EnPerspectiva.uy

Entrevista central, miércoles 3 de mayo: María Urruzola

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

EC —A la jueza Mariana Motta no la traslada al ámbito de la justicia civil el Ministerio de Defensa, es una resolución de la Suprema Corte.

MU —Claro, obvio. Ya se sabe cómo funcionan las presiones políticas en el Uruguay. El que no lo sabe no sé en qué país vive, pero las presiones políticas funcionan de esa manera. Hay una cronología que habla por sí misma. Y de los casos que tenía Marina Motta en el juzgado penal, el único que se archivó claramente fue el del avión de Air Class, no se siguió la investigación. Y los dueños de la empresa son todos militares aviadores. Esos son los hechos, yo hago mis hipótesis, yo creo que sí la presionaron. Es probable que Mariana Motta viniese juntando un vaso que se venía llenando de demasiadas cosas, porque los motivos que la Suprema Corte de Justicia dio para cambiarla fueron “razones de mejor servicio”. Eso no quiere decir nada. Mucha gente interpretó que la sacaban por las casusas de derechos humanos, pero la inmensa mayoría no sabíamos que además tenía esta causa.

EC —La información que va apareciendo en el libro, que tú recogés y publicás, alude permanentemente a esto de eventuales pactos. ¿Esos pactos también habrían “beneficiado” al MLN en la época de aquellos asaltos que habría llevado adelante para obtener dinero de manera alternativa para el MPP? ¿Habría habido un intercambio de protección que habría permitido que en aquel momento no estallara, no se pusiera el énfasis en que esas eran acciones, según lo que tú decís, del MLN?

MU —Mi hipótesis es que sí. Porque incluso uno de los testimonios, Beto –no solo, pero Beto es el que aparece en el libro–, dice que lo llamaban al Ñato, le preguntaban “¿este es orgánico?”, y el Ñato decía “sí” o, “no”. Yo creo que sí, que los pactos incluyeron una especie de diálogo primero, de colaboración, de ayuda mutua. Después, en qué momento Huidobro se desprendió de la orgánica y terminó siendo él, haciendo él la política y tomando él individualmente las decisiones no lo puedo saber, pero tengo la impresión, como tiene todo el país, de que siempre estuvo apoyado por Mujica. Él no parece haber tomado ninguna decisión en la que no estuviera apoyado, porque fue Mujica el que fue a visitar al general Dalmao cuando lo procesaron, inmediatamente lo fue a visitar a Coraceros o al lugar donde lo llevaron, y después lo fue a visitar al hospital. Aparentemente todo el tiempo hubo un acuerdo entre Huidobro y Mujica en cómo llevar adelante las cosas. Yo tengo la hipótesis de que el pacto secreto sobre el que tanto nos hemos preguntado fue incluyendo en diferentes épocas diferentes aspectos de colaboración y buen diálogo entre una parte y la otra.

EC —El libro habla de otras cosas también, de otro tipo de vínculos, pone el foco en episodios que fueron públicos pero no muy conocidos. Por ejemplo, en el año 2009, mientras avanzaba la candidatura de José Mujica a la presidencia, hubo sitios de internet en los que militares de la dictadura “pasaron mensajes o advertencias” a tupamaros y al MPP. Por ejemplo, divulgando actas de las Fuerzas Armadas de interrogatorios al propio Eleuterio Fernández Huidobro de junio de 1977 y a Mauricio Rosencof de fines de 1972 y principios de 1973. ¿Qué importancia les das a aquellos hechos del 2009?

MU —Creo que eran advertencias de que tenían muchas cosas y que las podían ir filtrando a la opinión pública. Hay que tener claro que para saber lo que tienen los archivos militares hay que haber sido militar y hay que haber estado ahí. Solamente pueden filtrar archivos de lo que pasó en esos años quienes estuvieron ahí. Por eso sigue habiendo un debate en el Uruguay acerca del acceso a los archivos, que está absolutamente restringido.

EC —Pero ¿qué buscaban esos mensajes, esas advertencias?

MU —Protección, una especie de intercambio de figuritas: no sigan adelante con las causas de derechos humanos, porque nosotros, si no, vamos a empezar a seguir volanteando archivos. Esa es mi hipótesis, advertencia, ojo hasta dónde van. Lo cierto es que las cuentas de impunidad, como se dice, por ahora benefician a los militares, son pocas las causas que se resolvieron, la inmensa mayoría de las causas de derechos humanos no se resolvieron. Si tenemos que hacer un balance, ellos van ganando.

Emiliano, te voy a tener que dejar, porque es la hora pactada porque me van a llamar de otro medio.

EC —Habíamos quedado en 8.30…

MU —No, 8.25.

EC —Me gustaría plantearte un par de preguntas más.

MU —No, una.

EC —En estos capítulos que llevan por título “La colaboración” 1 y 2, aparece otro de los debates que generó el libro: ¿por qué optaste por publicar de manera íntegra esas actas de interrogatorios realizados en cuarteles militares a algunos nombres del MLN, por ejemplo Eleuterio Fernández Huidobro o Mauricio Rosencof? ¿No alcanzaba con mencionar que habían circulado? ¿Tiene sentido dar a conocer información que habrían aportado personas que se encontraban arrestadas y seguramente torturadas?

MU —¿Y por qué no, si estaban circulando, todos los periodistas políticos los conocían, los militantes de los derechos humanos los conocían? ¿Por qué no hacer pública al gran público una cosa que circulaba en ciertos ambientes? La pregunta es por qué no. Son documentos militares, filtrados por los militares; que la gente los lea y que cada uno saque sus conclusiones. Me parece que hay un gran menosprecio en eso de que la gente no podría sacar sus propias conclusiones. Todos los periodistas políticos que han opinado los conocían.

EC —Uno de los argumentos en contra es que de esta forma se está contribuyendo al enchastre, a la destrucción, al menoscabo de determinadas personas, sin tener certeza siquiera de la veracidad de esas declaraciones que aparecen en esos documentos militares.

MU —Yo no publico los documentos en función de su veracidad, los publico en función de su existencia. Esos documentos existen, son documentos militares, son interrogatorios, son de los años 72 y 77, tienen los sellos militares. Que la gente los lea y saque sus conclusiones. Punto, no me toca a mí decir lo que la gente puede conocer o no. Estamos pidiendo que se abran los archivos de los militares en los que debe de haber de esos muchísimos más y sobre muchísimos grupos políticos. Es un derecho de la ciudadanía acceder a los archivos.

EC —El jueves pasado Fernando Butazzoni aquí, en La Mesa, se refirió al libro y se mostró muy molesto por las referencias que incluye sobre él, justo en el capítulo de los asaltos. A partir de una nota que escribió para Clarín en junio de 1997 se lo termina mencionando varias veces y él entiende que hasta reina una confusión sobre si tuvo algo que ver con aquellos asaltos. Él puntualiza, para empezar, que nunca perteneció al MPP, como dice el libro, ni al MLN. ¿Qué respondés tú sobre este punto? (**)

MU —Disculpame, yo no respondo nada. Los problemas personales de las personas con lo que dice mi libro que los resuelvan ellas personalmente. Yo no respondo nada, no tengo nada que responder, no es el tema del libro. No tengo nada que responder.

Comentarios