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Entrevista central, miércoles 21 de setiembre: Álvaro Lamé

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EC —¿Cuál es el espectro de áreas donde se usa más la modalidad del teletrabajo? ¿Hay algunas especialmente dedicadas?

AL —Hoy en todo lo que son los servicios que se están dando para el exterior, por ejemplo en administración, contabilidad, lo que se llama servicios globales, hay cerca de 12.000 personas en Uruguay, que es más o menos lo mismo que tiene la industria de tecnologías de la información. Es un sector que está ocupado en el tema y preocupado por el tema. Pero también hemos conversado con la Cámara de Industrias. De alguna manera todos vamos identificando que vamos evolucionando hacia un modelo de trabajo distinto. Quizás hablar solamente de teletrabajo es minimizar el tema, que es bastante más complejo, porque hay que ver cómo se ve el trabajo en el futuro y qué es lo que va a pasar con los trabajadores, cuánto del modelo que hay hoy de gente trabajando dentro de una empresa determinada cantidad de horas se mantiene, o se pasa a un trabajador más independiente, que hace un trabajo para tu empresa, hace un trabajo para otra empresa, tiene un manejo de su tiempo y de su conocimiento. En los hechos uno lo ve, cuando uno está en la empresa se da cuenta de que estas ocho horas tradicionales muchas veces no son ocho horas de trabajo realmente.

EC —Y eso tiene pros y contras.

AL —Exactamente.

EC —Entre otras cosas, ocurre para mucha gente que la vida personal, la vida familiar queda perforada, queda interrumpida a lo largo del día por el trabajo. Eso pasa también.

AL —Sí, pasa.

EC —El trabajo se extiende, se diluye, se alarga a lo largo del día, ocupando espacios que en el modelo tradicional ya corresponderían al tiempo libre. Pero eso tiene también ventajas por otro lado.

AL —Hay una cultura y creo que nos vamos a ir adaptando. Las nuevas generaciones ya vienen con una cabeza distinta y pueden manejar mejor esto. Para nosotros que venimos del modelo de la revolución industrial y con esa cultura, con el hábito de trabajar así, es un poco más difícil. También es cierto que no siempre la casa del trabajador es un lugar adecuado para trabajar, ese es otro tema.

Y cuando hablamos de teletrabajo hay dos modalidades. Yo siempre he sido un promotor del teletrabajo autónomo.

EC —En Uruguay hace unos años era: teletrabajo = Álvaro Lamé. Tú trabajaste mucho en la comunicación, en la creación de cultura a propósito del concepto del teletrabajo en su momento.

AL —Tú estuviste en el primer evento de teletrabajo que hicimos, que fue en el Sheraton; había otros invitados, pero ustedes ya estaban con el tema del modelo de salir con la radio y contar esa experiencia. En aquel momento fue imponente la cantidad de gente que había, pero todavía no teníamos muy claro qué era lo que queríamos proponer. Sabíamos que había una posibilidad, estábamos en plena crisis –esto fue en el año 2002, por ahí–, teníamos un índice de desocupación alto.

EC —Sí, ustedes promovían el teletrabajo, trataban de crear conciencia en la gente de que existía esa alternativa utilizando internet, sobre todo. Había también la apelación a contratar el servicio de internet, porque eso abría opciones laborales.

AL —Nosotros vendíamos el servicio y vendemos todavía.

EC —Porque abría opciones laborales, incluso fuera del Uruguay. Dentro del país la cosa estaba complicada y ustedes llamaban la atención: existen otras alternativas.

AL —Y fue muy bueno, llegamos a cifras realmente muy importantes en aquel momento. Algunas encuestas que habíamos elaborado con consultoras daban que había un ingreso promedio de US$ 1.100 y que llegaba a haber cerca de 90.000 personas teletrabajando, vendiendo servicios o productos. Y acá es donde hay que diferenciar, nosotros tenemos teletrabajo en relación de dependencia y teletrabajo sin relación de dependencia.

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