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Entrevista central, martes 9 de agosto: Javier Gomensoro

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EC —La resolución de la comisión termina con una recomendación a las autoridades encargadas de reglamentar el transporte privado de pasajeros: que al legislar se procure diseñar un marco favorable a la competencia, “que no establezca requisitos injustificados ni barreras a la entrada que impidan el ingreso de nuevos agentes al mercado y que no resulte en un obstáculo para el desarrollo de nuevos modelos de negocio”. ¿Entienden que hoy sí se están pidiendo “requisitos injustificados”?

JG —Vamos a ir el lunes de la semana que viene casi seguramente al Parlamento a opinar sobre el tema, no nos dieron el proyecto de ley. Pero en la medida en que uno quiera impedir que ingresen y lo haga de manera indirecta, no diciendo “no los quiero”, puede hacerlo, el Estado puede reservarse a través de una ley la prerrogativa de decir “en este mercado se prohíbe o va a haber un monopolio en manos de los que hoy están”. Se puede hacer, pero por ley.

Si no es así, si lo que se hace es colocar requisitos de un alto umbral de exigencia para su cumplimiento, que restrinjan muchísimo la posibilidad de que ocurra y de que vengan y compitan, puede ser una práctica que hasta nosotros reputemos como ilegal. El ámbito subjetivo de aplicación de nuestra ley es muy grande, y tenemos la posibilidad de sancionar conductas hasta de la propia Administración.

EC —Entonces, ¿les parece que este mercado que estamos considerando debería regularse de otra manera?

JG —Por un lado, hay una regulación muy restrictiva para el taxi, en el ingreso y egreso de competidores y en la fijación de las tarifas. Dos elementos fundamentales para la libre competencia. Porque si uno no puede competir en el precio, tiene un precio máximo, y también tiene una limitación de entrada y salida de actores, tiene barreras a la entrada, tiene dos grandes limitaciones a la libre competencia, y por otro lado aparece en el mismo mercado un producto sustituto, en el que entran y salen todos los que quieren y que fija las tarifas libremente, claramente hay una desventaja comparativa.

Ahí estamos en protección del propio taxi. Si el mercado cambia, aparecen actores distintos y yo tengo una gran rigidez, demos la posibilidad de que se adapten y regulemos y flexibilicemos también para el taxi. Eso desde nuestra perspectiva de la libre competencia, podrá haber otras razones para tutelar otras cosas.

Pero uno no puede negarse al avance del conocimiento humano. Imaginemos por un momento que aparece un medicamento o un alimento que elimina cualquier tipo de enfermedad y de problema de salud en el organismo humano. ¿Qué va a pasar? Los médicos, los enfermeros, todos van a quedar sin trabajo, pero ¿nos vamos a negar al avance y a la posibilidad de que estemos todos mejor? Busquemos una forma de compensar y de no perjudicar a tanta gente que hoy tiene trabajo en la salud.

EC —Claro, acá uno de los problemas es que cada uno de los taxis que están circulando tiene detrás una matrícula, hubo que pagar por un permiso que costó muy caro, etcétera.

JG —Y lo entiendo, pero es como el que compró un videoclub, invirtió y vio que el DVD y Netflix y todo lo dejaron obsoleto. La vida fue hacia ese lado. O cuando en Europa se habla de energías limpias y las minas de carbón quedan obsoletas frente a otras formas eólicas de producción de energía. Hay que ver cómo se tutela y se protege, con otro tipo de normas y con la acción del Estado en protección de otros valores.

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