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Entrevista central, miércoles 30 de noviembre: Richard Read

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EC —Entonces de por medio hay un diagnóstico crítico a propósito de los resultados de los cambios en la educación y también un diagnóstico crítico sobre comportamientos sindicales en el Uruguay.

RR —No es nuevo para mí, hace 25 años que lo vengo repitiendo. Cuando yo empecé a militar los grandes compañeros viejos nos decían: “Nunca pierdan el objetivo de la acumulación, hay que acumular con la sociedad”. Todo lo que haga el sindicato tiene que ser de acumulación, ganar cabeza, ganar pensamiento, para esos cambios sociales que todos queremos. Yo pregunto: ¿hoy cuál es la política de acumulación?, ¿dónde se quiere acumular, en el casco duro de los militantes? Creo que esa es la acumulación hoy, no se quiere acumular en las miles y miles de personas que nos ven de la vereda de enfrente. Entonces hay reclamos sumamente legítimos, no está en discusión la legitimidad de los reclamos. ¿Quién puede dudar de que un maestro debe ganar mucho más de lo que está ganando ahora? Nadie. Pero a veces las medidas que acompañan ese reclamo son antipáticas para la sociedad, porque vos tenés gurises, no hay clase, quedan en la calle, quedan en banda, no tenés quién los cubra, no podés faltar al laburo. Entonces vez de simpatizar con la medida del maestro te lo ponés en contra.

Obviamente soy autocrítico y crítico, porque también soy responsable, no soy ajeno a esta situación. Este proyecto, que es un proyecto abarcativo, inclusivo, tiene esos dos objetivos. No es que el gurí salga de la escuela de mañana, almuerce, vaya con nosotros y haya una repetición de la mañana. No, tiene que ser algo más fresco, más oxigenado, en que se mezclen el deporte, la huerta, el idioma, la robótica, la matemática principalmente, y algo que hoy está en cuestión que es la comprensión lectora. Y entre otras cosas, agregar también el tema de los hábitos. Vamos a sacar a los gurises, con la participación de los padres, a visitar fábricas.

EC —Hablan de fomentar los hábitos de trabajo. Y aquí de algún modo volvemos a un tema que en otras entrevistas usted ha planteado ya. Supo hablar de esto en un acto del 1 de Mayo.

RR —Sí, en el 2013.

EC —¿Cuál es la inquietud que hay de por medio? ¿Cuál es el análisis que ustedes hacen de lo que está pasando, sobre todo con los jóvenes?

RR —Si tomamos el 2013 como una referencia, en un acto de las característica del de un 1 de Mayo, con una proclama de esa magnitud y de esa profundidad, diríamos que del 1 de mayo a hoy empeoró. Pero es un problema de la sociedad.

EC —¿Cuál es el problema?

RR —El otro día me decía Juan Castillo que en la Dinatra (Dirección Nacional de Trabajo), en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, habían hecho una encuesta entre trabajadores que concurren ahí, creo que eran 1.600 en total. Y el valor del trabajo quedaba en cuarto lugar, lo primero era la flexibilidad horaria, la gran preocupación de los que tenían problemas laborales era la flexibilidad horaria, no el trabajo. Para nosotros es la dignidad, es llevar el puchero a tu casa a partir del esfuerzo. ¿Estoy en contra de los tiempos? No, yo tengo reducción de jornada laboral. Esa encuesta estaría bien si fuera en Dinamarca o en Noruega, donde tienen todo resuelto, pero en un país del tercer o cuarto mundo como el nuestro el trabajo te dignifica, y sin el trabajo no tenés otra opción.

Creo que hay un trastoque de los valores en esta sociedad. El ausentismo laboral en algunos lados es 30 %, en algunos sanatorios necesitás un turno de relevo para cubrir las faltas. Eso genera un costo, un aumento en las paramétricas de los costos fijos salariales. ¿No se puede discutir sindicato-empresa, achicar ese porcentaje y en vez de volcarlo a cubrir faltas –de gente que ni siquiera avisa que no va– hacerlo en incremento salarial? Esa es una discusión a dar, tengo incluido ese debate en el sindicato.

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