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Entrevista central, miércoles 7 de febrero: Javier Miranda

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EC —Ha generado una cantidad de mensajes de los oyentes. Por ejemplo, a propósito de la crítica a “las oposiciones” en cuanto a la falta de programa, dice Pablo: “Si entra a la página web del Partido Colorado se va a encontrar varios tomos de programa”.

Otro dice: “Si el debate es a propósito de programas, ¿por qué no se junta con líderes de la oposición para discutir sobre ese tema en particular?”.

JM —De acuerdo, con mucho gusto. Creo que es lo que hay que hacer, hay que generar esos debates públicos, y entramos en un período en el que seguramente suceda. Lo que digo es que nosotros construimos nuestro programa en base al debate de la sociedad. En el año 2018 vamos a un congreso el 1º de diciembre, que es el congreso programático, en el que se sanciona el programa del FA. Ese programa se construye discutiéndolo en todo el territorio, en nuestros comités de base, en nuestros comités funcionales, discutiendo, recogiendo las ideas, haciendo síntesis y volviendo a dar la discusión. Creo que somos el único partido que construye el programa así.

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EC —Me llamó la atención el tono que usó en su discurso. Si bien estaba leyendo, usted recién lo recalcaba, había escrito con mucho cuidado usted mismo ese texto, en consulta dentro del FA, pero lo había escrito, lo planteó, lo dijo con un estilo parecido al de una arenga. Era un Javier Miranda “recargado”, diferente del que estamos acostumbrados a escuchar en entrevistas, etcétera. ¿Qué pasó?

JM —Es cierto, yo soy un tipo muy cauto, muy razonable en las conversaciones. Pero si me ven dar clase en facultad, pregúnteles a mis estudiantes, soy un tipo muy apasionado y más en la escena, sea la escena del salón o la escena de la tribuna. Yo estaba muy contento, realmente creo que estábamos todos muy contentos, fue un acto muy cálido, muy emotivo, de mucho entusiasmo, y creo que valía la pena levantar, había una vocación de levantar a los miles de personas que estaban delante del Pabellón de las Rosas el domingo. Es eso. Pero soy un tipo bastante apasionado.

EC —¿Y por qué se volcó al triunfalismo? ¿Era necesario jactarse de que el FA va a ganar la próxima elección y que va a gobernar por cuarta vez?

JM —Sí, sí, claro, porque hay que alentar a la gente. Vamos por un cuarto Gobierno, queremos ganar el cuarto Gobierno. En un pasaje digo “pusimos cuarta y echamos a andar”, recordando una vieja canción, “hemos dicho basta y echado a andar”. Ahí me reconciliaba además con la tradición de los 70, del FA fundacional, pero sí, vamos a un cuarto Gobierno, creemos que tenemos una altísima chance de ganarlo y hay que entusiasmar a la gente para esa movilización.

EC —Se decía en La Mesa del lunes acá que el hecho de que la gente respalde a un Gobierno, por ejemplo que confirme al FA otra vez en las urnas, no limpia errores que se puedan haber cometido y que requieren rectificaciones.

JM —Por supuesto.

EC —¿No está faltando poner el énfasis ahí, además de criticar como se critica a la oposición, además de hacer advertencias, etcétera?

JM —Dos cosas. El día de mi cumpleaños yo no voy a hacer un acto para ser crítico conmigo mismo, de lo mal que hemos andado. En el momento del festejo, de levantar a la gente y de generar la unidad parece que el énfasis no va a estar ahí. Así y todo, si lee el discurso, que está publicado, hay algunos llamados de atención al propio FA, “tenemos que ir a más”, el peligro de la soberbia.

EC —Sí, existieron los llamados de atención, y me gustaría saber por qué esos.

JM —El de la soberbia me parece un tema fundamental. Hemos insistido mucho, en particular yo he insistido mucho en que hay que tener cuidado con creérnosla. El ejercicio continuado del poder puede llevar a falta de humildad, de hecho lleva a falta de humildad. Tenemos que alertar frente a eso, tenemos que escuchar más. Nos pasa incluso en la gestión de Gobierno, uno dialoga con algunos actores y dicen “no, esto es así, no hay ninguna chance de discutirlo de otra manera”. El ejercicio del poder siempre tiene el riesgo del desvío de poder, y el desvío de poder es hijo de la soberbia. Entonces creo que había que alertar. Eso es un llamado a la humildad, un llamado a la humildad en la política en general, y en particular en las políticas que ejerce el Gobierno. Llamado a la cultura del trabajo.

EC —Antes dijo: “Conducir el poder con humildad, escuchando, razonando, analizando, con las orejas bien abiertas y la razón despierta”. Ahora mismo, ¿no le pasó algo de eso al Gobierno en el primer manejo que hizo de los planteos de las gremiales del agro? Pateó la pelota para adelante, habían pedido una reunión, la tiraron para febrero… Hubo que corregir cuando la cosa empezó a caldearse, cuando vino la movilización…

JM —Puede ser. Puede ser, no tengo tan claro que se haya pateado para adelante. En todo caso me parece que el Gobierno en la situación reaccionó bien. Llama inmediatamente al diálogo, constituye mesas de trabajo, hablemos sector por sector. No me doy cuenta de si en realidad la pateó para adelante. En todo caso, si así fue, rectificó. Es lo que hay que hacer.

EC —Sigamos con las otras autocríticas o advertencias.

