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Entrevista central, viernes 10 de junio: André Naddeo

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EC —Hablemos del lugar. Tú te dirigiste como voluntario en Grecia al puerto de El Pireo, en la zona de Atenas, uno de los más importantes y activos del país. Un puerto que ha quedado considerado como un símbolo de la desigualdad, porque por el muelle llegan y salen cruceros de lujo, con turistas muchos de ellos de muy buena posición económica, y al mismo tiempo, en ese mismo lugar, en esos mismos muelles, hay miles de refugiados instalados en carpas, sin ningún lujo, esperando poder ingresar a Europa. ¿Podés ampliar a propósito de cómo es ese puerto, esa zona de ese puerto?

AN —Son dos […], el 1 y el 2. Son unos 2.000 refugiados que están viviendo en carpas. Y se da ese contraste, porque cuando llegan los barcos ponen música, empiezan a bailar. Era una escena impresionante, la gente se miraba: qué raro eso, estamos acá, venimos de Mykonos, de Santorini, islas muy conocidas, muy famosas. Hay un contraste social muy grande. Para los voluntarios independientes ese era un momento muy distinto, muy impresionante.

EC —Este tema de los campamentos de refugiados en Grecia es muy particular. Porque Grecia en sí misma tiene sus propios problemas económicos muy serios, que hace poco tiempo pusieron al país al borde de la quiebra. Ese país, con esos antecedentes tan dramáticos cercanos, desde hace meses tiene que albergar un contingente muy grande de esta gente que busca en Europa su esperanza.

AN —Realmente. Los refugiados están siendo llevados a campos militares, están empezando un nuevo proceso de registro de toda la gente, van a registrar de nuevo a 60.000 personas. Van a poner a todos los refugiados en campos lejanos para que las zonas turísticas, principalmente El Pireo, queden para los turistas, porque la economía griega está muy mal y si no logran hacer dinero con el turismo van a pasar muy mal. Es un tema muy delicado, pero Grecia todavía tiene recursos de la Unión Europea. Claro que no hay que tratar el tema pensando en números, sino en seres humanos, en vidas, en familias, que no están solo porque quieren estar allá. En las entrevistas que hice con la gente muchos me decían que no quieren el sueño de oro, quieren volver a su país, pero no pueden. Los afganos tienen el tema del talibán, Siria lleva seis años en guerra. La gente piensa que quieren vivir en Alemania, en Europa, pero no es solo eso, están por falta de […] total.

EC —¿En qué situación se encuentra hoy ese campamento? Por lo que veía en los propios informes de Acnur (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados), los campamentos improvisados más grandes en Grecia en estos momentos son el del puerto de El Pireo, donde hay más de 1.400 personas, y otro situado en la estación de servicio en Polikastro, donde viven 1.550. ¿Ya fueron desactivados, desarmados? ¿Cómo están las cosas hoy?

AN —Los están llevando a todos a campos militares. Idomeni, que está cerca de Polikastro, y El Pireo eran zonas públicas donde se había concentrado mucha gente. Iban hacia el norte a la frontera con Macedonia y en el sur se quedaban los que no querían intentar llegar al norte porque sabían que estaba todo cerrado. Por eso está pasando eso, el proceso de evaluación, que ya está pasando, […] 800 personas, que estoy en contacto con los voluntarios de allá, y van a ser todos llevados a campos militares. Ese trabajo se está haciendo aún, el registro de la gente de El Pireo, y allí están los voluntarios independientes. Hay incluso un hermano uruguayo, […], que me escucha ahora, le mando un gran abrazo. Ha sido una persona muy importante para este proyecto como cocinero, cocinando para 1.500 personas. Le mando un saludo, es un […] uruguayo que se juntó con nosotros.

EC —Es bueno saberlo. ¿Cuantos integrantes tiene ese grupo en el que tú estabas trabajando?

AN —Cambia todo el tiempo, la gente se queda un mes, 45 días, lo que puede, entonces cambia. Pero teníamos un equipo de 12 que se juntaba con un grupo de ingleses para cocinar, un equipo inglés muy bueno, muy buena gente, con un corazón grande; hacíamos juntos muchas cosas. Pero la cocina era lo más impresionante, porque se juntaban los refugiados y nos ayudaban, y por la noche hacíamos un cambio, regalábamos comida y después probábamos […] con los sabores. Cuando se vive en un campo de refugiados por 45 días son muchas experiencias. Obviamente hay situaciones malas, peleas, historias tristes, pero hay mucho a favor, hay mucha alegría de conocer gente que es como nosotros, son hermanos con familias.

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