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Entrevista central, viernes 16 de junio: Pablo Rosselli

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EC —Hasta ahora hemos estado examinando gastos o aumentos de gastos en estos lineamientos generales de la próxima Rendición de Cuentas. Corresponde que pasemos a los impuestos. Pero antes sacar la cuenta, ¿por qué es necesario tomar medidas tributarias, según el gobierno?

PR —El gobierno plantea: ¿qué tengo de nuevo en materia de gastos en esta Rendición de Cuentas? Vamos a tener US$ 222 millones de gastos que no teníamos contemplados debidamente en la rendición anterior, algunos automáticos, que ya comentamos –mayores gastos en seguridad social– y otros discrecionales –estos US$ 72 millones que teníamos–. Esos US$ 150 millones en seguridad social más los US$ 72 dan US$ 222 millones. ¿Cómo cubrir ese aumento de US$ 222 millones? Una parte, US$ 100 millones, el ministro señaló que vendrían del hecho de que la economía va a crecer más y generará US$ 100 millones. Los otros US$ 112 millones…

EC —Son US$ 110 millones, porque son US$ 200 de aumento de recaudación, pero hay que restarles US$ 90 de transferencias del Banco República a Rentas Generales que no pueden ya concretarse.

PR —Son US$ 110 millones y US$ 112 adicionales para cerrar los US$ 222 millones.

EC —Se necesitan US$ 112 millones, y es ahí que aparece la variable impuestos

PR —Exactamente. Eso implica un incremento de impuestos a los juegos de azar, que a partir de ahora van a estar gravados con el impuesto a la renta empresarial (IRAE) para la Banca de Loterías y Quinielas y con el impuesto a la renta de las personas físicas (IRPF) para quienes resulten ganadores de las apuestas.

EC —Y por otro lado se dispone un aumento de la llamada tasa consular. Veamos las dos variantes. La de los juegos de azar, ¿cómo la ves?

PR —Hay pocos argumentos para pensar que una actividad empresarial como la de levantar apuestas no deba pagar el IRAE que pagan todas las empresas. Con lo cual eso parece razonable. Y también parece razonable que los premios estén gravados por el IRPF como rentas del capital. En definitiva, cualquier ahorro que genera rentas paga el impuesto, no parece mal que también ocurra eso con el resultado de una inversión ultraespeculativa que es una apuesta, pero que no deja de ser una “inversión”.

RA —¿Y cómo lo viste en el caso de la tasa consular? El ministro fue muy enfático en que no era lo que habría querido hacer, pero de todas formas le restó importancia a lo significativo del incremento.

EC —La tasa consular se cobra a las importaciones. Acá se está disponiendo un aumento de 3 puntos porcentuales en el caso de importaciones extra-Mercosur y de 1 punto porcentual en las importaciones de países Mercosur. La tasa era de 2 puntos.

PR —Pasa a 3 % o a 5 %.

EC —Sube a 3 % o a 5 % según el origen de los productos.

PR —Es difícil estar en los pies de un ministro de Economía. Siempre es más fácil ser analista. Está clara la justificación que hace el equipo económico de esta decisión, el equipo económico señaló que cada incremento de gastos que no estaba previsto en la rendición anterior, automático o discrecional, tiene que tener un financiamiento, ese es el principio rector. En Uruguay es difícil encontrar oportunidades para subir los impuestos que típicamente uno debería ajustar cuando precisa hacer ajustes fiscales, porque todos ellos son altos, el IVA es alto, el IRAE es alto, el IRPF está en niveles también bastante altos. Se apela entonces a esta tasa consular, que a nuestro juicio, entendiendo la justificación que da el ministro, que es una justificación posible, no deja de ser una mala señal.

Es una mala señal, pero debemos decir, en primer lugar, que el impacto en la economía es pequeño, porque el impacto de la recaudación es pequeño. Si uno pone un impuesto que va a recaudar poco, difícilmente tenga grandes impactos negativos en la economía. Pero nos parece que es una mala señal, porque va en la dirección opuesta de un camino de apertura económica que tiene que recorrer el Uruguay. Al final, parecería que encarecer las importaciones en el corto plazo mejora la capacidad de competencia de las empresas locales, porque se encarece la importación, pero en el mediano pazo le resta competitividad al país. Proteger el mercado interno le termina restando recursos al sector exportador. Por eso los economistas decimos que en el largo plazo los impuestos a las importaciones no difieren de poner un impuesto a las propias exportaciones, y eso es bastante evidente que es una mala idea.

A su vez, se plantea este incremento diferenciado, de solo 1 punto para el Mercosur y de 3 puntos para el resto del mundo. La lógica de esa decisión seguramente es preservar mejores relaciones con nuestros socios comerciales del Mercosur, porque poner este arancel va en contra del acuerdo del Mercosur, pero al mismo tiempo les estamos aumentado la protección arancelaria a los socios del Mercosur, que van a poder disfrutar de una competencia un poco menor que los proveedores de fuera de la región. Es probable que en algunos casos puedan explotar esa mayor protección, y eso tiene una implicancia, que es que para recaudar unos US$ 100 millones –que es lo que va a recaudar este impuesto– el país está dispuesto a darles esa mayor protección a los proveedores de Argentina y Brasil, que si la explotan va a implicar que en algunos casos nos van a cobrar más por los productos que hoy nos están vendiendo. Por eso decíamos que es una mala señal.

Y es una mala señal también porque de algún modo se está diciendo que el gobierno no logra encontrar medidas de ajuste en todos los gastos que hace el país por una cifra tan pequeña como US$ 100 millones, o algo menos.

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