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Entrevista central, miércoles 12 de abril: Enrique Méndez Vives

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EC —El acento no se le pegó.

EMV —No, no, creo que no. El lenguaje es lo más individual que tenemos, lo más propio que tenemos, y la forma de hablar. Desde luego que algunas expresiones sí, eso es inevitable, pero la forma de hablar no, en absoluto. Por eso para mí no es extraño que siga dedicado a pensar en Artigas, como pienso en Varela y demás.

EC —¿Fue por ese factor, la distancia física y temporal suya con el Uruguay, que Banda Oriental le pidió este libro? Porque es un libro a pedido.

EMV —Sí, me lo pidió Banda Oriental. El antecedente inmediato es un libro publicado hace tres años que se llama 500 años. Lo esencial de la historia uruguaya. El título es más el subtítulo que el título, porque la idea es hacer una síntesis de la historia uruguaya en un espacio muy reducido. Lo escribí en 200 páginas en computadora, que luego en el libro se convierten en 265; allí se abarca desde el momento en que Solís llega al Río de la Plata hasta el 2004. Es decir, una síntesis muy rigurosa en la que trabajé mucho con el cuidado del lenguaje, buscar decir lo máximo en el mínimo espacio posible. Y salió, el libro está. En función de esa experiencia, creo, que fue satisfactoria, Banda Oriental me pidió aplicar la misma idea de ir a lo esencial, a lo básico, en el caso de Artigas.

EC —¿Para qué público?

EMV —Un público muy general. Este libro –creo yo– lo puede leer una persona que prácticamente no haya oído –cosa difícil aquí– hablar de Artigas, puede ser para un turista que sea capaz de leer en español. He pensado mucho en los hijos de uruguayos nacidos en el extranjero, porque al fin de cuentas Artigas también es parte de su historia personal, aunque a veces no conocen el país, no han venido. Para todo público.

RC —Usted también me contaba que a Banda Oriental la había preocupado, y que usted entendía que era así, la gente que estuvo en algún momento participando en el protectorado. Hay una serie de provincianos argentinos que llegan al país que siguen considerando a Artigas un líder –hasta la expresidenta se refirió a él como tal–, y sin embargo de pronto no tienen material suficiente para entender el grado de jerarquía que tenía ese caudillo.

EMV —Esto es algo que muchas veces se ignora o se deja un poquito de lado. Las provincias del litoral argentino –Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos– que integraron la Liga Federal tienen muy viva la presencia de Artigas. Hay excelentes historiadores de esa zona de Argentina que se han ocupado y se ocupan de la figura de Artigas, porque lo sienten como una figura nacional. Y tienen toda la razón del mundo, desde el momento que el proyecto artiguista era un proyecto integrador y federalista, en el que esas provincias ocupaban un lugar de privilegio, de nota.

EC —Es notable la capacidad de síntesis del profesor Méndez Vives. Es evidente que ahí está el profesor, el docente.

EMV —Sí, el profesor vocacional.

RC —Pero un docente de Historia que en el año 1977 dejó de dar clases de Historia Nacional en nuestro país y como abogado se dedicó a otra materia en España. ¿Cómo se mantiene esa condición docente al cabo de los años, sobre todo su artiguismo, su adaptación a todo lo que se pueda haber escrito después sobre Artigas?

EMV —Por un lado, en España seguí ejerciendo la docencia.

RC —Pero no hablaba de Artigas.

EMV —Evidentemente no. Habría sido muy complicado explicar en España quién era Artigas. Pero aparte de eso, me mantuve en contacto, dentro de lo posible, con las cosas nuevas que iban apareciendo en Uruguay, que se ha escrito mucho y bien, porque tenemos la suerte de contar con un selecto grupo de historiadores que han seguido investigando y aportando ideas, aunque francamente creo que hoy ya es bastante difícil, no digo imposible, encontrar nuevos enfoques de Artigas. Puede haber matices, opiniones, recalcar un punto u otro, pero el núcleo duro está ya muy perfilado, muy claro, clarísimo, ya hay un consenso sobre esto. Alguna voz disidente existe, desde luego, pero hay un consenso sobre Artigas.

