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Entrevista central, martes 8 de noviembre: Gonzalo Mujica

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EC —Antes de seguir avanzando me parece importante aclarar esto otro. Su trayectoria política está cargada de alejamientos y rupturas, algunos de ellos muy traumáticos. En un informe que presentamos ayer en En Perspectiva recordábamos su historia. En los años 70 pertenecía a la Unión de la Juventud Comunista (UJC) y a comienzos de los 90 se retiró del Partido Comunista (PCU). Volvió a la política años más tarde, ingresando al Nuevo Espacio (NE), por el que fue elegido diputado por primera vez en 2004; pero luego rompió con el NE, incluso con una denuncia penal por estafa de por medio. Se asoció entonces con el Movimiento de Participación Popular (MPP) en el Espacio 609, por el cual fue elegido dos veces diputado, en 2009 y 2014, pero el año pasado terminó apartándose de ese acuerdo. Pasó al Espacio 2121, de Danilo Astori, sin embargo allí duró poco; este año se fue y terminó declarándose independiente dentro del FA. Puede pensarse que usted es un hombre conflictivo y punto.

GM —Puede pensarse que soy conflictivo y tal vez lo sea, pero yo no creo conflictos por casualidad. En este caso está la investigadora por Venezuela, que yo voté, ese es el punto de conflicto con todos mis compañeros. Yo voy a defender el punto de conflicto porque sigo sosteniendo que esa investigadora era necesaria, era imprescindible. Tanto lo sigo sosteniendo que además voy a presentar una denuncia penal por los hechos. Yo no me ocupo de ser conflictivo, pero si tengo que serlo lo voy a ser. Así ha sido mi vida siempre.

EC —¿Cómo explica esa larga serie de rupturas con la que carga?

GM —Porque hay momentos en que no comparto las estrategias de los sectores y prefiero apartarme. Muchas veces en medio de discusiones y a veces no. Con la 2121 lo que hice fue una coordinación de bancada por unos meses y la separación no fue traumática ni nada, simplemente fue decir “si las declaraciones mías te van a molestar, me abro y no te complico más”.

EC —Fueron unas declaraciones que usted hizo en el diario El País en las que sostenía que no podía ser que José Mujica y Danilo Astori continuaran con aspiraciones presidenciales.

GM —Claro. Eso provocaba problemas, entonces dije “me abro, así cada vez que hable no te creo problemas”. Eso no es un conflicto, es una decisión de mejor funcionamiento de cada uno. Pero cuando he tenido que pelear he peleado, y si ahora tengo que pelear voy a pelear también, no tenga dudas. Porque además pienso que la política no es un lugar cómodo, no es para cómodos, es para venir a plantear lo que uno piensa, para pelear por lo que uno piensa y para acordar en lo que se pueda, y cuando no se puede acordar hay que plantear “no estoy de acuerdo” y plantarse.

EC —Simbólicamente, esta disidencia suya es más relevante que otras, por el punto al que usted ha llegado con las diferencias y por el hecho de que queda en cuestión la mayoría parlamentaria propia del FA, una herramienta fundamental en estos tres años de gobierno.

GM —Sí, es verdad, sé que tiene un significado fuerte porque si termino rompiendo con el Frente formalmente se pierde la mayoría. También hay que relativizar eso, en la última rendición de cuentas, en la discusión interna de la bancada, que duró 15 días, todos los sectores en algún momento les dijeron a los demás que no votaban ciertas cosas aunque fueran minoritarios. Es decir que en los debates internos el hecho de no respetar la posición mayoritaria de la bancada está permanentemente planteado. Se resuelve como se puede en cada momento.

EC —Usted dice que a lo largo de estos años, sobre todo en este período, ha habido muchos votos 50 en discordia.

GM —Absolutamente, y ha faltado el voto 50 también. El casi más notorio, el más evidente, fue el de Semproni cuando se quiso derogar la ley de caducidad y no estuvo su voto. Y a Semproni no se le pidió la banca, por cierto.

EC —Da la impresión de que el caso suyo es más profundo en cuanto a las diferencias, en cuanto al divorcio que queda de manifiesto, que otros. Porque usted ha ido exponiendo discrepancias con la estrategia del FA en una larga serie de asuntos.

