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Entrevista central, miércoles 20 de abril: Milton Tróccoli

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EC —Usted decía que le resulta difícil colocarse en psicólogo; a mí también, por supuesto, pero se me ocurren algunas posibilidades: una, estas personas no tenían vocaciones genuinas, eran una especie de impostores; otra, ingresaban al sacerdocio en un intento por corregir desviaciones que ya arrastraban. ¿Ha habido algo de esto?

MT —Probablemente no eran vocaciones genuinas o no se haya trabajado suficientemente el tema afectivo-sexual durante su proceso formativo y durante su vida ministerial. Que lo hayan hecho para encubrir otras tendencias que ya tenían es quizás más difícil, por los procesos de selección de los candidatos o de ingreso al Seminario, pero puede haber ocurrido también, sobre todo en las décadas de los 60, de los 70, cuando todavía no estaba muy incorporado el instrumento de la psicología y de las ciencias sociales en el discernimiento de las vocaciones y muchas de estas tendencias pasaban desapercibidas a la hora de estar en la formación sacerdotal o en la vida consagrada.

EC —Podía ocurrir que la persona se hubiese dado cuenta de que tenía determinados problemas y se hubiese impuesto a sí misma el sacerdocio como forma de tratar de corregirlos y después no los corregía. ¿Puede haber pasado eso también?

MT —Sí, puede haber sucedido en algunos casos. Y en algún caso puede haber sido quizás lo que los psicólogos llaman la fantasía de curación: si me pongo en algo santo, sagrado, puedo sanarme y zafar de esto totalmente.

EC —Otra hipótesis, que incluso plantean algunos oyentes en este momento, tiene que ver con el celibato. María de Rocha dice: “El celibato va en contra de la naturaleza humana”. ¿No se ha pensado en este factor? ¿Cuánto juega este factor?

MT —No, hemos visto, y según los estudios que tenemos, celibato no va unido a pedofilia. Los casos que hay mayoritariamente en la sociedad son casos de hombres casados, padres de familia, tíos, vecinos, no es gente que viva el celibato. Creo que no es para unir celibato y pedofilia. Sí quizás un celibato mal vivido puede desembocar en algunas de estas actitudes.

EC —¿Qué quiere decir “un celibato mal vivido”?

MT —No asumido realmente como una consagración de toda la vida, de todas las actividades, como una entrega que no abarca solo lo sexual genital, sino que abarca toda la entrega y el servicio de una persona por los demás, por la Iglesia, por la sociedad. Cuando no está integrado todo lo que es la entrega cotidiana, la persona puede ir buscándose determinado tipo de “compensaciones”, en este caso por el lado de lo sexual, que a veces desembocan en este tipo de cosas.

EC —¿El celibato está cuestionado? ¿El celibato va a terminar eliminándose en la Iglesia católica?

MT —La Iglesia sigue valorando el celibato, lo ha dicho el papa Francisco reiteradas veces y no creo que sea algo para “eliminar” de la Iglesia. La Iglesia lo considera valioso y considera que sigue siendo un signo de nuestros tiempos, un signo de consagración total a Dios y también al servicio de los hombres.

EC —¿De dónde viene el celibato?

MT —Es el seguimiento de Cristo célibe, el seguimiento de Jesús célibe por el reino de los cielos. Y desde este seguimiento de Cristo célibe, desde esta configuración con él, también vivir como Jesús, como hijo y hermano de todos.

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