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Entrevista central, miércoles 21 de setiembre: Álvaro Lamé

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EC —Tengo cantidad de mensajes de los oyentes.

AL —A favor y en contra, me imagino, de todo un poco.

EC —De todo un poco. Por ejemplo, Laura dice: “Me interesa mucho esa posibilidad del trabajo a distancia. ¿Cómo me comunico para saber más?”. Alguien que en este momento está tomando conciencia o enterándose de las alternativas. Ustedes ya están analizando la experiencia acumulada en todos estos años y pensando en alternativas de regulación en particular. ¿En el mundo ya se ha regulado? ¿Ya hay leyes sobre teletrabajo?

AL —Sí; la ley que más nos entusiasma es la que ha desarrollado Colombia. Colombia hace cuatro o cinco años que está trabajando mucho en el tema y ha hecho un esfuerzo importante, tiene una visión bastante interesante del tema. Ecuador tomó la legislación para el trabajo presencial y la llevó al trabajo a distancia. Hay de todo un poco. Lo que más nos gusta y estamos tomando como ejemplo es lo que ha hecho Colombia. Argentina arrancó un poco antes, entonces la ventaja de Colombia es que arrancó un poco después, tuvo experiencias de otros lados y mejoró algunas condiciones. Es un modelo que estamos usando y proponiendo estudiar, por lo menos.

EC —¿Puede regularse el teletrabajo en un país sin que lo hagan todos los países al mismo tiempo?

AL —Cuando el trabajador trabaja en el país, sí. Pero después tenemos otros casos, nos pasa en la industria, gente que trabaja en una empresa y un día viene y te dice “todo bien, pero me voy a trabajar desde casa para una empresa en Estados Unidos, en Japón, en Australia, lo que fuera”. Se te van, y estamos perdiendo. Me pasó con gente en la empresa nuestra, en Netgate: un técnico muy bueno, que trabaja con el tema de servidores y cosas por el estilo, un día me dijo “me voy”, le digo “¿qué te pasó?, ¿tenés algún problema?”, “no, no, estoy contentísimo con la empresa, todo bárbaro, pero me voy a trabajar desde casa, conseguí un trabajo para afuera”. Estamos compitiendo con eso, ahí tenemos un problema. El que hizo un planteo en la Organización Internacional del trabajo (OIT) justamente fue Loustaunau.

EC —Sí, hicimos una entrevista con él pocos días después de esa presentación que realizó en Ginebra. La propuesta de Loustaunau en nombre del gobierno uruguayo era que se regulara a nivel internacional no solo el teletrabajo, sino distintas formas de trabajo que han venido desarrollándose a partir de la revolución tecnológica. También incluía la robotización, por ejemplo. Pero enfatizaba en la conveniencia de que existiera una organización, como la OIT, que se ocupara del asunto.

AL —De alguna forma tiene razón, porque pasa esto, cuando la gente trabaja para afuera no tenés forma de regular, no hay mecanismos. Supongo que los gobiernos irán avanzando a tener algún mecanismo de control, pero hoy si tenés alguien que está trabajando para afuera, diseñando, programando, traduciendo, diseñando arquitectura, lo que quieras, hay de todo, es una persona, un trabajador que tiene además que tener en cuenta el tema de la seguridad social, porque obviamente no tiene cobertura del Estado, entonces tendrá que buscar algún seguro privado. No tiene la licencia paga, no tiene salario vacacional. Hay un montón de cosas que ese trabajador no tiene y que se tiene que proveer él mismo.

EC —Si se las provee, si es organizado.

AL —Que no es fácil, a mucha gente la plata en el bolsillo le pica.

EC —Y no puede ser después un problema para el Estado, cuando llega la edad de la jubilación o ante un problema de enfermedad.

AL —Ese es el punto.

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