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Entrevista central, miércoles 8 de junio: José Serebrier

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EC —Como decía al inicio de esta entrevista, detenerse en el currículo de José Serebrier es un poco apabullante. Uno se pierde en la lista de premios y reconocimientos que ha recibido, en el número de discos que ha grabado, en la cantidad de orquestas prestigiosas con las que ha trabajado.

Ahora me detengo en algo que a muchos puede llamarles la atención: la cantidad de veces que ha estado nominado a los Premios Grammy y los Grammy Latinos. Son distinciones que se asocian más bien a la música popular, pero que también reservan un espacio para la música clásica. ¿Cómo influye este tipo de premios en el ambiente en el que usted se mueve?

JS —En la música popular, la que no es clásica, que incluye todo tipo de ramos, jazz, rock, rap, etcétera, es muy importante, porque convence al público que comprar esos discos. Es la diferencia entre que ellos vendan 50.000 –lo cual en pop es muy poco– universalmente o medio millón o varios millones. En la música clásica no es así; en música clásica el máximo de discos que se venden generalmente en todo el mundo son 3.000, eso ya es un best seller.

EC —¿A usted qué le ha significado esa presencia en los Grammy?

JS —Lo que más ha significado para mí fue no tanto recibir los premios o las nominaciones, sino dirigir en la ceremonia de los Grammy. Hace unos 10, 11 años me invitaron a dirigir, algo que es muy raro, porque es para todo público, de todo el mundo, se trasmite en 170 o más países en vivo y es una cosa comercial. Es para público general y tienen más que nada rock, rap, ni siquiera jazz, que es como la música clásica, para un público muy limitado. Pero cuando me invitaron acepté, y fue una ocasión extraordinaria.

EC —¿Y por qué se da esa relación de los Grammy con Serebrier? ¿Cómo surgió ese vínculo?

JS —Es muy interesante. Lo bueno para mí, lo que representa para mí es que la gente que vota los Grammy son los colegas de uno, como en los Oscar. Los Oscar tienen 500 miembros, los Grammy tienen 22.000. Son 22.000 personas que votan en secreto, en sobre sellado, y no hay forma de influenciarlas. Además son muy pocos los miembros de la Academia que son de música clásica, más de 20.000 son rap, rock, etcétera. Y cómo votan es un misterio. Pero cada vez que recibo una nominación para mí es una gran sorpresa.

EC —Este fue uno de sus premios.

[Audio]

EC —Mejor Álbum de Música Clásica del año 2004.

JS —Es el Grammy Latino. Ese es el más difícil de ganar, porque hay solamente dos categorías de clásicas: Mejor Álbum de Música Clásica y Mejor Nueva Composición.

EC —Eso es Carmen, de Bizet.

JS —Es Carmen, Serebrier. Hice una sinfonía, porque es una ópera. La compañía de discos sueca BIS me pidió hacer un disco de música de Bizet, pero dijeron: “No nos gustan –y a mí tampoco– las suites que existen de la ópera Carmen”, que no tienen nada que ver con Bizet. Son muy erróneas, por ejemplo, hay una parte de tenor en la ópera que se la dan a la trompeta, no tiene sentido; una de ellas ni siquiera está firmada, no se sabe quién la hizo. Entonces, en vez de tocar las suites que se conocen desde hace tanto tiempo, me pidieron que escribiera una nueva versión, y la llamé Sinfonía Carmen. Es Bizet, puramente Bizet, no puse nada Serebrier, es todo como si Bizet lo hubiera escrito, la misma orquestación, pero lo organicé como una sinfonía. Y lo grabamos con la orquesta de Barcelona, que es una de las mejores de España, muy buena orquesta, en sus mejores momentos. Y para gran sorpresa mía, ganó el Grammy Latino.

EC —Es un caballito de batalla suyo desde entonces.

JS —Lo toco de vez en cuando, sí. Es uno de muchos, uno de cien o doscientos caballos de batalla.

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