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Entrevista central, miércoles 9 de noviembre: Leonel Harari y Nicolás Albertoni

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EC —El eslogan de campaña era: “We will make America grate again”, “Haremos a Estados Unidos grande otra vez”.

LH —Va a tratar de volver a dormir la gente y hacer lo que pueda. No puede ser un gran presidente. Aunque estas elecciones confirmaron la hegemonía republicana en el Congreso, no es poca cosa. Los demócratas esperaban recuperar y no recuperaron nada, un solo asiento.

EC —Nico, si eso es lo que hay detrás del resultado, de este triunfo de Donald Trump, ¿cómo fue que no se lo vio venir? Hay todo un capítulo que corresponde a la autocrítica, de los medios de comunicación, de la academia.

NA —Son muchas cosas juntas. Creo que esto también genera una reflexión del hacia adentro, pero la señal clara es eso que ya se viene hablando, no solo en Estados Unidos sino en el mundo, esa lógica contrasistema que empieza a surgir en un mundo globalizado. Eso ya todos lo sabemos, pero un mundo globalizado que pasa a expresarse por canales que a veces las encuestas, los medios no terminan de comprender cabalmente, a través de las redes sociales, esa efervescencia que generan algunos mensajes que se pierden del relato social que uno ve normalmente.

Paul Krugman, un economista famoso, publicaba en The New York Times mientras se estaban conociendo las encuestas un artículo que me pareció fascinante y que se ha hecho un poco viral por estas horas. Decía que al final del día esta elección la ganó el unkown country, el ‘país que no conocemos’, ese país de tierra adentro, el Estados Unidos rural, que quizás no se expresaba netamente por las redes sociales pero sí las consumía, sí iba cambiando su lógica en perspectiva de eso.

El primer enfoque que podemos tener al mirar el mapa es que hubo un cambio en las grandes ciudades, en los grandes estados, pero hay un Estados Unidos rural mucho más cercano a los metamensajes que se trasmiten y a las campañas y que de alguna forma fue el que cambió la aguja de esta elección. El Estados Unidos que uno no veía en los grandes mítines políticos, en las grandes cosas, pero sí estaba consumiendo esa globalización social a través de las redes.

EC —La columna de Paul Krugman, más que una nota muy corta, son unos apuntes escritos sobre la noche, mientras iban corriendo los resultados. En esos pocos párrafos plantea: ¿es Estados Unidos un Estado fallido?, ¿es la sociedad estadounidense una sociedad fallida? Tremendo el planteo. Pero al mismo tiempo, esto que dice Krugman ¿no es quizás otro error de visualización, no es poner mucho voluntarismo en el análisis?

LH —Yo tengo gran admiración por Krugman, un tipo profundo y que siempre ha dicho cosas muy interesantes. Pero no creo que Estados Unidos sea un Estado fallido, es un Estado que se puso al servicio de sus grandes corporaciones y de Wall Street para conquistar el mundo y se olvidó de su gente. Los que votaron a Trump son para empezar el 40 % del electorado que es blanco y trabajador, son los trabajadores que sufren la globalización, que sufren la política migratoria y que sufren las guerras. El Estado le falló a su pueblo, no les falló a sus corporaciones ni a Wall Street, que se pegó tremendo susto con la subida de Trump, porque siempre confió en los Clinton, tanto con los demócratas como con los republicanos, para seguir adelante.

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