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Entrevista central, miércoles 10 de enero: Rafael Mandressi

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RA —El presidente francés, Macron, anunció un proyecto de ley para prohibir el fenómeno de las noticias falsas. Todavía no se tienen las particularidades, cómo se va a bajar a tierra. ¿O hay algún detalle?

RM —No, todavía no hay un proyecto de ley. Lo que hizo Macron fue, en una suerte de ritual francés que es que el presidente de la República se pasa el mes de enero saludando por el nuevo año a distintos sectores de actividad y demás, el 3 de enero saludó a los medios de prensa, a los periodistas. Y allí anunció su intención de combatir el fenómeno de las fake news en períodos electorales a través de una modificación del orden jurídico, con un proyecto de ley que se enviaría al Parlamento en los próximos meses.

Lo único que se sabe acerca de por dónde podría ir esto es lo que dijo en ese momento. Básicamente la idea es darles mayor transparencia a quienes están detrás del asunto, y sobre todo a quién paga. Esa es la idea principal. Cada vez que haya un señalamiento de algún sitio que a través de una cuenta, por ejemplo una plataforma web, difunda una noticia de este tipo, tendrá la obligación de indicar quién es el anunciante –en esto tiene Rusia la cabeza, porque el tema es que Rusia pagaría por difundir determinado tipo de informaciones– y las sanciones pueden ir desde el cierre de la cuenta hasta bloquear el sitio. Todo a través de la transferencia de las decisiones a la autoridad judicial. Eso es lo que anunció, es todo lo que se sabe por el momento.

Pero no es un estreno tampoco, porque en Alemania ya existe, ya rige desde el primero de enero una ley sobre este punto. Allí entró en vigor una ley muy dura, durísima, porque prevé que cualquier usuario puede denunciar la aparición de algún tipo de información ilegal, lo cual básicamente comprende lo que estamos conversando ahora, las fake news, o mensajes de odio. Esto responde a una explosión de mensajes en las redes y en otras partes desde el año 2015, cuando la llegada de muchos refugiados a Alemania, lo que también propició, según se dice, el crecimiento de la ultraderecha. Las sanciones que puede haber en el caso alemán llegan a multas de 50 millones de euros para los sitios en cuestión e incluso a su cierre.

Es muy problemático todo este tema, ha levantado una gran cantidad de críticas, tanto el proyecto alemán, que existe, como este anuncio del presidente de Francia, porque el punto es quién decide que es verdadero o falso. Eso ya es muy complicado. En principio lo está decidiendo o lo decidiría un juez. ¿Es la tarea del Poder Judicial decidir si una información es verdadera o falsa? Es muy discutible, y las consecuencias que eso prevé, el bloqueo de la circulación de la información en algunos casos, también es un asunto muy resbaladizo.

RA —Puede caer en una censura.

RM —Exacto. Por otra parte, en el caso de Francia me parece interesante recordar que existe y está vigente hoy una ley que data de 1881, la Ley de Libertad de Expresión, que ya prevé –incluso para internet, no porque hable de internet, naturalmente, pero habla de las noticias falsas que se difundan “de manera deliberada a través de la prensa y de cualquier otro medio”– una serie de medidas que durante el siglo XX concernían a la prensa tradicional, con toda una regulación jurídica de la redacción responsable. Ahí la palabra responsable algo quiere decir, si hay responsables jurídicos en distintos soportes, en distintas estructuras, son quienes responden ante denuncias sobre todo tipo de cosas, desde difamación, falsedad, derecho a réplica, en fin. Cómo se puede adaptar esto, si es necesario que se adapte a otro tipo de medios, a otro tipo de soportes, esa es una discusión importante. Es muy delicada, y frente a estas iniciativas es probablemente uno de los temas de discusión que van a estar sobre la mesa en los próximos meses.

DS —Ahí entra otro concepto que tiene que ver con el mundo en que estamos viviendo, que tiene que ver con el concepto de dónde rige esa ley. Porque si es de desde Moscú, cómo pleiteás con alguien que no sabés quién es, como pasó con Airbnb, con Uber. Las fronteras legales pasan a ser totalmente relativas, todavía no hay una regulación planetaria a la que acudir en ese tipo de casos.

RM —Forma parte de los grandes asuntos que se van a necesitar más temprano que tarde. Lo cual no quiere decir que llegue temprano, pero creo que necesitarían temprano algún tipo de regulación internacional los temas ambientales y otro tipo de temas que no pueden ser tratados a nivel local, por más grande que sea lo local. Para mí el ejemplo más logrado de tratamiento global de un tema es la IATA, la aviación civil. También está la FIFA, pero no es un lindo ejemplo. Habría que pensar, con las especificidades que corresponda, en alguna armonización global de determinadas acciones, porque ¿qué es lo que podés hacer a nivel local? Bloquear un sitio. No hay manera de introducir matices allí.

RA —Osvaldo plantea: “¿Un juez podrá resolver con la velocidad necesaria para neutralizar en tiempo la noticia falsa? Me parece que es un saludo a la bandera”.

RM —Prisión preventiva para el sitio web.

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