Y quiero aclarar algo que me parece casi de honestidad profesional. A veces hablan de quien está hablando en este momento como historiador; yo reivindico otra idea, me considero mucho más un divulgador de la historia que un historiador. Pienso que un historiador es aquel profesional que uno imagina investigando los documentos, elaborando teoría sobre eso, tratando de avanzar en el conocimiento, etcétera. Y yo he investigado cosas, claro que sí, pero no es mi profesión propiamente, no es mi arista más importante. En cambio sí me considero divulgador de las ideas. Por eso recojo las opiniones de los que saben del tema y trato de aprovechar esto que recién han dicho y que admito, tener cierta capacidad de síntesis, para trasmitir de la forma más accesible posible esos conocimientos que obedecen a tantas fuentes de gran valor.

EC —Alguien podría decir que parece un libro de texto de secundaria. Para nada por eso poco profundo, por el contrario, creo que va a lo medular. Pero la estructura que tiene, no solamente la escasa cantidad de páginas, sino por ejemplo la cantidad de subtítulos, el hecho de que los capítulos a su vez están divididos en pastillas.

EMV —Esa es una idea que apliqué en el libro anterior, 500 años. En parte es para remarcar bien los conceptos. Cada subtítulo resume un concepto, me parece que eso ayuda al lector a fijar ciertas ideas básicas que en un texto todo corrido se pueden ir perdiendo. Y para quien escribe, eso obliga a precisar mucho el lenguaje. Por ejemplo, cuando digo “Muchos vacunos y poca gente” en la Banda Oriental a partir de Hernandarias, tengo que explicar qué es eso y aportar algo muy concreto que ilustre ese ese concepto y que ese concepto quede bien claro. Ese es el objetivo.

EC —Y que eso lleve cuatro, cinco, seis frases.

EMV —Sí, y a veces pueden ser menos.

***

RC —En su concepto, ¿Artigas fue un líder carismático o un estadista?

EMV —Para mí, ambas cosas. Líder carismático prácticamente no puede haber duda alguna. Desde los primeros tiempos, cuando se convierte en un hombre libre, como lo llamaron, un “hombre suelto” por los campos de la Banda Oriental, hay testimonios clarísimos del hechizo que causaba, esa descripción que dice “estaba rodeado de mozos alucinados”, utilizando la palabra alucinados, alucinados por su personalidad. No en balde cuando se inicia la gesta independentista, libertadora, se lo elige como jefe de los orientales de una forma muy democrática.

Y creo que Artigas merece también la calificación de estadista. La visión de Artigas en lo político, en lo económico, que quiere plasmar una nueva forma de acción en lo que fue el virreinato español, manteniendo la unidad de las provincias, incluyendo al Paraguay –cosa muy importante–, las Instrucciones del año 13, el Reglamento de comercio y navegación, el Reglamento de tierras, la parte de justicia social, que va unida íntimamente, y una cuestión que me parece fundamental hoy en día y en cualquier momento de la vida y de la historia: la parte ética. La cuestión ética para mí es un tema básico en Artigas.

RC —¿Cómo la define? ¿En qué aspectos define esa ética?

EMV —La conducta de Artigas, su coherencia. Estamos muy acostumbrados –y esto no es crítica para nadie en concreto, es una idea general– a ver, sobre todo en el mundo político, una incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace.

RC —Y cómo se vive.

EMV —Entre lo que se promete y lo que se realiza. Y en Artigas llama la atención la coherencia que hay entre lo que dice –hay algunos textos que son maravillosos desde el punto de vista incluso de la forma, por el modo casi poético a veces de decir cosas– y la acción. Él lo tiene clarísimo, cuando dice por ejemplo aquella frase muy conocida en una carta a Sarratea: “un lance funesto podrá arrancarme la vida pero no envilecerme”. Es una declaración de principios, pero que después –antes y después– se mantiene tal cual, no hay envilecimiento alguno.

O por ejemplo cuando recibió ofertas tanto del gobierno español de Montevideo, de Vigodet, como del virrey Pezuela del Perú ofreciéndole el oro y el moro y él dice “ustedes están equivocados, mis conflictos con Buenos Aires es una cuestión interna, pero la lucha contra España es mi objetivo principal”. Podría perfectamente haber hecho un quiebre, buscado la fórmula y haberse pasado a disfrutar una situación privilegiada. Pues no, porque el objetivo de él era otro y se mantiene en eso. Esa es una parte que me parece muy digna de mantener.

RC —Y no menos importante es la descripción que hace Larrañaga cuando va a Purificación y ve la forma en que vive, ese rancho, es uno más del campamento. Habla de una coherencia.

EMV —Artigas vivió en la indigencia, dedicado en alma y cuerpo a la tarea revolucionaria.

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