacer una empresa o quiere competir o quiere producir, el Estado lo asfixia también.

RA —¿Con eso está delineando lo que sería una línea económica de la propuesta de Edgardo Novick?

J de H —Es un principio general, no hay que casarse con que el Estado sí o el Estado no, esas son discusiones que para mí ya han sido superadas. Pero vemos que algunos siguen aferrados a esas discusiones, y esas son las ideologías a las que hay que decirles que no. Hay que ser pragmático. Deng Xiaoping, el líder chino que fue el padre de la modernización de China, dijo una cosa muy inteligente hace mucho tiempo: “no me importa si el gato es blanco o negro, quiero que cace ratones”. De eso se trata.

NB —De todos modos hay cuestiones que el pragmatismo no resuelve. Por ejemplo, en el cambio de gobierno cuando asumió el FA hubo una discusión muy fuerte a propósito de lo impositivo que tenía que ver con el IRPF. Allí el pragmatismo no resuelve la discusión, esas son las dudas que aparecen con respecto a qué es lo que encarna Edgardo Novick.

J de H —Esos son casos totalmente de segundo orden, los valores relevantes de la sociedad están muy por arriba de eso. El IRPF es un cambio marginal en el sistema tributario uruguayo, el principal impuesto sigue siendo el tan denostado IVA, la mitad de la recaudación es el IVA. El IRPF vino a sustituir algún otro impuesto y a acrecer un poco la base tributaria. Y obviamente, para quienes lo pagamos ha sido relevante ese impuesto nuevo. Pero si uno ve la foto grande del sistema tributario, es un cambio relativamente marginal. El principal impuesto sigue siendo el IVA y está bueno que lo sea, porque es un impuesto que favorece la exportación, no exporta impuestos. Podríamos hablar mucho de política tributaria.

RA —Usted decía que no está definido el programa de gobierno, sino algunas líneas de consenso y generales de hacia dónde se va. ¿Qué destacaría de la política de Edgardo Novick en materia de educación, de seguridad?

J de H —Programa de gobierno no tiene ningún partido de los que ya existen y tampoco lo tenemos todavía nosotros, porque también para los programas son relevantes las fechas. Es distinto un programa económico o de gobierno o de seguridad o de educación para el 95, para el 2010 o para el 2020. Son circunstancias distintas, hay realidades distintas; en diciembre se van a conocer los resultados de las pruebas PISA, que capaz que confirman ciertas cosas y hacen que se hagan determinadas propuestas. Entonces en materia de educación lo que le puedo decir es que hay que tratar de que la educación vuelva a ser un instrumento igualador y no desigualador, pero no igualador hacia abajo, obviamente, como a veces plantean algunos.

Tenemos hoy en Uruguay dos sociedades que coexisten, lo muestran los resultados de las pruebas PISA, los resultados en determinados segmentos de desarrollo socioeconómico están totalmente divorciados de los de otros. Unos se acercan a los europeos y otros compiten en los lugares más rezagados de América Latina. O el índice de desarrollo humano (IDH), tenemos barrios con un IDH como el de los países del norte de Europa y tenemos otros barrios, no muy lejanos a vuelo de pájaro, a 10 minutos quizás de los anteriores, donde el IDH es parecido al de algunos países de África. Ahí hay claramente una definición. Novick siempre insiste en que él fue a la enseñanza pública en la escuela, en el liceo, y fue una época. Yo tengo primos que también, pudiendo ir a la enseñanza privada, por determinadas ideas y convicciones de sus padres fueron a la enseñanza pública y salieron con formaciones muy parecidas a las de los que íbamos a enseñanza privada. Sin embargo eso hoy ya no pasa, y es lo que hay que tratar de devolverle al país.

NB —Según ha manejado en las entrevistas que ha dado estos días, usted descarta ser candidato en una lista junto a Novick en las próximas elecciones.

J de H —Sí, las candidaturas en las listas son para quienes tienen experticia, interés en los temas políticos propiamente, legislativos. Creo que con 54 años yo ya sé para qué cosas sí puedo servir y para qué cosas no y qué cosas me gustan y qué cosas no.

RA —¿Se ve más en un cargo en el Ejecutivo encabezando la línea económica?

J de H —No, de vuelta, no lo sé. Si me dijeran hoy, yo ya sé lo que es la función pública, ya lo viví, creo que tiene que haber renovación también en ese sentido. Me gustaría ayudar a Novick a armar el mejor equipo posible con gente bastante más joven que yo, que la hay y muy valiosa en Uruguay. Ahí sí me veo, ayudándolo a armar un gran equipo de gente a la que le importe más para dónde se va que de dónde se viene y con economistas de alto nivel, menores que yo todos ellos, que los hay muy buenos en nuestro país.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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