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Entrevista central, miércoles 25 de mayo: Marcelo Abdala

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EC —Ayer en el Senado Pedro Bordaberry propuso otro tipo de medidas: que funcionarios de gobierno, incluidos los parlamentarios, se bajaran el sueldo y que, además, se detuvieran las obras del Antel Arena. ¿Cómo observa los planteos de ese tipo?

MA —El primero, más allá de que capaz de que en el iceberg es una puntita muy chiquitita -porque estamos hablando de cuestiones que atañen al país-, no deja de ser interesante desde el punto de vista del ejemplo de austeridad. El segundo yo creo que está mal, en la hipótesis nuestra al achique que nos trae la desaceleración no hay que agregarle más achique desde el Estado. Al contrario: hay que generar políticas contra-cíclicas. Yo no me voy a ir a la máxima keynesiana que se decía en el medio de la crisis de 1929: si hay que pagarle a un trabajador para que barra y después para que ensucie, así sigue barriendo, está bien porque eso genera todos los efectos multiplicadores. Pero quiero ser muy claro: las obras en materia de infraestructura, la inversión de las empresas públicas -que han estado en la picota del debate público- para nosotros no son el problema sino la solución. No para siempre, porque nosotros no tenemos un proyecto de país encerrado en sí mismo, autárquico, pensamos en cadenas productivas, integración regional e inserción más dinámica en el mercado mundial. Pero, en los momentos de dificultades exportadoras, hay que utilizar la demanda interna. Entonces, con la segunda propuesta discrepo totalmente. La crítica nuestra a las medidas del Poder Ejecutivo de alguna manera son por izquierda…

EC —¿Esta es una discusión entre marxismo y social-democracia?

MA —Yo qué sé, la social-democracia está tan en bancarrota, ha fracasado tanto en Europa… Ya tuvo una primera bancarrota a principios del siglo XX, está en una enorme bancarrota porque no ha sabido lidiar con la crisis del capitalismo…

EC —¿Pero hay algo de eso en este debate tal cual está siendo planteado por ustedes?

MA —Yo lo que diría es que el cumplimiento estricto del programa de la fuerza política de gobierno supone equidad tributaria. Para eso hay que gravar más al capital y no tanto a los trabajadores. Hay otra discusión. Los neoclásicos extremos, los neoliberales, dirían: Estado mínimo, hay que sacar todos los impuestos, el Estado debería quedarse con la gendarmería -con la represión necesaria en esta sociedad- y no mucho más. Nosotros no tenemos esa posición, creemos que está bien fortalecer el frente de los ingresos del Estado para que sea posible aplicar políticas contra-cíclicas y políticas sociales. ¿Qué estamos diciendo?, que hay otros lugares de donde extraer, no tiene que ser siempre el trabajo, que también puede aportar. Miremos un poquito la plusvalía, la ganancia y la gran riqueza del país, sino el contenido de izquierda del planteo se diluye demasiado.

EC —Para terminar, recogiendo algunos mensajes que llegan desde la audiencia: ¿el PIT-CNT no llega tarde o desautorizado a esta discusión? Dice alguno de los oyentes: “el PIT-CNT dejó hacer, por ejemplo, el despilfarro en Ancap”. Este es, ahora, uno de los componentes del problema, todo lo que el Estado ha perdido con la gestión de Ancap en los últimos años.

MA —Bueno, en realidad el PIT-CNT no tiene responsabilidades de gestión. Yo lo quiero decir con todas las letras: con respecto a la discusión de Ancap, se pueden haber cometido distintos tipos de errores de gestión, pero nosotros compartimos un nivel importante de inversión de Ancap…

EC —No, esa es otra discusión. La pregunta es si el PIT-CNT se plantó frente a lo que estaba pasando en Ancap, por ejemplo, llamémosle errores de gestión. Porque esos errores tienen consecuencias en materia de plata de todos los uruguayos.

MA —Bueno, yo recuerdo algunas obras importantes que se desarrollaban en Ancap donde a veces las empresas demoraban o había dificultades para trabajar, y a los sindicatos planteando hacer alternativas para hacer las cosas bien…

EC —No, pero yo hablo de señalamientos a propósito de cómo venía la gestión de la empresa, que estaba arrojando acumuladamente esas pérdidas que ha tenido.

MA —Ahí yo creo que nosotros todavía nos debemos un debate grande sobre todas las empresas públicas y sobre si está bien o mal su utilización fiscalista. Capaz que hay que ir de fondo a una discusión sobre si no es necesaria una reforma tributaria de segundo orden o de segunda generación que permita, entre otras cosas, desacoplar las necesidades fiscales del Estado de la gestión de las empresas públicas. Esto permitiría que las empresas ofrecieran bienes y servicios de calidad a bajo costo y que, al mismo tiempo, estuvieran posibilitadas de cumplir el rol que tienen para el desarrollo industrial del país.

Yo estoy poniendo ahora [como ejemplo] una ineficacia que es responsabilidad del achique, no de la inversión: están compradas todas las máquinas para ampliar importantes producciones de Ancap en Paysandú -vinculadas al portland y otras cuestiones- y están acá, pero no se instalan por el achique de inversiones. Esa desinversión está desvalorizando, en este mismo momento. Es decir, es más ineficiente la no inversión que la inversión en muchos casos.

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