JM —El terreno ético por supuesto, creo que aquí hay un desafío mayor para todo el sistema político. El discurso tiene una columna vertebral muy fuerte en la reivindicación de la política como forma de organización de la sociedad. Esto lo hablamos incluso el año pasado, el año pasado insistí mucho con un libro que estaba leyendo, La contrademocracia, de [Pierre] Rosanvallon, realmente me tenía muy preocupado. Creo que la sociedad contemporánea está haciendo algunos procesos de antipolítica que son muy riesgosos, no hemos encontrado otra forma de organización de la sociedad que no sea a través de la política, creo que la política es la forma de organización de la sociedad. Entonces esa apelación facilonga “que se vayan todos”, “los políticos son todos iguales”, “son todos una manga de corruptos” es un discurso peligrosísimo. Pero la política también y los políticos también nos tenemos que poner en balde para defender la política, y defenderla no con palabras, sino con hechos. Entonces las desviaciones éticas son una de las principales causas de horadación de la credibilidad de la población en la política, de la credibilidad de la población en el sistema democrático. Ahí hay que ser duro.

EC —El FA ha tenido sus buenos sacudones en esa materia.

JM —Por supuesto. Fíjese lo que digo: ninguna desviación ética, intransigentes ante las desviaciones éticas, y con las garantías del debido proceso –no es en balde–, juzgar y sancionar a los responsables de las violaciones. Nadie está libre de esto, nadie. Ni el FA, ni ningún partido, ni ninguna organización, porque en las organizaciones privadas también entra la corrupción. Odebrecht no era un agente público.

EC —Cultura del trabajo, también puso ese punto en el capítulo de llamados hacia dentro.

JM —¿Se acuerda un Primero de Mayo de un discurso de Richard Read que impactó mucho, cuando dice “está bien, pero también nosotros los trabajadores tenemos responsabilidad, tenemos que ser los mejores trabajando”, no recuerdo exactamente cómo lo dijo. Fue un cimbronazo. Después el actual ministro de Trabajo, Ernesto Murro, ha utilizado esta expresión cultura de trabajo y creo que el presidente la retomó. Incluso pongo algunos ejemplos, pongo uno en particular que es indignante, el de las certificaciones médicas para faltar. Me invento una dolencia para no ir a trabajar, y además consigo un médico –acá está la colusión otra vez– que me certifique y no voy a trabajar. Tenemos un problema de ausentismo enorme en el trabajo, tanto en la esfera pública, que es muy grande y es preocupante, como en la esfera privada.

EC —Pero eso es en todo caso para un acto del PIT-CNT o de un gremio, no de un partido político.

JM —No, porque es una cultura de la sociedad.

EC —¿A quiénes les estaba hablando? ¿Les estaba hablando a los jerarcas del FA en cargos de Gobierno?

JM —No, les estoy hablando a todos los trabajadores, a todas las personas, a todos los que somos trabajadores –porque esta es la otra, hablan de los trabajadores como si otros fueran los trabajadores, y en realidad la gran mayoría somos trabajadores– de una conducción ética. Creo que una seña de la izquierda, que no es patrimonio exclusivo de la izquierda, debe ser la conducción ética. Entonces yo, con mi posicionamiento político, con mi filosofía política, no puedo trampear tampoco en estas cuestiones.

EC —¿Y ha aflojado la gente, incluso la gente frenteamplista ha aflojado en esta materia de la cultura del trabajo?

JM —Ah, creo que sí, francamente creo que hemos aflojado. Sí, creo que sí.

EC —Básicamente estos fueron los mensajes hacia dentro, los llamados, las advertencias. ¿No faltaron otros?

JM —Emiliano… estoy festejando un cumpleaños, déjeme poner tres notas, que son los equilibrios dentro de un discurso.

EC —Sí, está bien, pero usted fue muy crítico con “las oposiciones”, por ejemplo. ¿Y el Gobierno? Por ejemplo, educación, está culminando dentro de poco el tercer Gobierno del FA, hay un debe grande ahí…

JM —Hay un debe importante.

EC —¿No faltó ese tema? O “errores” en la gestión, como los de Ancap, que terminaron en las pérdidas en que terminaron. ¿Esos temas no faltaron el domingo?

JM —Creo que no faltaron, son temas que están en el debate, que hay que seguir debatiendo y que no entraban en un discurso que tiene una determinada extensión, determinados equilibrios y no era la instancia de ser autocríticos. Insisto, es cómo se lee.

EC —Pero habría sido bueno que estuvieran para que el discurso fuera más equilibrado, justamente.

JM —Está bien, usted piensa eso y es legítimo que lo piense. Este es el discurso, en todo caso lo que habilita es este tipo de conversaciones. Yo intenté con la conducción colectiva del Frente, tuvimos un secretariado para discutir cuáles deberían ser los grandes ejes de la intervención, porque el presidente del FA expresa al FA, este no es el discurso de Javier Miranda, más allá de que uno tiene su pluma, su impronta, sus énfasis, pero había que generar ciertas líneas. En esas líneas había que meter algunos temas que fueran autocríticos y tenía que haber un fuerte desafío a ir a más. Casi concluyendo el discurso digo “reivindicamos la política”, ese era un eje principal del discurso, “y estamos orgullosos de lo que hemos alcanzado. Pero no basta”. Estoy muy contento de lo que hemos avanzado realmente en los Gobiernos del FA, pero no basta. ¿Cometimos errores? Sí, cometimos errores, y además tenemos que ir a nuevos cambios, más profundos.

En materia de educación seguramente tenemos debes. Pero también se ha avanzado mucho, francamente se ha avanzado mucho. Hay muchas más escuelas de tiempo extendido y de tiempo completo, hay mejor calidad edilicia, hay mucha más gente en la educación. Lo señalo en el discurso, por primera vez en muchas familias hay una primera generación de estudiantes universitarios, cuando en este país era impensable que algunos actores familiares llegaran a la enseñanza universitaria. ¿Falta? Por supuesto que falta. ¿Mucho? Falta mucho.

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