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Entrevista central, martes 7 de junio: Pablo Abdala

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EC —Hay un debate a propósito de términos. Usted mismo y el comunicado del PN hablan de ajuste fiscal, mientras que el Gobierno, y sobre todo el equipo económico, insiste con otra caracterización: medidas para la consolidación fiscal. ¿De dónde viene esta diferencia? En el oficialismo se responde que ajustes fiscales fueron los que hizo en el pasado la derecha, aludiendo a gobiernos del PN o el Partido Colorado (PC). En cambio, dicen, en este paquete no se carga solo sobre los sueldos, sino que también hay tributos nuevos o aumento de tributos a empresas y a ganancias del capital. Además se baja el IVA 2 % y se remarca que se está bajando el impuesto más injusto. Por otro lado, en materia de recorte del gasto, no se reducen o postergan aumentos de gastos que están previstos, por ejemplo, en educación, investigación, innovación, y no se tocan las políticas sociales. ¿Qué dice usted sobre la caracterización que el Gobierno hace de este paquete?

PA —Si hay algo que hay que reconocerle al Gobierno es su gran capacidad para ponerle mote a las cosas, para inventar nombres y, por lo tanto, comunicar en función de eufemismos. Con eso el Gobierno está intentando esconder una circunstancia política muy grave, que es que anunció en la campaña electoral no solo que no iba a crear impuestos nuevos ni a subir los ya existentes, sino que inclusive iba a bajar el IRPF. Entonces, ¿eso se llama consolidación fiscal?

¿Consolidación fiscal es haber dicho en la campaña electoral que iban a subir el mínimo no imponible actualmente vigente, que iban a incorporar nuevas deducciones, que iban a aumentar el valor de las deducciones ya existentes, como dijo el doctor [Tabaré] Vázquez reiteradamente –alcanza con recurrir a las crónicas de la prensa de la época de agosto, setiembre de 2014–, y ahora subir los impuestos, subir el IRPF, como de hecho van a hacer por la vía de las deducciones a quienes ganan $ 23.380? Porque el ministro ayer anunció que subía el tope de las deducciones a 10 % en esa franja que aparentemente ahora sería la “privilegiada”, la de $ 33.400 a $ 50.100, pero que todas las demás quedaban reducidas o topeadas en el 8 %. ¿Eso es un impuesto progresional, que se supone que apunta a que pague más quien tiene más, cuando aquí directamente se están topeando las deducciones con carácter general y no se está reconociendo, por lo tanto, la realidad de la composición del núcleo familiar?

Creo que esto no puede considerarse ni llamarse de otra forma que ajuste fiscal, en un país donde la canasta básica familiar está por encima de los $ 60.000 por mes. Pongamos el ejemplo de quien gana $ 50.150, que el Gobierno está tomando como el límite o el punto de partida de su ajuste fiscal –porque supuestamente ahí empiezan a aumentarse las tasas–, pero en Uruguay quien gana $ 50.150 de pronto llega a ese ingreso a partir del esfuerzo realizado, con dos trabajos y con dos ingresos que totalizan precisamente ese monto, y ese monto es objeto ahora de un incremento de las alícuotas, de una reducción de las deducciones y de un incremento del esfuerzo tributario del trabajador. Yo a eso le llamo ajuste fiscal, el PN le llama ajuste fiscal.

EC —El Gobierno sostiene que no hubo otra alternativa que ir por este camino, teniendo en cuenta que el contexto económico internacional y sobre todo el regional –piensa en particular en Brasil– se agravó mucho más de lo que cualquiera pudo haber previsto en los años anteriores, y en especial en la época de la campaña electoral.

PA —Francamente creo que el Gobierno no tiene autoridad para razonar en esos términos. En primer lugar, porque ya en la campaña electoral había signos inequívocos y muy claros de que la situación tendía a empeorar y que por lo tanto un escenario como este o similar era muy probable que se produjera en el corto plazo. En los últimos días estuve revisando declaraciones no de actores políticos, sino de los consultores en materia económica, de expertos en materia económica, y vi declaraciones de Aldo Lema, del propio Javier de Haedo, que ya en el año 2014, bastante antes de la primera vuelta electoral, anunciaban un panorama similar a este.

El propio gobierno en el año 2015, cuando recién había asumido y estaba elaborando la Ley de Presupuesto, en el informe económico-financiero que hizo llegar al Parlamento se refirió en términos muy concretos a la recesión de Brasil, al proceso de estanflación de Argentina, a la caída de la economía china –o por lo menos de la demanda–, lo que notoriamente iba a afectar a nuestras economías, y la caída de los commodities. Sin embargo, proyectó un presupuesto absolutamente inconsistente, que no solo no era realista, porque proyectaba los indicadores económicos en términos que después la realidad se encargó de desmentir, sino además tenía un aumento de US$ 400 millones del gasto público.

Entonces, aquellos polvos trajeron estos lodos. El Gobierno debería darse un baño de humildad, que es lo que me parece le falta a todo esto. El Gobierno no ha querido reconocer sus errores, no ha querido reconocer que actuó por lo menos con imprudencia cuando prometió en la campaña electoral bajar los impuestos y ahora los está subiendo…

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