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Entrevista central, viernes 12 de agosto: Heber Fígoli y Mario Frachelle

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EC —Ustedes marcan que no está dándose solamente esto de que haya médicos militares dispuestos a pedir el retiro, también se han planteado dificultades para cubrir algunas de las misiones de paz que Uruguay tiene que encarar. ¿Qué es lo que ha pasado en esa materia?

HF —El compromiso con la paz y seguridad internacional es política de Estado, la participación de contingentes uruguayos ha sido históricamente tremendamente bien apreciada. De hecho, si Uruguay está ocupando un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en gran parte es mérito de la participación. En este momento hay aproximadamente 1.500 efectivos desplegados en Haití, Congo y otras regiones del mundo. Recientemente se ha pedido la contribución con observadores militares para el proceso de paz en Colombia, y posiblemente haya que recurrir a personal retirado, porque efectivos en actividad, ante eventuales cambios que los podrían encontrar en el exterior y con la prohibición de pasar a retiro si están en una misión, prácticamente se niegan a la posibilidad de salir.

EC —Lo que está de por medio es la especulación de que se les modifique la edad de retiro, que se los “obligue” a permanecer más años en actividad. Preferirían pasar a retiro ahora.

HF —Es una de las opciones. Porque en el terreno de las incertidumbres y ante dudas, obviamente cualquiera busca seguridad. Pero más allá de estos aspectos puntuales de la participación en misiones de paz –de las cuales somos muy caros defensores, de hecho presido una asociación de veteranos, y el señor coronel, mi amigo, es el presidente de la comisión fiscal, nucleamos a varios cientos de oficiales y personal subalterno veteranos en estas modalidades operativas–, cualquier cambio en esta suerte de rompecabezas institucional que es el cuerpo castrense, cualquier pieza que uno mueva del rompecabezas, va a afectar al resto de las piezas. Entonces no nos oponemos, por supuesto, al aggiornamiento, a la actualización, en la medida en que apunte a tener Fuerzas Armadas profesionales, capacitadas para cumplir sus misiones y roles tradicionales, para participar en escenarios de conflicto, en operaciones de ultramar. Es un poco lo que es la demanda o por donde pasa el meridiano del mundo en materia de componentes armados. Pero nos causa preocupación el cumplimiento de los roles y misiones fundamentales y subsidiarias. Ante una retirada importante de personal en condiciones de retirarse, buscando situaciones más ventajosas, se van a ir especialistas, técnicos, en los cuales el Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea han invertido muchísimo tiempo y material.

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EC —Veamos las preguntas, las objeciones que se han hecho.

RA —Algunos sectores del Frente Amplio han puesto la lupa en beneficios o privilegios que diferencian al sistema de retiro militar del sistema jubilatorio que tienen el resto de los funcionarios de la Administración Pública. Vamos a verlos uno por uno.

En función del régimen jubilatorio que rige desde 1964 pueden, según el rango, irse de los cuarteles con 20 años de servicios y con menos de 50 años de edad.

EC —Además se menciona: cada año de trabajo en el exterior se computa doble, cobran como jubilación 100 % de su sueldo, reciben aguinaldo, cuando mueren buena parte del cobro de sus haberes es heredado por la familia, pueden jubilarse con un grado mayor que el que ostentan en el momento de su retiro. Son varios puntos que han estado arriba de la mesa en estos días. ¿Qué contestan ustedes?

HF —Muchas veces se habla de privilegios; nosotros preferimos encararlo como qué beneficios no tenemos frente a otro tipo de funcionarios. Por ejemplo, no tenemos horas extras; piensen en las horas hombre trabajo de los que se desempeñaron cuando la catástrofe de Dolores o de los soldados que participaron en las inundaciones o en la recolección de residuos en la ciudad de Montevideo. No cobramos complemento por nocturnidad, tampoco cobramos por presentismo; más aún, si llegamos tarde perdemos libertad, nos ponen arrestados. De manera que el estatuto del militar, libremente aceptado desde el momento en que ingresamos al cuerpo castrense, hace que si bien dependemos del Estado, nuestro estatuto es diferente del estatuto del funcionario público. Por lo tanto, esa especificidad de la función militar tiene que verse reflejada también en lo que hace a la permanencia, a la aptitud para desempeñarnos en la vida militar activa.

EC —Usted han destacado el hecho de que no son presupuestados. ¿Cómo es eso?

MF —Ese es otro problema y por favor, queremos dejar siempre bien claro que no tenemos absolutamente nada contra la policía, a la cual respetamos enormemente. Periódicamente se dice, incluso está en la base de un proyecto del MEF del año 2015 para reformar el SRPFFAA, ¿por qué no hacemos exactamente lo mismo que en la policía? Y nosotros les decimos: ¿cómo pueden perder de vista que no somos comparables, porque tenemos diferencias sustanciales con la policía? A nosotros nos redujeron, a la policía le han incrementado tanto los efectivos que hoy son más de 30.000 hombres. A nosotros prácticamente nos congelaron los sueldos o los aumentos son mínimos, mientras que a ellos en estos últimos años les triplicaron los sueldos. Pero hay un detalle muy importante que usted acaba de mencionar: cuando hablamos de la presupuestación, los funcionarios del Ministerio del Interior son presupuestados…

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