GM —Sí, sin duda. Es que yo no voy a trancar puntualmente en una cosa banal o de tercera categoría, estoy dispuesto a negociar. Además ni por formación ni por convicción soy un tipo que esté en contra de la disciplina partidaria, en absoluto. Mi historia ha sido de mucha disciplina, siempre voté con la bancada y nunca pedí libertad de acción ni nada por el estilo. Eso se puede demostrar. Lo que sostengo es que no hay disciplina partidaria que esté por encima de mis obligaciones como representante nacional. Y si estoy convencido de que ha habido un perjuicio para los recursos públicos y que eso debe ser investigado porque hay cosas que no quedan claras respecto a cómo se han manejado, y si además estoy convencido de que la entidad del perjuicio es lo suficientemente importante, no hay disciplina que pueda frenarme o estar por encima de mi obligación de decir “estoy se tiene que investigar”. Porque como representante nacional no juro ante la mesa del FA, juro ante la población, ante la nación, ante la ciudadanía. Y yo tengo que hacer respetar las leyes en este país. Además, como representante nacional tengo que controlar al gobierno, tengo que respaldar al Poder Ejecutivo de mi partido, pero tengo que controlar al gobierno, porque es parte de mi función parlamentaria. Entonces hay cosas que van en el tema de qué límites ponemos a todo esto. ¿Vale cualquier cosa por ganar?

EC —¿Hoy en el FA vale cualquier cosa por ganar?

GM —A mí me han planteado en varias oportunidades en discusiones internas “podés tener razón, pero mirá que si se sabe todo esto y llega a ser cierto, capaz que perdemos las elecciones”. Ha sido uno de los argumentos.

EC —¿Ahora, por ejemplo, a propósito de los negocios con Venezuela?

GM —Claro, y a propósito de la regasificadora también. Y lo del Fondes, que es flagrante.

EC —¿Se lo dice gente dentro del FA, dentro de la bancada del FA que ya está convencida de que hay de por medio irregularidades o hasta delitos?

GM —Diría que es gente que no quiere saber, porque si llega a ser cierto y lo tenemos que denunciar capaz que nos cuesta la elección. Ese es el razonamiento. He dicho en algunas oportunidades que hay dos grandes grupos en el Frente, más allá de los partidos: los que viven de Pepe y dicen “este afecta a Pepe y me termina afectando a mí, entonces hay que matar a Gonzalo Mujica” y los que no viven de Pepe pero viven del gobierno y dicen “este afecta a Pepe, capaz que por afectar a Pepe perdemos el gobierno, entonces hay que matar a Gonzalo Mujica”. Porque en el debate personal que tengo con muchos de ellos es lo que sale a flote al final.

EC —Usted dice “gente que vive de”, “vive de Pepe”, “vive del gobierno”.

GM —Por supuesto, vive políticamente de lo que Pepe tiene y vive políticamente del gobierno. Todos vivimos de la política, vamos a entendernos, en todo esto que estoy haciendo se podrá imaginar que estoy poniendo en juego todo lo que tengo desde el punto de vista político, porque no estoy en la posición más cómoda dentro del FA. Y no me parece mal que la gente cuide lo suyo, pero volvemos al tema de los límites, ¿de qué estamos hablando? Una cosa es si la Caminera tiene que estar dentro de la Metropolitana o no, eso es un debate político, sí, pero no me van a decir que ese debate político tiene la misma jerarquía que saber cómo se manejaron los US$ 70 millones que prestó el Fondes, de los cuales US$ 65 van a ir a pérdida –US$ 50 ya están y los US$ 15 de Alas U van a ir dentro de un año o dos–. Estamos hablando de 65 millones de dólares en tres años. Y ahora la regasificadora. ¿Qué hacemos?, ¿tapamos todo? ¿No queremos saber cómo se otorgó ese emprendimiento, esa inversión, por qué se le otorgó a esa empresa? ¿Qué pasó que fracasó? Lo primero que a uno le llama la atención en estas cosas no es el murmullo que le trae un colega sobre lo que pudo haber sido la adjudicación. Lo primero que a uno le salta a la vista es que esto ha sido un desastre hasta ahora.

Entonces, ¿cómo un gobernante, un diputado, un representante no va a decir “¿qué pasa acá?, quiero saber, explíquenme”. Y si la respuesta es “no, pero mirá que si le damos pie…”. Yo lo dije en el discurso, me acusan de que le hago el juego a la derecha, pero cuando hacerle el juego a la verdad es hacerle juego a la derecha el problema es de la izquierda, no es ni de la verdad ni de la derecha.

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