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Entrevista central, miércoles 4 de mayo: Julio Porteiro

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EC —¿Estaba también admitido el posicionamiento de cada uno en materia política?

JP —No, en ese momento se dijo que el posicionamiento no tenía nada que hacer.

EC —Pero ¿en la conversación apareció “ustedes son del MPP, yo soy astorista”?, ¿eso se habló?

JP —Yo supe en ese momento que la que verdaderamente tenía vinculación con el MPP en aquel momento era Adriana González, Sylvia y yo éramos gente de izquierda pero que no estábamos alineados con una corriente en particular, pero dijimos que eso debía estar por fuera del banco. El banco era otra cosa, ese tipo de interferencia de los temas políticos había causado un daño muy grande, lo mejor que se podía hacer era que eso no apareciera, no es un componente razonable en el día a día de una empresa bancaria.

Y allí empezamos a trabajar, y yo siento, y se lo agradezco, que en muchas cosas ellas me cedieron la derecha. Cuando le digo que vi ese organigrama y planteé “esto no es así”, ellas estaban especialmente acostumbradas a trabajar así, entonces podía rechinarles que yo viniera y dijera “esto hay que cambiarlo radicalmente”. Pero lo conversamos con ellas, antes escribimos lo que haríamos, y antes de seguir adelante estuvimos una semana trabajando en Colonia con el grupo de la alta gerencia, con los 18 que dependían del gerente general. Y allí hubo una coincidencia inmediata entre directorio y gerencia. Eso ayudó muchísimo, porque los directores vimos que no estábamos apuntando mal, y yo diría que hubo un acuerdo.

En todo se operó de la misma manera, yo no digo que los tres pensamos exactamente lo mismo. Cuando hubo necesidad de asignar una persona a un cargo, había una diferencia notoria entre mi posición –yo no conocía a nadie en el banco– y la posición sobre todo de Sylvia, que nunca había dejado el banco, que conocía pelos y señales de todo el mundo, realmente tiene una información espectacular. Entonces ella nos hacía conocer cosas que habían ocurrido con Fulano de Tal, si estaría bien para tal cargo o tal otro.

Cambiar la organización significa cambiar muchos puestos de trabajo, y eso fue un proceso que llevó su tiempo, en que no hubo unanimidad de opiniones en los nombres, en el que incorporamos al secretario general, pero creo que lo fundamental fue que nos pusimos de acuerdo en la gerencia general. Cuando estuvimos de acuerdo entre los tres y designada la gerenta general, el proceso se hizo más sencillo, porque todos entendíamos que teníamos que darle participación. Ella iba a ser la que comandara el equipo gerencial. Los ocho cargos de gerencia siguientes fueron seleccionados con nuestra opinión, pero también con la opinión de la gerenta general, y no en todos los casos se dio la primera opción, hubo gente que no quiso asumir responsabilidades de primer nivel, gente que se iba a jubilar.

Ayer me sorprendió cuando vi por primera vez que se decía que había problemas profundos entre ellas dos y yo. Le pedí al secretario del banco: “Ayudame, haceme una estadística de las decisiones que tomamos en el directorio del banco en estos dos años”. La síntesis numérica es la siguiente: el directorio que asumió el 21 de abril de 2014 hasta el miércoles pasado adoptó 3.005 resoluciones; en 25 de ellas hubo abstenciones, no hubo unanimidad, no hubo un consenso pleno; de esas 25, en 21 hubo abstenciones –muchas de ellas son en viajes al exterior, porque cuando un director va al exterior no vota su viaje–, y en las otras cuatro en las que sí hubo votación dividida no sé quién se alineó con quién, no tengo un relevamiento de eso. Sí tengo claro que la semana pasada –me acuerdo porque es reciente, hoy vamos a aprobar el acta en el directorio– hubo uno de esos casos atípicos en que un planteo de un funcionario terminó con una división en las posiciones del directorio, tres personas adoptaron una posición, que fue la mayoritaria, y dos votaron en contra.

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